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MOBILIARIO

Bancos. Los bancos en el País Vasco no parece fueron de uso tan frecuente como al otro lado del Ebro, a juzgar por la escasez de estas piezas antiguas que han llegado hasta nosotros. En general su construcción fue muy sencilla, careciendo corrientemente de respaldo y limitándose, tan sólo, al asiento y las patas, por lo que en consecuencia carecían de toda decoración o talla. Sí hubo, ya en el siglo XV o primera mitad del XVI, los decorados en sus respaldos con la talla de "servilleta", aunque parece que no fueron muchos y sí solamente algunos pocos destinados a las casas de ricos "jaunchos" o a ser utilizados en las parroquias de abundantes diezmos. Un bello ejemplar de estos últimos que se conserva en la iglesia de Azpeitia nos hace lamentar que no fuese abundante su fabricación. Con la llegada del Renacimiento y de la influencia italiana, los bancos nuestros aunque conservaron todavía su rusticidad, sus líneas rectas, sus patas gruesas y la dura verticalidad de sus respaldos, comenzaron a cubrir éstos con arquerías y columnillas así como a colocar algunas sencillas tallas geométricas en sus travesaños, siendo curioso de observar que las bellas conchas o veneras de Santiago, tan usuales en esta época en los respaldos de nustras sillas, nunca se usaron en los de los bancos, no obstante proceder la totalidad de éstos de las parroquias y ser la venera un motivo ornamental de origen religioso. Sin duda fueron también conocidos aquí desde lejanas épocas los bancos de respaldo movible, mueble de origen gótico que es frecuente ver en las pinturas de los primitivos del centro de Europa y que tenía la ventaja de que puesto delante de la chimenea podía el usuario, moviendo tan solo el respaldo, colocarse frente al fuego o de espaldas a él. Un banco de éstos pero ejecutado ya en pleno barroco, fue hallado en la parroquia guipuzcoana de Ezquioga. Tiene un bellísimo costado ricamente tallado con hojas, siendo de admirar la elegante terminación de su costado rematado con una elegante voluta que hace pensar si el tallista se inspiró para hacerla en el remate de un violín. Posteriormente, quizá ya comenzado el XVIII, se construyeron en estas tierras algunos bancos con patas curvas al gusto inglés u holandés, pero aunque se supieron hacer hábilmente, no pueden considerarse como típicamente nuestros ni menos aún como de arte popular, dado que sólo se hallan en las parroquias y no tienen nada que los distinga de los bancos de tal época construidos en otras regiones de España. Lo mismo puede decirse de los sofás, pues los pocos que se conocen como hechos realmente aquí, no tienen la más ligera característica que permita relacionarlos con la artesanía vasca.