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GEOGRAFÍA (LA TIERRA VASCA)

La Costa. De los valles inferiores se pasa naturalmente a la costa que se presenta a las olas del océano en cerca de 200 km. de longitud, de Biarritz a la ría de Bilbao: esto indica que merece ser considerada como un elemento importante del paisaje topográfico. Si se tiene cuidado de hacer abstracción del fragmento del litoral comprendido entre la desembocadura del Adur y Biarritz -que es una prolongación de las Landasse constata que esta costa de los Pirineos atlánticos orientales presenta una gran unidad: es una costa rocosa, recortada por rías cuyo origen se remonta a la última elevación del nivel marino.

Pero esta homogeneidad de conjunto oculta una real diversidad de detalles: según se trate de la parte situada al oeste o al este de la desembocadura del Bidasoa, la costa es más o menos rocosa, las rías están más o menos bien conservadas. Desde la punta del cabo Higuer que cierra la bahía del Bidasoa, se está en situación de poder comparar estos dos aspectos de la costa. Al este, se descubren los acantilados que dominan el océano apenas por una centena de metros a lo sumo y a menudo por mucho menos. Las cartas batimétricas atestiguan la existencia de un zócalo continental denominado "plateau de Saint-Jean-de Luz"; un fragmento sumergido de la última elevación del nivel marino, de la penillanura del cuarto estado de erosión.

Sus partes, las más altas, convertidas en islas, han sido arrasadas por las olas, pero en sus partes más bajas se ha conservado el antiguo modelado continental: las curvas 10 m., 20 m. y 30 m. circunscriben los restos de una antigua cresta que se alargaba desde el monte Jaizkibel a Biarritz, pero que ya estaba atravesada, por la prolongación del arroyo Uhabia -que corre al sur de Bidart- y hasta destruida en su parte meridional por las prolongaciones del Ugarana y el Bidasoa. La plataforma de San Juan de Luz se une al litoral por un plano inclinado que se levanta muy regularmente hasta el pie de los acantilados.

Las rías presentan un estado de regularización bastante avanzado. Este último hecho es debido primeramente a la existencia del citado zócalo continental ante los acantilados. Como consecuencia de las desigualdades de su relieve y de la débil profundidad a que se encuentra, obliga a la corriente costera que, viniendo del norte contorna el golfo de Vizcaya, a depositar a lo largo del litoral laburdino una parte de la arena que lleva después de haber costeado el inagotable arenal que es la costa landesa, particularmente en la desembocadura de la costa, por sus incesantes aportes de aluviones. El resultado es que las embocaduras de las dos rías orientales, el Ugarana y el Bidasoa, de rías vivas, están ahora a punto de perder el contacto con el mar y transformarse en rías muertas.

En la ría de Ugarana -o de San Juan de Luz- la parte interior remontada por la marea hasta Askain, está casi cerrada por un espeso cordón litoral sobre el que está edificado San Juan de Luz; en cuanto a la parte baja, o bahía de San Juan de Luz, se rellena lentamente.

La ría del Bidasoa -o del Endaya- donde el enarenamiento ha sido más rápido que en la precedente, se descompone igualmente en dos partes: en la del interior la antigua ría se ha convertido en una llanura aluvial, inundable con marea alta, ocupada en su centro por el lecho colmado de arena del Bidasoa. No habiendo contribuido poco a esto la formación del importante cordón costero de Endaya Playa, ya que no le deja al no sino un estrecho cuello como salida al océano. Al norte de este cordón se extiende la parte inferior o "viva" de la ría; pero también está en vías de rellenarse, como lo testimonia la barra que se ha formado a lo ancho de Endaya-Playa -esbozo de un segundo cordón costero- así como cuando se va de Fuenterrabía al cabo de Higuer. Si del cabo de Higuer se vuelven los ojos al oeste, el espectáculo es diferente; nada de pequeños acantilados, sino la montaña hundiéndose en el océano; nada de rías muertas sino rías "vivas" penetrando lejos al interior de tierra.

Semejante cambio es debido a diversas razones. En primer lugar, el zócalo continental desaparece al oeste del Bidasoa mientras que la montaña se hunde casi directamente en la fosa del golfo de Vizcaya. Aquí la corriente costera está mucho menos cargada de arena que al noroeste del Bidasoa, pues ya ha depositado una gran parte a lo largo de la costa laburdina; por otro lado, ya no existe el zócalo continental que le obligue a depositar la arena que lleve en suspensión. Hay que tener en cuenta que los aluviones de los ríos son de los más activos de los Pirineos atlánticos orientales. La acumulación de estos aluviones en las desembocaduras de estas corrientes de agua ha inaugurado ya para las rías el período de relleno.

En Guipúzcoa, por ejemplo, el trabajo de acumulación del Urumea ha dado por resultado la unión del antiguo islote del Monte Urgull a tierra firme: el tómbola así formado divide la antigua ría del Urumea en dos bahías gemelas, una la del Urumea actual y la otra la de la Concha de San Sebastián. Sin embargo en Vizcaya, donde son tan numerosas las rías, sin estar exentas, en general, de un relleno parcial, conservan formas vivas en una gran parte de su longitud, a veces, como en Ondárroa y Lekeitio, sobre su totalidad.

La ría de Mundaca merece una mención particular: completamente rellena entre Mújica y Guernica, en vías de relleno entre Guernica y Murueta, forma, al norte de esta localidad, un brazo de mar de 300 m. de ancho y de seis km. de largo. Citemos ante todo la ría del Nervión -o de Bilbao-: rellena desde antiguo entre Basauri y Bilbao, describe después de esta villa amplios meandros remontados por la marea y se ensancha desmesuradamente en Portugalete para formar una inmensa bahía triangular abierta al N. O.