Condados de Vizcaya y Álava. La primera noticia sobre el condado y su conde se debe al Códice de Meyá o de Roda, de reconocida autoridad: «Doña Belasquita fue esposa de don Momo, conde bizcahiense; y engendró a sus hijos Azenari Momiz y Lupe Momiz y Sanzio Momiz; y doña Belasquita fue luego esposa de don Galindo, hijo de Vernardi conde y de doña Tute. Y por fin tuvo por nacido a Fortuño Galindonis». Se señala el segundo matrimonio de Belasquita hacia el año 930 de donde se deduce que el conde Momi o Munio habría vivido durante el reinado de Sancho I Garcés. Pero lo problemático es si doña Belasquita era hija de Sancho Garcés o de Sancho Abarca. En uno de los sepulcros de Argineta (Elorrio, Bizkaia) existe esta inscripción: «In Dei Nomine. Momus, incorpore vivenç Fecit. In era DCCCCXXXI. Hic dormit». En el nombre de Dios, Momus, viviendo en el cuerpo la hizo. Era 931 (año 893). Aquí descansa. Si se tratara de la misma persona el primer conde conocido de Vizcaya y vinculado a la casa real pamplonesa vivía ya a finales del reinado de Fortuño el Monje. Parece ser que con el nombre de Álava se englobaba a Bizkaia y otras tierras más orientales. Aparece como conde de Álava Monnio Vigilaci (Munio Belaz) en la escritura de Valpuesta otorgada el 18 de mayo de 918. Por el patronímico se deduce que fue hijo del conde Bela Ximénez defensor de Cellorigo. Coinciden nombre personal y fechas como para suponer que ambos Munnio o Momi son una misma persona, conde de Álava y de Vizcaya, y vinculada de alguna forma al reino de Pamplona. En el afán de descubrir condes de Vizcaya o de Álava algunos historiadores han sacado a colación un duque Fortuño, auténtico, pero que no se le asigna jurisdicción alguna condal ni ducal. En efecto, se le nombra en una donación a San Millán de la villa de Ubenga del año 920 y en otra al mismo santuario del monasterio de Santa María de Cañas en 924. Pellicer leyó en otra escritura de 929 Fortunius Vizcahiensis Dux donde solamente dice Fortinius Dux. La nómina de condes de Vizcaya comprobada queda reducida en este reinado, solamente a Munio. Sea lo que fuere, lo cierto es que doña Sancha, hija de Sancho I Garcés aparece hacia 923 casada con Ordoño II y que, por lo que sucede meses más tarde, llevaba como dote la tierra de Álava ya que pasa con ella cada vez que se casa con Ordoño, con Álvaro Harraméliz y con Fernán González, sucesivamente, cada vez que se queda viuda.