Durante su primer período de existencia, de casi treinta años, la RIEV fue una referencia fundamental e insoslayable de la cultura vasca. En torno a ella se agrupó lo más granado de la vascología -ciencia de moda en los años anteriores a la II Guerra Mundial- nacional y mundial, con aportaciones de primer nivel.
En los 27 tomos publicados en la primera época figuran más de 250 autores: por un lado, eruditos franceses, germanos, rusos, anglosajones; por otro, una nueva generación de intelectuales autóctonos académicamente bien formados. Los colaboradores más señalados del período 1907-1936 son: Violet Alford, Telesforo de Aranzadi, Resurreción Mª de Azkue, José Miguel de Barandiarán, Pío Baroja, Louis Lucien Bonaparte, Pere Bosch Gimpera, Karl Bouda, Américo Castro, Arturo Campión, Padre Donostia, Bonifacio y Carmelo de Echegaray, Alicia Gould, Georges Hérelle, Camille Jullien, José María Lacarra, René Lafon, Luis María Lojendio, Ramón Menéndez Pidal, Navarro Tomás, Elysée Reclus, Rafael Sánchez Mazas, Hugo Schuchardt, Adolf Schulten, Julio de Urquijo, Julien Vinson y Enrique Zubiri. A estos hay que añadir los nombres de Georges Lacombe y de Fausto Arocena, quienes llevaron de facto el peso real de la revista, el primero como Secretario y el segundo como Redactor Jefe.
Tres disciplinas predominan en la RIEV "clásica": la Filología, la Literatura tradicional y la Historia. La aportación filológica de la RIEV, incardinada en la corriente histórica, propia de aquella época, vino de mano de investigadores internacionales de la más alta cualificación, junto con destacados autores autóctonos. Diversos especialistas han destacado que la RIEV permitió ampliar notablemente el horizonte de la Filología Vasca en sus diversas materias: Fonética, Lexicografía, Etimología, Morfología, Onomástica, Toponimia, Dialectología, así como los análisis de parentesco del euskara con otras lenguas.
En el campo de la Literatura, la Revista llevó a cabo una importante recuperación de textos esenciales para la historia de la lengua vasca de los siglos XVI, XVII y XVIII. En 1910 se publicaba en facsímil Gero de Axular, a la que siguieron Linguae Vasconum primitiae de Echepare, los refranes vascos de Garibay, Sauguis, Oihenart, las obras de Joannes de Etcheberri, el catecismo de Arzadun o las obras del Padre Cardaberaz. Como indicaría René Lafon:
"uno de los servicios más preciosos que la RIEV ha prestado a los especialistas y a los amigos de la lengua vasca es haberles permitido leer y estudiar cómodamente, y en condiciones que ofrecen todas las garantías de exactitud, los textos más antiguos, escritos en esta lengua, que hubieran sido, sin ella, casi o completamente inaccesibles".
Tras la Filología y la Literatura tradicional, la Historia tuvo un peso más cuantitativo que cualitativo, dado que las aportaciones en este campo no alcanzaron el nivel de aquéllas. En lo tocante a la Geografía, la RIEV tradujo textos de viajeros europeos sobre todo del siglo XIX que visitaron Vasconia. Otras disciplinas que tuvieron cabida en las páginas de la primera RIEV fueron el Derecho, la Sociología, las Artes, la Antropología y la Religión. También hay que citar por su interés los apuntes sobre instituciones culturales del país (RSBAP y EI-SEV) así como los epistolarios de personalidades tales como Humboldt, Webster, Príncipe Louis-Lucien Bonaparte, Schuchardt o Duvoisin.
La Guerra Civil paralizó la vida cultural vasca y Eusko Ikaskuntza quedó suspendida en sus actividades. Pasarían casi cincuenta años antes de que la RIEV volviese a aparecer.