Concept

Ideologías políticas: ¿fin o renacimiento?

Desde que comenzó a utilizarse el concepto de ideología, este ha sido un concepto polémico, en continua discusión. Desde el primer momento en que su inventor o difusor, el filósofo-psicólogo francés Destut de Tracy lo utilizara en su obra "Fundamentos de la ideología" (Paris, 1801) fue duramente criticado por el Emperador Napoleón por considerar su obra atea y estéril. Actualmente en la sociedad del siglo XXI los debates sobre el concepto de ideología no han terminado.

Etimológicamente, ideología puede traducirse por la "ciencia de las ideas", pero actualmente en la Ciencia Política a este vocablo político le corresponde otra concepción: la del modo de pensamiento especulativo, abstracto, simbólico e imaginativo. En los 200 últimos años hemos conocido debates interminables en la discusión sobre la y las ideologías, pero en un intento de encontrar un acuerdo o punto de encuentro o de consenso mínimo, podemos decir que ideología es el fundamento nuclear de un sistema de pensamiento, en el que encontramos referencias tanto a teorías, como a la filosofía política, nos topamos con el proselitismo y con el dinamismo. En definitiva, las ideologías son en última instancia un elaborado arsenal de valores políticos claros y díafanos, que deben ser difundidos y trasladados a otras personas.

Hoy en día, y especialmente como consecuencia de los enfrentamientos ideológicos que se produjeron en la Segunda Guerra Mundial, el concepto de ideología se utiliza con carga negativa, con una etiqueta de algo que ha perdido su valor analítico. Hoy, dogmatismo o doctrinarismo podrían ser los sinónimos más comunes asociados al concepto de ideología. Pero sin negar esta dimensión, también es cierto que el objetivo último de muchos autores es precisamente profundizar en el concepto original de ideología, tratando de situarlo en una perspectiva más ajustada a la realidad. Por ejemplo, la profesora anglosajona Bárbara Goodwin señala que ideología es:

"la doctrina basada en las consideraciones sobre la vida humana y su conocimiento, con el objetivo de construir una lógica o ideal sobre la sociedad y el poder político."

(El uso de las Ideas Políticas, Península, 1988).

En opinión del profesor Pedro Ibarra Güell una ideología es:

"un conjunto de proyectos, valoraciones y representaciones creadas por un grupo o clase social, adaptadas entre si y en defensa de los intereses (actuales o potenciales) del propio grupo."

Para otros muchos autores, las ideologías son la expresión de mundos, de representaciones o de producciones ideales con la voluntad de llegar a ser un proyecto coherente.

Desde una perspectiva politológica, la ideología es una representación social o una concepción social interesada, razón por la que se suelen asociar a visiones negativas, abstractas, artificiales o impuestas. A su lado, paralelamente encontramos las mentalidades esto es, el pensamiento cotidiano, simple, tradicional.

Algo separado aparentenmente de la política, lo que se dice, se cuenta o se hace sobre el sexo y el amor, sobre la muerte o el ocio, sobre la cultura o el deporte. Las expresiones del pensamiento que proceden de las tradiciones o de la solidaridad, de las inercias y de las costumbres colectivas, la "buena historia" anclada en la vida diaria. Aquellos valores y formas de pensar en las que Colón y sus marineros, el Emperador de Roma y el último gladiador estarían en sintonía.

Sin embargo, no podemos olvidar que las ideologías han estado siempre repletas de valores y códigos que las convierten en instrumentos para cambiar o aceptar la realidad que nos rodea. Entendidas de esta forma, las ideologías pueden mostrar tipos ideales que aportan coherencia, partidismo e inteligibilidad. En nuestro ámbito científico, en los estudios de Ciencia Política se hace un análisis comparado y sistemático de las ideologías contemporáneas, con una mirada asentada en la dimensión politológica. Esto es, las ideologías se estudian comprendiéndolas o entendiéndolas como ideosistemas, con sus representaciones y simbologías colectivas y sus discursos para la acción.

Desde la perspectiva de la Ciencia Política, las ideologías tienen menor estabilidad, profundidad y globalidad que las culturas políticas (sistema estable de comportamiento político), pero, por contra, presentan mayor cohesión que las mentalidades.

En el fondo, las ideologías son contrucciones que unos grupos y clases sociales elaboran contra el discurso de otros grupos; construcciones en las que determinados colectivos se marcan estrategias y objetivos políticos que se adecúan a sus respectivas identidades colectivas, deseos, ansias y mecanismos de comprensión de la realidad. En ocasiones, como no, estas alternativas ideológicas entran en colisión con las de otros colectivos.

Si bien es cierto que las ideologías tienen su particular dinamismo y naturaleza, que es propio y autónomo, también lo es que las ideologías son parte de un determinado proceso de desarrollo identitario o de la cultura política de una determinada sociedad. De esta manera, para entender el surgimiento y desarrollo de una ideología se han de tener en cuenta los procesos de construcción de identidades políticas, bien sea desde la perspectiva de la socialización (interna), bien sea desde la perspectiva de la aculturización (externa). Dicho de otra forma, para el análisis sociológico de las ideologías políticas contemporáneas (liberalismo, conservadurismo, socialismo, comunismo, anarquismo, fascismo, nacionalismo, feminismo, ecologismo...) ambas perspectivas son extremadamente útiles.

Así, en un primer momento analítico, a la hora de comprender las acciones y actitudes políticas hemos de tener en cuenta factores educativos, cognitivos y afectivos. Y en un segundo momento, y siguiendo el hilo de las culturas políticas, también deberemos analizar los valores, los conocimientos y las representaciones de los agentes políticos. Como consecuencia, se estudian las opiniones, los discursos y los comportamientos (conductas) que vienen de la mano de los intereses y las acciones que se defienden y se practican.

En el ámbito de las ideologias resulta primordial estudiar las características de los procesos identitarios, siendo las identidades políticas el centro de gravedad que oscila asimilando o refutando las señales referenciales que aparecen en los extremos. Concretamente, las ideologías se plasman tomando posición ante una serie de dicotomías: en la tensión entre lo diferente y lo igual, entre lo dinámico y lo duradero, entre la unidad y la diversidad o multidimensionalidad. El proceso de producción o construcción de las identidades políticas se desarrolla en la articulación grupal y colectiva a partir del conocimiento de los otros, y especialmente en la oposición y confrontación con los otros grupos o clases. Y tal como señala Alberto Melucci (L'invenzione dil presente, 1989), la función y el objetivo de las identidades políticas es abrir parámetros cognitivos para la acción colectiva, activar las relaciones entre los participantes y permitir el surgimiento de emociones comunes entre ellos. En consecuencia, en la dinámica de los procesos identitarios, o mejor dicho, al final de los procesos identitarios, cuando se bloquean las relaciones interactivas entre nosotros y los otros, se detiene la interacción y aparecen los estereotipos (orientaciones cognitivas) y los enemigos (patologías afectivas).

Desde esta perspectiva, resulta interesante diferenciar entre identidades culturales, políticas y étnicas. Ello nos ayudará a entender el funcionamiento de las ideologías. Y de esta forma vemos que en las identidades culturales se da una adscripción consensual y no conflictiva a una determinada cultura y por el contrario con las identidades políticas nos encontramos ante una confrontación o conflicto entre identidades e ideologías políticas distintas. Finalmente, en lo que respecta a las identidades étnicas, nos encontramos con procesos identitarios a largo plazo basados en componentes objetivos con el idioma, la religión, la historia o la economía común.

Como se observa, desde esta perspectiva politológica, no nos quedamos en la teoría o el pensamiento político, sino que tratamos de acercarnos también al comportamiento y a las acciones colectivas. Es decir, además de analizar los discursos ideológicos que se dan en una determinada sociedad, esto es, además de analizar las aportaciones ideológicas que se han dado desde laós comienzos de la Revolución Industrial hasta fechas recientes, también tratamos de tener en cuenta las movilizaciones, los movimientos y los cambios socio-políticos que se han producido en este periodo. Especialmente porque desde el nacimiento del liberalismo hasta el advenimiento (ideológico) del "fin de las ideologías", la producción ideológica de estos dos siglos de modernidad ha sido muy intensa. Y sus frutos se pueden explorar en las manifestaciones históricas, locales o lejanas del liberalismo y del socialismo, del populismo, del anarquismo, del nacionalismo, del comunismo o del fascismo, así como en cada una de las microideologías que en el seno de estas corrientes han florecido en tiempos y lugares diversos.