Concept

Artesano

A pesar de ser conocidas las minas de hierro desde época romana, apenas hay noticias de que fueran explotadas. Los ferrones medievales vivían en los montes y su tipo de laboreo era el primitivo, el martilleo a brazo, sistema que perduró en parte hasta el s. XVII. El uso de la fuerza hidráulica -extendido ya en el s. XIV- los hizo bajar a las orillas de los ríos. Se producían en estas ferrerías bienes de uso inmediato -artículos domésticos, aperos de labranza, etc.- y mercancías, -clavos, ruedas, armas, útiles para la navegación, etc. La existencia de ferrerías machuqueras en el valle de Legazpia, a fines del s. XIII, consta en una carta puebla de la villa de Segura (1290). Según Gorosabel la denominación "gentil olak" proviene de la creencia vulgar de que dichos establecimientos eran anteriores a la era cristiana. El orden que ocuparían nuestras provincias en relación a la densidad de estos establecimientos es el siguiente: Bizkaia, Gipuzkoa., norte de Álava, Baja Navarra y norte de Navarra. Aparte de las vizcaínas, las minas de explotación más temprana son: Larraun, Santa Engracia, Ossés, Bera, Lesaka, Aramaio, Oiartzun, Echevar, Araya, etc.

En 1388 el rey de Navarra poseía 28 ferrerías propias con una renta a favor del monarca de 700 florines al año. Por lo demás, solían pertenecer a un pariente mayor. La legislación foral era altamente favorable a estos establecimientos: la Junta de Avellaneda fijaba el precio de venta del mineral fuera del cual estaba estrictamente legislado el beneficio que pudiera obtenerse por su transporte. En el Fuero de Guipúzcoa vemos que, aparte de otros muchos beneficios favorables a los ferrones, estaba prohibido desafiar a los mismos. Según el Fuero de las Ferrerías de Vizcaya (1440), éstos se hallaban exentos de acudir a la llamada de "apellido" o movilización general. Los pleitos internos eran dirimidos por el alcalde de ferrerías; el artesano independiente escapaba de ésta forma a la jurisdicción eclesiástica o nobiliaria y sus bienes no podían ser embargados. El Fuero de Ferrerías para Irun y Oiartzun establece disposiciones semejantes. Dice Arocena en su "Guipúzcoa en la historia":

Bien se ve que el conjunto de todas estas medidas proteccionistas colocaban a los ferrones en una categoría social especialmente privilegiada, en una especie de aristocracia del trabajo, dado que sus privilegios sobrepasaban el nivel de los concedidos a los hidalgos.
Sin embargo, no caigamos en la simplificación de creer que el estrato ferrón era un todo homogéneo y uniforme ya que diversos documentos, entre ellos el Fuero de Vizcaya (Tít. II, Ley, V), nos habla de "diferencias que acaecen dentro de las herrerías y sus arragoas, entre los maceros y obreros, braceros y arrendadores y dueños de las dichas herrerías.

Larramendi nos hace una animada descripción de lo que significaban, en pleno s. XVIII, nuestras ferrerías para la vida del país:

"Un gran número (de guipuzcoanos) se mantiene de las herrerías y de los oficios y ejercicios que dependen de ellas. El doctor Isasti contó en su tiempo 80 herrerías grandes y 33 martinetes en Guipúzcoa... Y cada una señala como 30 hombres necesarios, así en los oficiales ferrones como en los venaqueros, leñadores, carboneros, arrieros, acarreadores de venas, carbones, etc. Y según esta cuenta se ven mantenidos a cuenta de las herrerías al pie de 3.500 hombres ya casados, con sus familias; y dando a cada una 3 personas más, pasan de 10.000 de ellas, que con sus jornales y salarios y el cornadillo que ponen sus mujeres lo pasan alegremente y sin sustos"

(Modos de vivir de Guipúzcoa, "Corografía de Guipúzcoa").