Lexicon

MOBILIARIO

Arte.
Generalidades.
Renunciaremos a tratar de los muebles usados aquí en épocas primitivas, así como en los siglos de Roma y en los posteriores de los visigodos dado que carecemos totalmente de datos que nos permitan afirmar cuáles fueron, por lo que debemos comenzar con la época prerrománica, hacia el siglo X; época de la que ya tenemos algunos conocimientos fehacientes de este tema. En realidad sólo sabemos de los muebles de tales tiempos que eran muy escasos y toscos, a juzgar por los que figuran en los Códices Emilianense y Albeldense, hoy en el Monasterio del Escorial, Códices que fueron escritos y dibujados en La Rioja, región en la que por entonces se hablaba el vascuence, si no exclusivamente, sí a la par que el latín y el imperfecto castellano, por lo que no es disparatado deducir que las gentes de nuestra tierra tendrían los mismos modos y costumbres que los de la vecina Rioja. Del estudio de estos Códices se llega a saber que los muebles eran escasísimos, aun en las mansiones reales. Sólo altos atriles, junto a los que los escribas permanecían en pie, algunos raros y duros sillones de rígido respaldo, camas de elevada cabecera y con más abundancia cofres o arcas, por lo que cabe deducirse que la mayoría de la gente se sentaría en el suelo sobre burdos almohadones de borra, utensilio más fácil y barato de hacer que una silla; sin olvidar que ésta era la manera usual de sentarse incluso por los grandes magnates, pues así lo hacía el Rey Alfonso VI, que en eso y en otras costumbres seguía las normas de los invasores mahometanos, gentes entonces más cultas que las que poblaban la dividida Europa. Lo que sí es seguro es que en esas centurias se usaran aquí las arcas o cofres, pues eran ya muy usuales en la época de Roma, hasta el punto de que este mueble ha llegado hasta nosotros con el nombre de "arca" que es el mismo que le daban las gentes del Latio. Razonable es suponer que las usadas entre los siglos X al XIII estarían forradas de cuero y que se hallaren reforzadas con largos y anchos zunchos de hierro y grandes clavos de cabeza plana, muy al estilo del llamado Cofre del Cid que se guarda en la Catedral de Burgos, aunque ninguna de las fabricadas en el País Vasco ha llegado hasta nosotros. Ya en la época gótica, al aparecer los grandes edificios que permitían sus altas bóvedas, debió aumentar grandemente el número de muebles, así como el tamaño de éstos, al menos en las iglesias, en las casas burguesas y en los castillos y torres de los "jaunchos", que por sus frecuentes idas a alejadas regiones de España, con motivos de nuestras guerras de Reconquista, verían y copiarían otros modos de vivir más refinados que los nuestros. Sabido es que en esta época la vida se hacía en las casas alrededor del fuego de la chimenea o más bien del de la campana de la cocina, debido al frío existente en las habitaciones, ya de más alto techo y con frecuencia con muros de piedra, así como a la falta de cristales en las ventanas que debían protegerse con telas enceradas que sólo permitían un ligero paso de luz o bien con contraventanas de madera que lo oscurecían todo. Este modo de vivir en familia y alrededor del fuego, trajo consigo la creación de muebles mayores y en general muy pesados, siendo los más comunes los bancos y los arcones. Es ya a partir de mediados del siglo XV cuando los muebles construidos en esta tierra empezaron a tener un cierto carácter local, y aunque si es verdad que mientras imperó el estilo gótico, ese carácter fue apenas perceptible y a veces prácticamente inexistente, conviene para mayor claridad estudiar, a partir de tal época, cada pieza por separado, dado que a lo largo de los siglos siguientes el "vasquismo" de algunos muebles resulta indiscutible, mientras que algunos otros, aunque ejecutados aquí, apenas si poseen un ligero carácter de esta tierra.