Unassigned

EUSKARA OBJETIVO (LENGUA: HIZKERA)

Proposición ordinal II.

Suplementaria. La proposición escueta formada por sujeto y verbo; gizonak jaten du, se puede complementar, enriquecer de sentido, mediante la introducción de palabras adecuadas. Si digo, ahora, gizon gizenak- jaten du, "el hombre gordo come", he añadido al sujeto gizona un suplemento que precisa que se trata del hombre gordo entre otros que no lo son. Si digo gizon gizena - ogia jaten du, introduzco no un suplemento, sino un complemento importante a toda la frase, un tercer miembro. Esto nos dice que los elementos suplementarios, en sentido amplio, pueden afectar a cada miembro en particular o la proposición entera. Aclaración.-Sin rebasar el nivel "miembro de frase" se suelen ofrecer tres tipos de aclaración del sentido: por medio del añadido de adjetivos y determinantes, por incisos explicativos o por exclamaciones expresivas. Llamamos suplementos a la adición de nuevos significados que completen directamente al sujeto, al complemento o al proceso, sin romper su unidad formal ni semántica. Al decir etxe, "casa", puede ser una cualquiera, pero al decir etxe gorri, "casa roja", puede serlo un número más restringido de casas, aquellas que son precisamente de ese color. El término gorri, "rojo", restringe el significado de casa a sólo las que reúnan esa condición. Al decir etxe au, "esta casa", determinamos que precisamente es ésta y no otra cualquiera. Estos segundos términos suplementarios complementan, pues, y acompañan en euskara al término principal. etxe eder, "casa hermosa"; mutil gazte, "muchacho joven"; etxe ori, "esa casa"; zein etxe?, "¿cuál casa?", etxe batzuek, "algunas casas"; etxe orixe, "esa misma casa"; etxe bar, "una casa", etc. laister etorri, "venir rápido"; asko jan, "comer mucho"; poliki ibilli, "andar despacio"; eskuz idatzi, "escribir a mano"; nere etxe, "mi casa"; bi etxe, iru etxe, "dos casas", "tres casas"; seigarren etxe, "sexta casa". Determinar, modificar, precisar, se hace generalmente por medio de semantemas de relación como: etxe-a, "la casa"; etxe-ko, "de casa" (locativo); etxe-arekin, "con la casa"; etxe-entzat, "para las casas"; gure-tzat, "para nosotros". etor-tzen, "viniendo"; etorri-ko, "de venir"; etorri-tako, "venido". Al expresarse por dos o más palabras un elemento de frase el euskara lo considera unitario a los efectos de los suplementos agrupados. El castellano dice el hombre grande u hombre grande, pero nosotros, la señal de límite de lo que es hombre, no la clavamos en los linderos del vocablo nombre, como en castellano, sino en el extremo final del adjetivo: gizon onA, gizon onAK. La entidad es, pues, (gizon on ) para ambos casos. Lo mismo si decimos etxe gorriA, "la casa roja", donde (etxe gorri)- es la entidad, la casa que es roja. Este modo de concebir al adjetivo como integrante de la entidad significada por el sustantivo se pone más de manifiesto al ver cómo estas calificaciones reciben en su propia forma el trato gramatical reservado para aquéllos: (gizon aundi)-Aren, "del hombre grande"; (meza nausi)TAN, "en misa mayor", donde los infijos de ser animado y de ser incircunscrito los recibe el adjetivo haciéndose uno con el sustantivo. El delimitador -A, "el", figura en la primera (gizon aundi)-Aren, o el -TA, en la segunda: (meza nausi)TAn. Si tal es la unidad de ambas cosas, sustantivo y adjetivo, no choque que existan adjetivos para sólo personas como zintzo, "sincero"; elizkoi, "devoto", o aplicables a todos los seres animados como goseti, "hambriento" o loti, "dormilón", como observa Azkue. Pero no es tan estricta esta aplicación, porque puede entrar en juego el sentido figurado y pasar por encima de todas las barreras. Fijémonos en la palabra muerto, aplicada como adjetivo, en la palabra ur-il, "agua tranquila", "charco": lit. "agua muerta". No obstante, la muerte es lo más propio de los seres animados. Esta unidad sustantivo-adjetivo, o entidad-accidente, se pone de manifiesto también al calificar un nombre propio: si decimos Pascual-Andi, Juan-Txulo, entendemos a los adjetivos andi, "grande" y txulo, "agujero", como epítetos, lo cual no es lo mismo que Pascual andia o Juan txulua. En el primer caso forman parte de la entidad "nombre propio". En el primer caso el adjetivo se asimila al nombre propio pero en el segundo, es ya un adjetivo común. En la frase gizon bat, "un hombre", determinamos el número de hombres entre muchos; en gizon au, el más cercano en una escala de tres términos: aqui, ahí, allá. Gizon au, gizon ori, gizon ura, "este hombre" "ese hombre", "aquel hombre" no es otra cosa que determinar en qué grado de proximidad está el hombre a que nos referimos; en gizon asko, ya no indicamos número exacto ni término espacial, sino cantidad en una escala desde la nada al infinito: gizon gutxi, naiko gizon, gizon asko, "pocos hombres", "bastantes hombres", "muchos hombres". En estos casos la entidad gizon se menciona expresamente pero no en gutxi ikusi ditut, o lau etorri dira, donde están tácitamente expresados. Estas frases se equivalen:

Forma expresa: lau gizon etorri dira, "cuatro hombres han venido".
Forma tácita: lau (gizon) etorri dira, "cuatro (hombres) han venido".

En el primer caso tau determina el número de hombres; en el segundo caso determina su número igualmente pero, además, asume su representación en forma, por así decirlo, secundaria. Lo mismo podría decirse de los demás determinativos. Ahora completemos la entidad, en sí misma, en sus accidentes y en su determinación. En las frases, Etxe gorri bat, etxe gorri au, etxe gorri asko, "Una casa roja", "esta casa roja", "muchas casas rojas", observamos que en euskara el determinativo va en último lugar después del accidente y, en cambio, en castellano, precediendo y en contacto con el sustantivo. Ahora, démosles trato gramatical: Etxe gorri bat'ek lau leyo ditu = "Una casa roja tiene cuatro ventanas". El sufijo agente 'ek rige a todo el conjunto considerándolo como una unidad: (etxe gorri bat)ek. En (etxe gorri) abek = "estas casas rojas", el euskara mantiene sin variación a etxe, "casa"; gorri, "rojo", bastando que el determinante sea plural, pues es como la coronación de todo el conjunto. Este trato gramatical, en bloque, es general, tanto para su pluralización como para la declinación. La determinación numérica precede al sustantivo como en lau etxe gorri, pero la determinación es siempre en bloque: (lau etxe gorri)AK, "Las cuatro casas rojas". Y no importa el número de accidentes mencionados ni la variedad de determinaciones expresadas: el trato, como unidad indivisible, es siempre el mismo: lau etxe gorri, luze, aundi ta zar, abek = "EstaS cuatro casaS, rojaS, largaS, grandeS y viejaS". [En la versión castellana, menos abstracta, hay varias vejeces, varias grandezas, varias larguras, varias rojetes, varias casas y varios éste]. Gizon gaizto lapur, ta eraile batEK, "Un hombre malo, ladrón y asesino". Si vamos reduciendo la frase tendremos esta escala: Gizon gaizto ta lapur bateK > gizon gaisto bateK > gizon bateK > gizoneK. O bien ampliar la frase a partir del puro sustantivo:

GizonaK ikusi du — "el hombre lo ha visto"
    1  2
Gizon gaiztoaK ikusi du = "el hombre malo lo ha visto"
    1              2
Gizon gaizto bateK ikusi du — "un hombre malo lo ha visto"
    1                    2

Ahora pongámosle en plural: Gizon gaiztoAK ikusi dute, "Los hombreS maloS lo han visto". En la mente euskérica hay una sola entidad; el grupo. En la castellana hay tres pluralizaciones, lo que quiere decir que no se tiene en cuenta al grupo, sino a sus unidades individuales, que, a su vez, separa de sus cualidades, etc. En etxe gorriAK, "las casas rojas", en vasco la idea es más sintética por cuanto resplandece la unidad que es el grupo. Otro detalle: en vasco existe la idea gorri, "rojo" que se nos ofrece en el color de una casa o en el de un pimiento. En cambio, en castellano el color de un pimiento es rojo, y el de una casa, roja, lo que nos pone en presencia de un falso género y de una falsificación de la realidad. Es otra abstracción menos del castellano.

Aposición.-Ya no se trata de calificar, determinar o precisar en general el significado del sujeto, objeto o verbo de la proposición, sino de aclarar, de hacer algunas aclaraciones, bien adheridas a los mismos, bien mediante incisos explicativos en toda la regla. Si digo jauna etorri da, aclaro al sujeto si añado etxeko jauna etorri da, "el señor de la casa ha venido". De este orden son expresiones como estas que siguen:
Kepa-ren aita, "el padre de Kepa" (Apos. Kepa-ren); Axular-ren liburu bat, "un libro de Axular" (Apos. Axularren); liburu bat bere bi azal-ekin, "un libro con sus dos tapas rojas" (Apos. bere bi-azal-ekin); En otros ejemplos constituyen verdaderos incisos intercalados: gizon ura, Bergara-ko alkateak, esan zuen, "aquel hombre, el alcalde de Bergara, lo dijo" (Apos. Bergara-ko alkateak). Caben, además, combinaciones de miembros suplementados y ahora dotados de aposiciones explicativas, adheridas e incisivas: Atzo-ko gizon gizena, zure osabak, esan du, "el hombre gordo de ayer, tu tío, lo ha dicho" (Apos. atzo-ko y zure osabak). Según nuestro análisis, gizena, "gordo", sería el suplemento de gizon, "hombre". Yone, zure arreba, erbi bezain ariña, jun zan, "Juana, tu hermana, se fue tan ligera como una liebre" (Apos. de sujeto, zure arreba; apos. de verbo, erbi bezain ariña). Y si añadimos todavía: Yone, zure arreba, Aralar-ko erbi bezain ariña jun zan-eta, "Juana, tu hermana, habiéndose ido, tan ligera como una liebre de Aralar" (Apos. del sujeto, zure arreba; apos. de la apos. Aralar-ko; apos. del verbo eta). Las combinaciones de suplementos enriquecen la proposición afinando el significado del sujeto, objeto y verbo escuetos, y añadiéndoles elementos aclaratorios de primero, segundo y tercer grado de aproximación formal y semántica.

Interjección.-Ya tenemos a sujeto, objeto y verbo suplementados y aclarados. Ahora falta, todavía, situarlos de modo expresivo: Zu, ere anaya! - ez zazu esan ori, "¡tú, hermano mío!, no digas eso. No se trata de aclarar que es "mi hermano", sino de impresionarle. Esta implicación estilística introduce cargas e incisos afectivos, invocativos o intencionales que completan así el sentido íntegro. Estas cargas e incisos expresan una reacción, física o psíquica, pero que dan precisión al sentido de cada miembro de la proposición y de ésta misma poniendo en juego uno o más interlocutores supuestos. Refiéranse al sujeto, al objeto, o al verbo, siempre se traducen en gritos, invocaciones, tacos, aclamaciones, saludos, injurias, imperativos y fórmulas hechas. La conversación se halla repleta de este tipo de palabras y fórmulas, y que, a menudo, constituyen la proposición entera por hallarse sobrentendido el resto: Kaxo, jauna!, "¡Hola señores!"; au poza!, "¡qué bien!"; izan ere!, "¡ciertamente!"; Aufa! (expresión de entusiasmo); Jesus ona!, zer da ori?, "¡Buen Jesús!, ¿qué es eso?; ene fedea!, "¡por fe mía!"; purra! purra!, (llamada a las gallinas). En estos casos la estilización llega al límite máximo por sobrecarga expresiva de una sólo o muy pocas palabras clave.