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Cuba

El espacio, los hombres y la economía en la época colonial: una visión general

La más grande de las Antillas, con una extensión aproximada de 111.000 km², aparece como una alargada lengua de tierra de unos 1.200 km. de longitud y una anchura media de unos 110 km. (200 km. en su parte más ancha, en la región oriental, y 35 km. la más estrecha, en la provincia más occidental), situada aproximadamente entre los 19º y 23º de latitud norte y los 74º y 84º de longitud oeste, en una posición en forma de arco que se extiende del noroeste al sudeste y equidistante de los dos extremos del Golfo de México, la península de Florida al norte, de cuyo extremo la separan unos 180 km. (los que forman el Canal de la Florida), y la de Yucatán al sur, a unos 210 km. El Paso de los Vientos, con unos 77 km. de ancho, le separa de Haití; y a unos 140 km. al sur de la parte oriental se encuentra la isla de Jamaica. De los cientos de islotes que rodean la isla por el norte y el sur parece que el único habitado establemente, al menos hasta finales del siglo XIX, era la isla de Pinos, situada frente a la costa sur occidental, con una superficie de 2.126 km².

A la llegada de los españoles en 1511, los indígenas de Cuba, siboneyes y taínos, apenas habían alcanzado el nivel de desarrollo del neolítico. Lamentablemente, esa población indígena se extinguió en apenas treinta años tras la llegada de los españoles, como consecuencia sobre todo del choque biológico (gérmenes, enfermedades) pero también de las duras condiciones de vida a que fue sometida. La raza blanca de los colonizadores se convirtió rápidamente en el núcleo preponderante. Pero éstos, necesitados de mano de obra, comenzaron la introducción de negros de África como esclavos ya en el siglo XVI, al poco de instalarse allí: desde entonces hasta finales del siglo XVIII fueron introducidos unos 75.000. Después de 1795, la isla se convirtió en la primera productora de azúcar del mundo, y esto supuso la entrada de más de un millón de esclavos hasta que finalizó ese triste comercio, hacia 1865. La raza negra superaba ya a la blanca hacia 1825 y mantuvo su preponderancia hasta 1840, cuando la población de la isla alcanzaba el millón de habitantes; pero la reducción de la trata esclavista desde esa fecha y el aumento de la inmigración de españoles y otros grupos (sobre todo los chinos) restableció la superioridad racial blanca hacia 1860. Al sobrevenir la independencia en 1898, la isla contaba con un millón y medio de habitantes, pero en pocos años alcanzó los dos millones, y en los primeros cincuenta años del siglo XX llegó a los cinco millones. En resumen, Cuba ha gozado, desde principios del siglo XIX hasta 1970 aproximadamente, de una de las tasas de crecimiento más altas del continente, como consecuencia de las mejores condiciones de vida y del fuerte aporte inmigratorio, de población africana primero y de españoles y chinos después.

Ese intenso crecimiento poblacional sólo se frenó en la década de los ochenta, a causa de la escasa efectividad de la economía y la política antinatalista del régimen de Castro. Desde el triunfo de la revolución en 1959, Cuba ha pasado de ser un país de inmigración a otro de emigración, con una pérdida de más de dos millones de personas hasta la fecha.

A la llegada de los españoles, y tras unas primeras décadas de explotación del oro aluvial, pronto agotado, la economía cubana se orientó fundamentalmente a la explotación de la tierra -con mano de obra esclava- y al comercio. Primero destacó la ganadería extensiva, que experimentó un rápido desarrollo en inmensas propiedades de tierra denominadas hatos. El ganado surtía de carne a los buques y flotas que, cada vez en mayor número y con mayor frecuencia, recalaban en la famosa bahía de La Habana. A finales del siglo XVI comenzó el cultivo del tabaco y de la caña, y aparecieron los primeros ingenios de fabricar azúcar, siempre alrededor de La Habana. Así, los cueros, tabaco y azúcar se convirtieron, por este orden, en los principales rubros de exportación.

Desde 1555, La Habana se convirtió en la capital administrativa de la isla, al decidir la Audiencia de Santo Domingo (la institución de gobierno de la que dependían las distintas gobernaciones del Caribe) que fuera la sede del gobernador y capitán general. La famosa capital será además elegida desde 1565 como el puerto donde debían reunirse las flotas atlánticas que regresaban a la península cargadas de la plata del continente y de otros productos coloniales. Estas dos decisiones, consecuencia de la privilegiada situación de La Habana y las excepcionales condiciones de su bahía y entorno, determinaron un acelerado desarrollo poblacional y económico, de modo que va a llegar a concentrar en su hinterland el ochenta por ciento de los habitantes y de la riqueza del país, al menos hasta el siglo XX. En contraste, la región oriental y la primera capital que fue de la isla, Santiago de Cuba, irá empobreciéndose hasta quedar como una circunscripción marginal, sin apenas interés para la administración colonial.

Durante todo el siglo XVII y primera mitad del XVIII el tabaco fue la más importante fuente de riqueza, superando en valor económico al azúcar; ésta experimentará el despegue después de 1760 y, sobre todo, desde 1793, cuando la revolución esclava de Haití permitió que Cuba sustituyera a la antigua colonia francesa como primera exportadora mundial del producto. Desde entonces, la economía cubana se ha basado principalmente en la producción y exportación de azúcar de caña, eso sí, procesada y refinada en la propia isla (a diferencia de otras colonias antillanas, francesas e inglesas). Continuó el cultivo y producción del tabaco; la exportación de maderas duras y algunos minerales completaban la lista de exportaciones.