Concepto

Baserriak. Arkitektura (versión de 1977)

Escenario de futuro: un caserío sin agricultores. La pérdida progresiva de activos y explotaciones, junto a su coincidencia con las situaciones que ya se están observando en otros ámbitos agrícolas, permite aventurar un nuevo escenario en el caserío vasco.

Así, observamos como el número de agricultores se reducirá significativamente, organizándose en dos tipologías distintas: profesionalización y agricultura de ocio. Por un lado, tendremos a aquellos que optan por continuar con la actividad, a la que se dedicarán a jornada completa. En una estrategia claramente productivista, muchos de ellos recurrirán al empleo de mano de obra asalariada que sustituirá progresivamente a la ayuda familiar. Los sectores de actividad coinciden con los actuales: vacuno de leche, horticultura y un reducido número de explotaciones de ovino.

Alejadas de todo objetivo económico, un buen número de explotaciones mantendrá pequeños rebaños de ovejas, un reducido número de cabezas de bovino o equino, un pequeño manzanal o algo de huerta al aire libre. Es un tipo de modalidad distinta a la agricultura a tiempo parcial, con una productividad y un grado de dedicación mucho menor, prácticamente residual.

El suelo agrícola se irá abandonando progresivamente a medida que una actividad ya extensiva vaya reduciéndose y desapareciendo. Esta situación se dará de manera generalizada en aquel terreno no mecanizable pero también parece que se va a extender a aquel que puede ser objeto de uso con maquinaria agrícola, especialmente en aquellas zonas en las que no haya explotaciones ganaderas de dedicación exclusiva que demanden suelo. El aprovechamiento agrícola, sin embargo, no va a cambiar. La apuesta generalizada por el herbáceo se mantendrá mientras las actividades ganaderas continúen dominando el territorio agrícola.

El uso que sustituirá al pasto y a la pradera no va a ser el que en otro momento cumplió esa función, la plantación forestal. Las coníferas han reducido la superficie que ocupaban hace apenas diez años y la dinámica actual no indica cambios en esta tendencia. Tampoco la repoblación con frondosas es la alternativa elegida por la iniciativa privada. Actualmente, observamos cómo el bosque, tras la tala, se desatiende, iniciándose un proceso de regeneración natural. Varias razones explican este abandono pero una parece ser la principal, coincidente con la que observábamos en el espacio agrícola, la falta de mano de obra. Con el agricultor también desaparece el silvicultor.

Por todo ello, llegamos a la conclusión de que el espacio agrícola utilizable que deje de serlo será preferentemente abandonado y sobre él se iniciará una regeneración natural del tapiz vegetal. Presumiblemente el matorral y el bosque atlántico ampliarán la superficie ocupada en los próximos años.

El caserío actual, que combina residencia y explotación agroganadera, desaparecerá. La razón inmediata hemos de buscarla en la apatía por la actividad que demuestra el relevo generacional. Sin embargo, el cambio va ir mucho más allá de una mayor o menor actividad. La desaparición del mayorazgo está provocando la partición de la heredad, situación que en los próximos años se generalizará. El caserío ha llegado relativamente íntegro hasta nosotros pero ahora, una vez reconocida la igualdad de todos los hijos y una vez perdida su función productiva, se subdividirá en pequeñas parcelas con propietarios distintos. A partir de este momento, se reducen las posibilidades de constituir una unidad agroganadera. Del caserío-explotación pasamos al caserío-residencia, función que se va a multiplicar puesto que la división de la heredad que ahora realiza la familia persigue normalmente justificar la construcción de vivienda aislada.

La rapidez con la que se está materializando un proceso que podía presagiarse es tal vez su característica más llamativa. El devenir de las actividades de producción, el momento económico y la demanda de suelo para urbanizar, el abandono masivo de la actividad por una población que ya la ejercía como A.T.P. y la llegada a la titularidad del caserío de una generación nacida en una sociedad urbana, con nuevos valores y nuevas realidades económicas, aceleran el final previsto en toda aquella agricultura desarrollada en espacios periurbanos.

Juan Cruz ALBERDI COLLANTES