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INDEPENDENTISMO

Sentido del Independentismo. En un mundo que se estructura políticamente a través del Estado-Nación, la afirmación independentista consistirá en la consecución de un espacio político propio, dentro del cual se le reconoce soberanía. En consecuencia, la aspiración última de todo independentista es crear un Estado-Nación, dotado de soberanía y con autonomía para tomar las decisiones que reafirmen la independencia. El independentista aspira a hacerse responsable de los bienes y riquezas materiales de su país, administrar la estructura cultural y realimentar la diferencialidad de su identidad nacional. Todo movimiento independentista tiene por objetivo producir una identidad que dote de personalidad a los integrantes del movimiento, les hace compartir un pasado y un futuro y les crea un sentido de comunidad, donde los miembros se reconocen en los signos y símbolos diferenciados. La formulación es obra de la intelligentsia. Al justificar el independentismo, los intelectuales suelen emplear una serie de elementos bastante constantes; así el descubrimiento de héroes nacionales; la descripción de los pueblos vecinos con una serie de características más o menos peyorativas, que realcen, por contraste, la peculiaridad nacional. En otras ocasiones, los valores nacionales descritos corresponden a hechos reales y legítimos. La afirmación de la independencia nacional va paralela a la construcción de un sistema ideológico. En los diferentes movimientos independentistas podemos distinguir tres aspectos que básicamente corresponden a la afirmación de su identidad. El primero y más inmediato es la declaración del derecho a la libertad nacional. Derecho que como pueblo autónomo cree poseer. Los deseos de libertad nacional carecen, muchas veces, de posibilidad de ser conseguidos inmediatamente, pero son de un gran valor funcional y movilizador, ya que mantienen abierta la esperanza en un futuro más acorde con sus pretensiones. El segundo es la defensa de los intereses materiales inmediatos de la comunidad nacional desde una óptica económica, política, social y cultural. En tercer lugar los independentistas van a elevar a categoría transhistórica las peculiaridades significativas ligadas a la tradición. A la hora de afirmar su derecho a la soberanía nacional y a la no dependencia, el independentismo va a emplear argumentos ligados a la existencia de una libertad histórica primigenia anterior al proceso de dependencia. Esta libertad puede estar o no fundada, pero sirve para marcar diferencias y trazar un espacio propio diferencial. También se recurre a la existencia de unas diferencias antropológico-culturales que fundamentan la diferencialidad. Se recurre a las peculiaridades de la cultura popular y a la formación de una visión del mundo peculiar, significativa y diferencial. Los argumentos más empleados son la lengua, el territorio, el folklore, etc. La formalización del discurso independentista ha seguido diversas vías, dependiendo de la situación histórica y la perspectiva económica, política, social y cultural. En un primer momento el independentismo se afirma como discurso liberador frente al poder oscurantista feudal. La manifestación del triunfo del discurso independentista es la consolidación del Estado-Nación y la promulgación de las constituciones liberales, donde el individuo-ciudadano se afirma como centro sagrado de la naciente sociedad industrial, en contra del poder totalizador absolutista y las interpretaciones metafísicas. Una segunda situación histórica se deriva de la consolidación del poder burgués. Consiste en la extensión planetaria del modelo económico-político occidental y el nacimiento del colonialismo como forma de relación entre el centro y la periferia. En estas circunstancias los movimientos independentistas cuestionan el carácter colonial, dependiente y alienante que les liga a la metrópoli y reivindican la soberanía y la administración indígena de sus intereses. El independentismo es reacción frente a la opresión colonial que les niega el derecho a ser ellos mismos. La tercera situación se produce en el interior de los Estados-Nación ya establecidos. Minorías nacionales que se sienten injustamente tratadas en el organigrama estatal generan un conflicto con la visión uniforme y homogénea de la razón política estatal. No siempre este conflicto llega a desarrollar un movimiento independentista, sino que la concesión de ciertos derechos y la autonomía política suelen ser argumentos suficientes para calmar los deseos más radicales. En otras situaciones, el conflicto se plantea radicalmente entre dos lógicas. Una de las cuales reivindica su identidad, sus peculiaridades y piensa que éstas sólo se podrán desarrollar cuando se construya una nueva estructura política diferente a la estatalmente definida. El independentismo "minoritario" se afirma contra el Estado-Nación y es articulado por un movimiento social de tipo nacionalista radical. Independientemente de las situaciones previstas, todo proceso independentista se proyecta sobre un cuerpo de supuestos que constituyen una especie de condición sine quanon para todos los movimientos independentistas. Las diversas interpretaciones, del signo o cariz que sean, se construyen desde estos supuestos que funcionan como aprioris interpretativos. Los supuestos son recogidos de forma sobresaliente por A. Smith que los reduce a siete:

1. La humanidad se halla dividida naturalmente en naciones.
2. Cada nación tiene su carácter peculiar.
3. El origen de todo poder político es la nación, la colectividad total.
4. Para su libertad y autorrealización, los hombres deben identificarse con una nación.
5. Las naciones sólo pueden realizarse en sus propios estados.
6. La lealtad al Estado-Nación es anterior a las demás lealtades.
7. La condición primaria de la libertad y armonía globales es el fortalecimiento del Estado-Nación.

El independentista se reconoce en el Estado-Nación, no tanto como realización fáctica, sino como proyecto del futuro. Piensa que la única forma práctica de salvaguardar la individualidad y de plasmar la independencia es mediante el uso del poder y de la política planificada, cuyo único instrumento, bajo las condiciones modernas, es el Estado. Los independentistas pueden diferir respecto a los medios sobre cómo preservar o crear la independencia, pero no con respecto a los fines, sobre lo que hay que preservar.