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Historia de la Música en Euskal Herria

La gran pujanza del nacionalismo musical anterior a la guerra de 1936 se vio bruscamente cortada y, si después de ella siguieron los epígonos del nacionalismo componiendo y, sobre todo, interpretando ese género musical de la preguerra, pronto surgirán los músicos vascos que cultiven la música de los nuevos tiempos, abriéndose a Europa y al mundo más que sus predecesores.

Los oyentes vascos comienzan a darse cuenta del cambio cuando en el I Festival de la Canción Vasca de 1965 pugna por el primer premio para obra coral mixta una obra clásica, tradicional, Mendietan, de José Olaizola, que lo gana, y Nora?, de nuevo cuño, de Rafael Castro. Este género vocal será trabajado con éxito por varios compositores, entre ellos Juan Cordero Castaños, ganador de varios premios de composición en Bilbao y Tolosa, Joaquín Pildain, Lorenzo Ondarra, Gotzon Aulestia, Carlos Iturralde y varios más. Pascual Rodríguez Aldabe compone también dentro de las nuevas corrientes.

Pero varios años antes, algunos vascos afincados en Madrid o París habían traspasado ya nuestras fronteras sin que su producción musical fuera conocida en nuestro país. El primero en hacerlo fue Luis de Pablo Costales que vislumbró las nuevas corrientes cuando en 1948 leyó a Leibowitz y a Messiaen. Sus primeras composiciones datan de 1944, pero no se lanza hacia la nueva música serial hasta después de terminar su carrera de Derecho en 1952. Su primera obra de nuevo molde es Gorgolas, quinteto para clarinete y cuerda. Su producción será ya continuada y en 1958 será interpretada en París y en la BBC de Londres. En 1959 funda el Grupo Tiempo y Música y en 1965, Alea. Para entonces ha seguido cursos con Boulez, Stockhausen, Messiaen y Ligeti y en 1964 empieza a recibir encargos de obras. En 1966 se traslada a Berlín con una beca y sigue componiendo obras que son estrenadas en los más diversos lugares, adquiriendo renombre universal. Ha escrito infinidad de artículos musicales, libros sobre música contemporánea y ha dirigido varios Festivales Internacionales.

Algo más tarde asoma al mundo de la composición Carmelo Alonso Bernaola. En 1946 hizo sus primeras composiciones para Banda y Coros y en 1952 estudió con Massó, Calés y Julio Gómez, ganando en 1953 la plaza de clarinete de la Banda Municipal de Madrid. Obtiene en el Conservatorio madrileño premios de armonía y composición y, por fin, en 1959, consigue lo que muy pocos vascos han conseguido: el Premio de Roma que le lleva a Roma a estudiar con Petrassi. Vuelto de Roma gana el Premio Nacional de Música con Cuarteto n.° 1. En 1972 es profesor de Nuevas Técnicas en el Conservatorio de Madrid. Su producción es también ampliamente conocida y apreciada a nivel internacional.

Rigurosamente contemporáneo es el navarro Agustín González Acilu (Alsasua, 1929) quien tras sus primeros estudios con Luis Taberna da un cambio en su formación por la intervención de Fernando Remacha. Con una beca de la diputación de Navarra viaja realizando estudios en París, Roma, Venecia y Darmstad. El género de música que cultiva es muy especial: la musicalidad de la fonética de las lenguas, sin despreciar otros géneros, por supuesto. Con desarrollos de la musicalidad del euskara compone el Oratorio Pan-lingüístico, con lo que obtiene el Premio Nacional de Música en 1971. Su obra vocal Arrano beltza fue estrenada en 1977 por la Coral de Cámara de Pamplona.

Antón Larrauri Riego pasó del Profesorado de Letras Clásicas a la crítica musical y, casi simultáneamente, a la composición en la que abarca los géneros de Gran Orquesta, Música de Cámara, Vocal, Electrónica, adentrándose en parte en estéticas de música actual y, en parte, en esquemas tradicionales con presencia de la vena popular vasca. Más de setenta partituras se deben a este original compositor, autor de la obra Foguera, encargo de la Fundación Príncipe de Asturias.

En París Félix Ibarrondo donde perfecciona su técnica con Ohana, Deutsch y Dutillex. Ha recibido también varios premios y encargos.

En Alemania se prepara Enrique Ugarte Alonso que ha estrenado algunas obras en Munich.

Para cerrar estas líneas viene una figura femenina, la de María Luisa Ozaita Marqués, que a su labor interpretativa, fundamentalmente en el clavecín, añade la faceta de la composición y la investigación musical.