Ultimas consideraciones. Cuanto antecede, que no agota ni mucho menos mis dudas sobre puntos que se suelen considerar bien establecidos, tiene, repito, una finalidad acotada. Toda especulación etimológica, y la lingüística vasca rebosa de ellas, tiene que basarse, muy en primer lugar, en la historia de las palabras. Como en nuestro caso ésta es siempre breve y fragmentaria hasta la desesperación, lo cual no significa que hayamos hecho cuanto debíamos hacer para poder tener la conciencia tranquila, nos encontramos enseguida en la prehistoria y, con ella, en el dominio de la extrapolación. Contamos para ello en primer lugar, aunque no nos basten, con los aspectos formales, ante todo con los del plano de la expresión: la configuración fónica y la distribución, en la cadena hablada o en el sistema. Pero la forma de la expresión de hoy o de ayer, la envoltura sensible de los signos lingüísticos, no es ni tiene por qué ser la de hace varios siglos, y mucho menos la de siempre. Hay que contar en todo momento con su mutabilidad, que es inherente, no accidental. Esto introduce un factor más de inseguridad, pero la inseguridad de quien se sabe con razón inseguro es más segura y ofrece apoyo más firme que la engañosa seguridad que nos lleva a tomar nubes inconsistentes, por cimientos inquebrantables.
Luis MICHELENA
Luis MICHELENA