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MOBILIARIO

Mesas. Las mesas, es de suponer que se usasen en nuestra tierra desde épocas remotas, aunque no se conocen anteriores al siglo XVII. Quizá esta falta de ejemplares de épocas más antiguas se deba a que sólo se utilizasen en muy contadas casas y a que en el resto de los edificios se reemplazasen por tableros abatibles sujetos a la pared, como se ha seguido haciendo durante siglos con el clásico y popular "txixilu", o quizá también a que en lugar de mesas utilizasen tableros que irían colocados sobre caballetes de quita y pon, lo que facilitaría su rápido desmonte. Pero la realidad es que las mesas del País Vasco son uno de los muebles que menos carácter local tienen. Todas ellas provienen, como máxima antigüedad, de principios del XVII. Sus patas son siempre totalmente verticales y van torneadas, pero nunca acanaladas o torsas, quedando afianzadas en su parte inferior por una chambrana en "H" o en otros rectangular. Muy característico de ellas es que nunca se hacían sólo con el tablero y las patas, que es como se consigue la mesa cómoda para comer, sino que llevaban siempre cajones y aun en los casos en que no los colocaban siguieron teniendo debajo del tablero una ancha franja de madera, colocada sin duda para darlas una mayor solidez. Los cajones llevaban un tallado, muy suelto y gracioso, generalmente de hojas y a veces flores, muy barroco, pero rara vez de carácter geométrico como fue usual en las arcas de esa época. Nunca se realizaron aquí con las bellas patas de recorte llamadas "de lira" tan usuales en todas las regiones colindantes, ni se les dio esa ligera inclinación usual en tales patas, inclinación que daba a las mesas de allende el Ebro tanta solidez y elegancia. Tampoco fueron utilizados aquí los hierros forjados, curvos o rectos, para sujetar las patas al tablero. Ya en el siglo XVIII se hicieron muchas mesas en las que quedó suprimida la chambrana y las patas torneadas, haciéndose éstas cuadrangulares y más estrechas abajo que en el arranque. No obstante se siguió conservando la franja o cenefa adosada debajo del tablero, lo que siguió haciéndolas muy incómodas para ser utilizadas como mesas de comedor. Aun careciendo de sabor local, justo es reconocer que las mesas construidas en esta región son todas de bellas proporciones, tienen una bonita talla y pueden ser comparadas en calidad con las realizadas en otras regiones españolas.