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INDEPENDENTISMO

El postaranismo independentista. Autores nacionalistas, posteriores a Sabino Arana, seguirán expresando de forma similar la originalidad vasca. Evangelista de Ibero, ante la pregunta ¿Qué es nacionalismo vasco?, responderá: "El sistema político que defiende el derecho de la raza vasca a regirse y gobernarse a sí misma, según sus propias leyes y con absoluta independencia de toda otra raza. ¿Cuál es la base de este sistema? La distinción que existe entre la raza vasca y los demás que pueblan la tierra". Será el nacionalista Francisco de Ulacia, procedente del nacionalismo más pragmático y moderado de la sociedad Euskal-Erria, quien plantee, por primera vez, la necesidad de fundamentar la independencia nacional no en los elementos objetivos (raza, lengua, historia, etc.), sino en elementos subjetivos, en la voluntad de un pueblo determinado para constituirse en nación. Este factor subjetivo, voluntarista, va a ser tenido en cuenta por los teóricos nacionalistas posteriores, si bien considerándolo como uno más entre los componentes de la nación. El pensamiento nacionalista radical del grupo Aberri y posteriormente del Jagi-Jagi mantendrán estas constantes. Su independentismo se justifica por la situación diferencial del País Vasco respecto a España. Eli Gallastegui dirá que: "somos vascos, por raza, por idioma, por tradición, por instituciones, por costumbres, vascos por deseo y voluntad". Teniendo todos los elementos necesarios y sintiendo que el pueblo vasco es diferente al resto de los pueblos que le rodean, el derecho a la independencia se afirma como única solución para el País Vasco, lo demás serán tácticas que conduzcan hacia el objetivo final: la independencia de Euskadi. El nacionalista vasco Javier de Landáburu, insistirá en la misma lógica, cuando se trate de fundamentar la diferencialidad vasca. "Somos, a nuestro juicio, una nación indudable, pero ello no sería bastante si no tuviéramos otras características que también nos parece fundamental (...), la voluntad de serlo, el afán de ser nación". En todo el pensamiento nacionalista intransigente, anterior a la guerra civil, hay una constante; la misión histórica del pueblo vasco se realizará cuando se haya logrado la desaparición de toda influencia española del territorio vasco. Para estos pensadores, las relaciones sociales con España son exclusivas, por tanto rechazan las corrientes que, aun dentro de la propia organización nacionalista, propugnan un acercamiento táctico a la estrategia estatal. Dentro de la organización nacionalista surgen también voces más moderadas que no rechazan relaciones con el Estado español. Quizá sea la pluma de Engracio de Aranzadi la más significativa. Kizkitza, sin rechazar la independencia, como objetivo último, propugna relaciones con el Estado español, ya que opina que: "Los anhelos políticos del nacionalismo se formulan ante el Estado español y ante el pueblo vasco". Para Aranzadi, la independencia del País Vasco no supone una condición sine quanon para la recuperación de la identidad nacional. El pueblo vasco puede seguir existiendo y reproducirse diferencialmente aunque no se haya logrado la independencia. Posiblemente las diferencias entre una y otra corriente sean más de táctica política, de medios para conseguir el fin, que de discrepancias profundas en el tratamiento del problema. En ambas versiones la independencia del País Vasco se establece como condición última y frontera que delimita el sentimiento nacional. El nacionalismo de preguerra está anclado en la visión sabiniana de la independencia vasca. Aunque ésta se dibuje con tintes más o menos abstractos no deja de ser una referencia simbólica, inevitable en el movimiento nacionalista. Otra cosa diferente, y aquí se centran muchas de las discrepancias entre una y otra versión del nacionalismo, son los medios y la practicidad para conseguir el objetivo último. Pero lo que es evidente es que el objetivo independentista es el referente que realimenta la definición diferencial del País Vasco, formulada por los nacionalistas.