Concepto

Baserriak. Arkitektura (versión de 1977)

Se denomina «caserío», en castellano, y baserri o basarri, en euskera, a la casa agro-pastoril situada en el campo como vivienda aislada. Su nombre castizo alude a «gente», erri, de «bosque», baso. Se suele usar algunas veces el nombre basetxe, «caserío», que no alude al elemento humano sino a la construcción material, a la casa. Es, pues, basetxe, un concepto vacío de humanidad y superficial. El caserío, como unidad de la población dispersa, se halla más o menos lejano de los núcleos urbanos a los que se viene denominando kale y de ahí, baserritar, «casero», y kaletar, habitante urbano. Según el grado de cercanía a los pueblos, iri, uri, el P. Larramendi distinguía tres categorías:etxondo:caserío muy cercano a un puebloetxalde:caserío menos cercanobaserri:caserío lejano del pueblo.Estos caseríos eran de dos clases: solariegos y dependientes. La «borda» es de menor categoría que el caserío. v. BORDA. Muchas veces la borda es una simple dependencia del caserío o de las casas urbanas y no se habita. Pero en siglos anteriores las bordas se habitaban y de ahí, el nombre de bordari, que se distingue de baserritar. La borda es siempre dependencia que radica en el monte lo mismo que la cabaña y la choza, todavía de menos categoría, entretanto el corral es de localización urbana y contigua a las casas ya que el caserío suele añadir a la construcción principal anexos especiales para tales fines. El caserío como casa de labor se halla en medio de las tierras de cultivo. En él viven una familia, a veces también algunos parientes, y los criados o morroiak. Caro Baroja que lo ha estudiado sintetiza su función agraria con mucha concisión y exactitud: «Contiene establos para las vacas (B), pocilgas para los cerdos (C), lugar para las gallinas y otros animales domésticos (D), así como espacios para depositar y reparar los aperos de labranza, prensas para hacer sidra (E), graneros y almacenes para la cosecha en general (F). No falta, a veces, junto a ella, alguna construcción aneja. Las cosechas están constituidas por el maíz (I) que se siembra (I) combinando con las alubias (II) y el nabo o remolacha (III) y que coge gran parte de las tierras, y por otro, el trigo, al que hoy se dedican parcelas menores, u otro cereal: el lino se cultiva en contadas localidades y en cambio la huerta, con berzas, habas, etc., cobra cada vez más importancia. Este tipo de explotación -sigue-, muy generalizado, difiere considerablemente no sólo de los de otras partes de España y el occidente, sino también de los que en el mismo país se hallarían al finalizar el medioevo y comenzar la Edad Moderna. Muchos cereales entonces muy sembrados son poco conocidos ahora» (Los Vascos, pp. 163-164). Hoy los manzanales y la sidra han caído casi totalmente hasta el punto de desaparecer las clásicas sidrerías de las ciudades. Los rebaños de ovejas son pequeños y sujetos a sistema de pequeña trashumancia. El pino ha surgido en muchos de los campos y laderas de montañas propiedad de los dueños de caseríos como riqueza forestal nueva. El animal de tiro empleado es el buey. A principios del s. XIX, según Moguel, el casero fuerte de Vizcaya poseía dos bueyes, dos vacas de enganche, dos de cría, dos novillos, dos terneras, ocho vacas montaraces, basa-bei, un novillo montaraz, basa-idizko, dos bueyes de cebar, sesenta ovejas, dos carneros, ocho cabras y un macho cabrío. La extensión de las tierras cultivadas en los caseríos de la vertiente cantábrica, oscilaría entre 4 a 6 hectáreas, pero en Zuberoa, Alava y centro de Navarra es donde alcanzan más. De todos modos el caserío vasco, como explotación económica es sumamente complejo, como anota Caro Baroja, con rasgos muy modernos al lado de otros antiquísimos.

Bernardo ANAUT