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Historia de la Música en Euskal Herria

Fueron extranjeros los que llamaron la atención sobre la riqueza musical de este pequeño pueblo vasco. Hacia 1850 fue Gevaert, director del Conservatorio de Bruselas, quien de vuelta de un viaje por nuestro país reveló la existencia de un tesoro escondido, nuestra música popular. Por la misma época ya teníamos escribiendo estudios musicológicos al navarro Hilarión Eslava, el primero de nuestros musicólogos, pero aparte de sus estudios sobre el Zortziko poca cosa aportó sobre nuestra música como no fueran notas de su historia musical.

Los extranjeros seguían siendo los primeros en hacer atinadas observaciones sobre nuestra música, y así, fue Charles Bordes el primero que realizó un estudio musicológico sobre la música popular vasca. Después vendrían otros extranjeros que estudiarían parcelas importantes de nuestra cultura musical: Rodney Gallop, Violet Alford, George Hérelle, Henri Gavel, etc. Entre los nuestros, apenas si surgen estudios musicológicos hasta el siglo XX, con la excepción de Antonio Peña y Goñi (1846-1896) y Eustaquio Uriarte Amorrortu (1863-1900).

Ya en el siglo XX fue un ingeniero quien, con sus originales apreciaciones, provocó la reacción: Francisco Gascue Murga (1848-1920), al afirmar que nuestra música era de origen céltico, despertó a sus principales opositores, Resurrección María de Azkue y José Antonio de Donostia, que empezaron a tomarse el asunto en serio y a investigar los orígenes de nuestra música y las diferencias con la de otras culturas. Después se sumarían otros estudiosos, en los que el amor a lo propio y el estudio continuado han suplido, a veces con creces, la falta de preparación académica de unos estudios oficiales de musicología.

En una primera generación de estudiosos de la música podríamos incluir, junto a los ya mencionados Azkue y Donostia, a José Arriaga ("Juan de Eresalde"), Juan Carlos Gortázar ("Ignacio de Zubialde"), Leocadio Hernández Ascunce, Juan Bautista Elustiza, Norberto Almandoz, Luis y Juan Iruarrízaga, José María Arregui, José Arrúe, Francisco Madina, Nemesio Otaño, José Uruñuela, Isidoro Fagoaga, Ángel Sagardía, etc.

La nómina de la siguiente generación, la que investiga y escribe en la postguerra, es algo más larga, lo que revela un mayor interés y quizá una mayor preparación de nuestro colectivo para los estudios musicológicos: Julio Caro Baroja, Jorge de Riezu, Enrique Jordá, Javier Bello Portu, José María Zapirain, Dionisio Preciado, Claudio Zudaire, Juan Cruz Labeaga, José Goñi Gaztambide, Aurelio Sagaseta, Jesús María Muneta, Luis Elizalde, José Luis Ansorena, Pablo Bilbao, Luis de Pablo, Tomás Marco, Joaquín Pildain, Sabin Salaberri, Javier Hernández Arsuaga, José Ignacio Ansorena, Jon Bagüés, Carmen Rodríguez Suso, José Antonio Arana Martija, María Luisa Ozaita, María Carmen Gómez Muntaner, etc.