Literary Figures

Guerra Garrido, Raúl

Con la novela El año del wólfram (1984), la literatura de Guerra Garrido traspasa un nuevo horizonte. Se trata de la primera novela en la que el escritor sitúa la acción en un escenario distinto al País Vasco. Era un espacio nuevo, pero en modo alguno distante. Y no sólo por un motivo. En primer término, porque la relación entre el Bierzo y el País Vasco ha sido muy intensa en la historia contemporánea. Desde que Julio de Lazúrtegui propusiera la creación de Una nueva Vizcaya a crear en El Bierzo (1918), al presente, pasando por ese nervio de comunicación humana en que se constituye el tren de la Robla, el Hullero, que relacionó Bilbao con León en los tiempos más románticos y en los menos felices del siglo XX. Y, en segundo, y acaso primer término, si lo vemos desde el ángulo del autor, porque el novelista, con esta nueva novela tan sólo había hecho una excursión a la infancia. Los padres del escritor son de Cacabelos; sus antepasados plantaron viñedos de raíz profunda en esa comarca, que no es León, ni es Galicia, ni deja de ser ambas cosas, pero tiene tantas notas de ambas naturalezas: El Bierzo.

Comienza en ese año de 1984 un nuevo ciclo narrativo del escritor, aunque las constantes que determinan la nueva novela, en la que no falta magia, tienen un parentesco evidente con las narraciones anteriores de Guerra Garrido: el antihéroe, el individuo ante la historia, vuelve a sentir de cerca la violencia ambiental. Tampoco era un salto en su memoria personal, pues, como recordará al publicarse El año del wólfram, la idea le rondaba desde la juventud. Raúl Guerra había escrito a los veinte años un cuento, titulado "Alrededor de la peña", que relataba en esencia parte de los avatares que revolucionaron la vida cotidiana en El Bierzo. El escritor volvía ahora a recoger aquel aroma del tiempo, en el que un espacio se vio determinado de manera brusca, traumática y vibrante, como sucede en tantos fenómenos económicos, al arañar la tierra berciana, rica en minerales de valor. Pero la novela retrata usos, oficios, conductas, miradas y entendimiento del tiempo y sus valores en las gentes del lugar, que el novelista incorpora con realismo adecuado y sin tentación tremendista. Lo dice el escritor:

" El año del wólfram es mi novela del Bierzo. Siempre había hecho referencias marginales, aquí entro a fondo en su esencia, en la mitología de la fiebre minera que se inicia con los ramos en la Médulas, en su cotidianidad de vendimia y matanza: el botillo. Me gusta contar historias que no recogen los libros de historia: esta es la guerra del wólfram, la de los espías aliados impidiendo comprar a los alemanes el mineral estratégico y, en medio, un pueblo que lucha por salir de su miseria, sobre 1944 y 1945. Se suceden los acontecimientos a la velocidad de una del Oeste, desfilan casi cien personas con nombres y apellido, personajes que van de la Peña del Seo, pasando por la plaza de Cacabelos, a El Dólar de Ponferrada: la ciudad del dólar la llamaban por entonces. Un realismo social lleno de fantasías, los animales premonitorios del amor y el odio, el don del bien de ojo, extraño encantamiento de la Bruxa de Quilós. Una acción lineal, en primera persona el protagonista, Ausencia, en busca de su personalidad, y en tercera persona, el resto de los personajes. La sorpresa final, el desenlace insólito, se enrosca en tres sacudidas, la del espía, el inglés, la del negocio del wólfram y la de un amor imposible. Utilizo los apodos de la zona, pero sus titulares no figuran en el contexto, eso sí, me ayudaron con sus anécdotas y recuerdos".