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Ideologías políticas: ¿fin o renacimiento?

Como sucede con otro tipo de fenómenos comunicativos, en el desarrollo de las ideologías también se da un circuito ideológico, un esquema que siguiendo a Lasswell podríamos identificar, esta forma: QUIEN dice; QUE y A QUIEN se dirige; COMO y PARA QUE.

O dicho de otra forma un elenco formado por emisor, mensaje, receptor, intermediarios y consecuencias o resultados. Entre los emisores se encuentran los productores tanto de la ideología dominante como los adversarios o productores de discursos ideológicos alternativos. ¿Cuál es el emisor más importante? Hoy en día, sin duda, el Estado es el principal productor de ideología, su censor, controlador y legislador.

Pero también la Iglesia o los medios de comunicación, por ejemplo, pueden serlo. Así en las sociedades ideológicamente plurales tenemos más de un tipo de circuito. El Estado, con toda su Administración Pública no tiene autonomía total ni la capacidad completa de producción y control sobre las ideologías. Por eso conocemos conflictos ideológicos, con mensajes contradictorios y sin consensos totales. Normalmente, mientras el poder político y social se mantienen, la legitimidad y la supremacía idelológica de los que ejercen el poder político se considera algo natural, pero también los movimientos alternativos (feminismo, antimilitarismo, ecologismo, nacionalismo...) hacen surgir mensajes ideológicos competitivos. De esta guisa, nos encontramos con posiciones ideológicas que entran en conflicto y que necesitan estar presentes en la agenda política y mediática para trasladar sus propuestas y orientaciones. Efectivamente, los intelectuales han sido históricamente creadores y difusores de ideologías, y lo siguen siendo, incluso en estos tiempos en los que muchos de ellos manifiestan una clara desafección ideológica.

Entre los productores ideológicos encontramos partidos, movimientos, gobiernos, poderes institucionales, líderes de la oposición, hombres o mujeres de Estado (Che Guevara, Fidel Castro, Mao Zedong, V.I. Lenin, A. Hitler), aunque estas últimas sean poco conocidas y también intelectuales. En consecuencia, encontramos muchos generadores que son capaces de crear y difundir ideologías; máxime hoy en día, cuando a la anterior lista podemos sumar periodistas, escritores, sacerdotes, sindicalistas, etc.

Otra cuestión a analizar son los métodos que los ideólogos utilizan para hacer propuestas ideológicas o para convencer a sus seguidores. Generalmente, se utiliza un método asertivo. Con pocas dudas y muchas certezas, diferenciando lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, separando la verdad de la mentira... se trata, en última instancia, de lograr la movilización de la gente y de alcanzar un alto grado de acuerdo. Para ello, se utiliza una retórica simple, plagada de metáforas claras y comprensibles, buscando la utilización adecuada y coherente de símbolos, términos y conceptos por parte de los ideólogos. En la comunicación dirigida hacia las masas o hacia la gente de "a pie" buscar la lógica interna y la coherencia no impide a su vez, que aparezcan contradicciones históricas.

A todo ello hemos de sumar no solo la dimensión externa de la ideología, sino su dimensión interna. Esta tiene que estar dotada de signos y símbolos, de significantes y de significados claramente ordenados y equilibrados, con el objeto de posibilitar una clara y normal identificación con el "nosotros" y rechazo del "otros". Los colores, las imágenes, los emblemas y los recursos escénicos son imprescindibles en el desarrollo y expansión de la ideología.

En lo que respecta a los receptores, encontramos diferente bases sociales para cada ideología, de forma que para ganar audiencia, los emisores tienen que pugnar entre ellos. Históricamente vemos cómo en el contexto de profundas crisis sociales o económicas, personas o colectivos que en otro momento anterior se situaban en un espectro ideológico determinado, pueden acabar abrazando otras ideologías. Este puede ser el caso de la atracción de trabajadores socialistas o comunistas de Alemania o Italia por parte del fascismo; o más recientemente la vinculación de estos sectores con la ideologías populistas o racistas.

Los medios y mecanismos de expansión ideológica son muy variados. Atendiendo a la difusión, intensidad y a la disposibilidad de medios y recursos técnicos, según si sus difusores son parte de la ideología dominante o de discursos disidentes las formas de actuar y de propagar ideología son claramente diferentes. Así, encontramos diferencias cualitativas en lo que respecta al tratamiento de tales discursos por parte de los mass media, especialmente en épocas de campaña electoral. Además, resulta interesante como objeto de estudio analizar los circuitos ideológicos en su totalidad y tratar de conocer cual ha sido el impacto de las diversas propuestas ideológicas tanto en los medios de comunicación como en la opinión pública.

En la actualidad los medios de difusión masiva se han convertido en instrumentos imprescindibles para la difusión de las ideologías, multiplicando su impacto. En esta última década, por ejemplo, Internet se ha convertido en un medio para expandir y dar a conocer las propuestas y mensajes de micro-ideologías o de ideologías alternativas. Por eso, en los medios están presentes las diversas perspectivas ideológicas, fortaleciendo sus contenidos, exhibiendo sus múltiples formas y estéticas y su proceso de construcción. Con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y con nuevos medios de difusión, el uso de los autores y filósofos clásicos así cómo la utilización de la Historia han sufrido cambios sustanciales. También se ha acelerado la competencia entre los diversos roles existentes en el seno de un mismo discurso (el de los ideólogos, los militantes, los simpatizantes, los receptores, los emisores). Esto a pesar de que como veremos, se haya fortalecido la visión negativa respecto a las ideologías, de la mano de las crecientes lógicas individualistas y las posturas desideologizadoras.