Sailkatu gabe

GANADERÍA (LA NUEVA GANADERÍA)

El ganado vacuno. Constituye el pilar fundamental de la actividad ganadera en el País Vasco Peninsular, puesto que en la parte Continental éste está compartido con la abundante ganadería ovina. En 1979 el censo dio un total de 206.010 cabezas para el País Vasco Peninsular, apreciándose respecto a 1968 una disminución del 22,2 % de la cabaña, alrededor de 58.000 cabezas. Destacan por sus pérdidas Vizcaya, que casi llega al 25 %, y luego Guipúzcoa y Navarra. Según el censo de 1976 la totalidad del país alcanzó las 275.125 cabezas de vacuno, de las cuales el 22 % se encontraba en el País Vasco Continental. En esta parte del país y respecto al año 1970 se ha experimentado un incremento del 30 %. Las cabañas de vacuno más importantes son en primer lugar la de Vizcaya y seguidamente las de Navarra, País Vasco Continental y Guipúzcoa donde las cabezas de ganado se encuentran bastante igualadas. Destaca por la poca significación que presenta este tipo de ganado el caso de Alava, donde en 1978 se alcanzaban solamente unas 20.000 cabezas. Las explotaciones ganaderas vascas dirigen su producción normalmente hacia la obtención de leche. Sin embargo, atendiendo al censo las proporciones del vacuno lechero y del cárnico se encuentran bastante igualadas. El País Vasco Continental escapa a esta clasificación ya que a pesar de la reciente promoción de las vacas lecheras su cabaña de vacuno tiene clara vocación hacia la producción de carne. Desde el punto de vista económico y en relación al valor total de la producción ganadera la carne de abasto ocupa siempre el primer puesto, dejando a la leche en el segundo. Unicamente Vizcaya difiere de este esquema e invierte el orden generalizado. La vieja raza pirenaica, de tanta utilidad para la explotación tradicional, ha sido desplazada por modernos especímenes especializados en la producción de leche o de carne. Para lo que a ésta se refiere han sido introducidas razas como la Charolais, la Hereford o la Garonesa. Para el aumento de la producción lechera destacan las razas suiza y holandesa. De fines del siglo pasado y comienzos del presente data el mayor número de compras de ejemplares suizos, también conocidos como pardo-alpinos, alcanzando su etapa de esplendor en torno a los años 20. Esta raza aumenta considerablemente los rendimientos lecheros al colocar la media entre 1.500 y 3.000 litros por cabeza y año, pero además conserva la utilización del animal como fuerza de tracción y la dedicación cárnica. Muchos de los ejemplares suizos se mestizaron con la raza pirenaica, lográndose una raza mixta muy extendida por nuestro país en su mitad Sur (Guipúzcoa, Vizcaya, Navarra). La promoción de las vacas suizas sólo afectó a la parte peninsular, donde fue facilitada por la gestión de las Diputaciones provinciales a través de las distintas granjas modelo (Fraisoro, Derio...), mientras que en la parte continental nunca han tenido éxito. A partir de los años 50 comenzó a introducirse en la parte peninsular la raza holandesa o frisona, que si bien alcanza hasta 5.000 litros por cabeza y año, es de constitución bastante delicada y poco apreciada en su aspecto cárnico. Se trata de ejemplares que han alcanzado la máxima especialización en la producción de leche y adaptados perfectamente al medio húmedo oceánico, por lo que han llegado a desplazar a las demás razas. Asimismo la generalización de esta raza ha promocionado la inseminación artificial y un adecuado control sanitario para prevenir las abundantes enfermedades que la rondan. Como veremos a continuación esta mejora de los rendimientos lecheros por cabeza va a explicar que junto a la disminución del número de cabezas aumente la producción de leche. En el País Vasco Continental la raza "blonde des Pyrennees" ha sido cruzada con la garonesa para obtener la mejora y el aumento de la producción de carne. Los ejemplares de raza holandesa por su lado se localizan principalmente en los alrededores de Bayona y en el Bajo Adour. Según el censo de 1976, del total de vacas lecheras (108.750) casi la mitad del censo, el 60,9 %, pertenece a la raza frisona y 17,6 % a la pardo-alpina. La mayor cabaña de bovino lechero se localiza naturalmente en Vizcaya y es allí donde la raza holandesa ha alcanzado su mayor feudo: 25.259 ejemplares (casi el 70 % del total provincial). La segunda provincia por el número de cabezas de raza frisona es Navarra con unas 17.000 (56,8 % del total de sus vacas lecheras) y la tercera es Guipúzcoa con 16.268 (el 52,6 %). Alava sólo cuenta con 7.707 ejemplares, pero este contingente supone un 68,2 % de su cabaña total de vacas lecheras, ya que la cría de este ganado y su promoción en esta provincia data de fechas relativamente recientes. El mayor número de vacas pardo alpinas se localiza en Navarra donde en 1976 se totalizaron 6.805 cabezas, el 22,6 % de las vacas lecheras. A continuación viene Guipúzcoa con casi 6.000 cabezas y luego Vizcaya con unas 4.000. Estas representan respecto al censo total de vacas lecheras un 19,3 % y un 11 % respectivamente. La raza pirenaica no ha cesado de perder representantes en lo que va de siglo. En 1955 se contaban 20.000 cabezas, en 1974 sólo eran 15.200 y para 1978 la cifra había descendido a 8.200 ejemplares. Las pérdidas en el período 1955-1978 se cifran por tanto en un 59 %, siendo la provincia más conservadora Navarra, que mantenía en la última fecha unas 5.000 cabezas. Allí la Diputación Foral ha dedicado no pocos esfuerzos a la protección de esta raza autóctona centrando su actuación en la estación de inseminación artificial de Movera (Zaragoza). Esta raza resulta excelente para la producción de carne, susceptible de mejora a través de cruces, como ha ocurrido en el País Vasco Continental, y se mantiene en pastos que otras especies no pueden aprovechar, combinados con la estabulación. La Diputación vizcaína ha adquirido recientemente un lote de sementales para la mejora de la raza, instalados en la finca de Derio, y también la granja de Fraisoro (Guipúzcoa) dispone de éstos. Asimismo parece que el Ministerio de Agricultura se está interesando por la recuperación del patrimonio genético. En la década de los 70 las principales reservas de esta raza se localizaban en las estribaciones del Gorbea, en los valles de Roncal, Salazar y Aezcoa y en las zonas altas de Guipúzcoa. Como hemos visto anteriormente la gestión del ganado vacuno más generalizada es la de régimen estante exclusivo, sistema del que se derivan una serie de ventajas e inconvenientes. Por una parte se consiguen rendimientos elevados por control de la alimentación y si se siguen los cauces de control genético y de inseminación artificial adecuados. Por otra, la promiscuidad frecuente en los exiguos establos favorece la incubación y la propagación de muchas enfermedades. Aunque la ordeñadora mecánica se encuentre generalizada en buena parte de las explotaciones, el trabajo que exige el dar de comer a las vacas resulta muy costoso. Parece conveniente, a juicio de los expertos, una vuelta al estadio de semiestabulación que conserve los últimos avances sanitarios y de alimentación. El nuevo régimen constaría de pastos subdivididos en varias parcelas de parecidas dimensiones, delimitados por pastor eléctrico y sobre ellos se desarrollaría la conveniente rotación. De esta manera se conseguiría mejorar la sanidad con la salida del ganado al exterior y la reducción del trabajo diario del ciclo siega- recolección-transporte y de limpieza del establo, además de mejorar el desarrollo de las propias praderas. En algunas zonas apartadas se mantiene todavía el régimen extensivo. La reproducción se realiza por monta natural con sementales comprobados sanitariamente, en lugar de la inseminación artificial, y la alimentación se basa en las praderas naturales en el verano y de cereales simples más heno en la etapa invernal. El ganado pasta libremente casi todo el año, refugiándose de las inclemencias del tiempo y en los días más duros.

Alejandro CENDRERO IRAOLA