Literarias

Peru Abarka

Peru Abarca pretende sobre todo demostrar, por medio del lenguaje de Peru, la pureza, fecundidad y elocuencia de la lengua vasca. Ahora bien, Moguel exagera, sin duda, cuando hace reconocer a Maisu Juan que son los baserritarras quienes hablan el euskera puro (1881, p. 81), ya que el léxico de Peru no refleja siempre el habla real. Por otra parte, proponer la lengua de los baserritarras como ejemplo de la pureza de la lengua y modelo a seguir para los eclesiásticos y vascos cultos podía tener cierta explicación en la época del autor porque se podía considerar al caserío como la plaza fuerte del idioma, o porque el influjo del castellano en ese medio era menor. Hoy, desde luego, sería impropio.

Moguel es un purista, sobre todo en el léxico. En el diálogo entre los dos eclesiásticos, a través del cura D. Juan, propugna una limpieza del euskara suprimiendo los préstamos romances y sustituyéndolos por palabras supuestamente puras que sólo se conservaban entre los caseros y que previamente habría que recoger, debiéndose encargar de esta misión los eclesiásticos vascófilos como Añibarro y él mismo. La limpieza del léxico afectaría a los textos religiosos (oraciones, Credo etc.), y supondría la invención de neologismos para conceptos u objetos nuevos. En este diálogo se advierte también la identificación de la antigüedad del euskara con su pureza, afirmación no científica, porque el lenguaje evoluciona, como sabemos.

Moguel afirma que el euskara tiene un maravilloso artificio léxico y gramatical por el que las palabras vascas son descriptivas y expresivas por naturaleza, pretendiendo probarlo con el análisis etimológico, errando la mayoría de las veces. Afirma también la autosuficiencia del euskara en palabras técnicas (del mundo del campo e industrias y artesanías del medio rural) y en la formación de neologismos por la vía de la composición o derivación, aunque Moguel no rechaza tajantemente la vía del préstamo del griego: "Las cosas nuevas necesitan nombres nuevos. Y el euskera no necesita de ninguna otra lengua para designarlas con nombres nuevos" (1881, 201). La pretendida autosuficiencia y la vía endógena y purista para los neologismos o palabras técnicas de las diversas disciplinas, la ciencia y la técnica, o para designar los objetos nuevos no pasaban de ser un desideratum, pues capacitar al euskera para designar conceptos abstractos o palabras técnicas en todos los ramos del saber requería algo más que la pura afirmación de autosuficiencia del doctor de la Universidad de Basarte (es decir, la Universidad del Bosque).

Moguel constata el hecho de que el euskara está marginado (1881, p. 197), y de las premisas de la antigüedad, perfección y autosuficiencia deduce la necesidad del purismo. Propone aprender el buen euskara, las palabras puras recogidas de los baserritarras (1881, p. 81, 82). Y, en este sentido, incita a aprender las voces y expresiones abundantes de la boca del doctor Peru, la mayor parte de ellas auténticas y castizas, aún hoy usadas, y por ello tiene este libro un gran valor, no sólo por haber recogido las voces y locuciones generales, sino también las palabras técnicas de instrumentos de la industria, mecánicos, anatomía, etc., palabras ligadas a formas tradicionales de vida, muchas de las cuales van desapareciendo por las transformaciones técnicas y sociales, junto con la cultura y los modos de vida a los que estaban ligadas.

El lenguaje ideal de Peru trata de demostrar también, además de la pureza y la fecundidad, la elocuencia natural que, según el autor, tiene el vascuence en boca de los baserritarras o caseros, mostrada en multitud de locuciones, sentencias, expresiones e idiotismos, etc. Sin embargo, ese lenguaje está muy elaborado retóricamente. La capacidad de adaptación al verso y a géneros diferentes (arengas, narración, etc.) es también, según el autor, otra muestra de esa elocuencia de la lengua.

En el fondo, Moguel era un racionalista práctico. No se contentaba con afirmar la antigüedad, la perfección intrínseca, el artificio maravilloso, el purismo, y la fecundidad y elocuencia natural del idioma vasco. Pensó que se podía y debía cultivar el euskara publicando buenos libros (1881, p. 200). Era, precisamente, la falta de cultivo, sobre todo en el dialecto vizcaíno, lo que le avergonzaba y preocupaba a Moguel, como afirma en el Prólogo (1881, p. 36), y por eso quiso dar ejemplo publicando libros, siendo el creador del vizcaíno literario junto con Añibarro.

Con la traducción de las arengas y oraciones de los clásicos latinos, Moguel pretende demostrar en la práctica que, si se cultiva, el euskera será tan rico y elegante como el latín, y que será reconocido como lengua válida para todos los usos ("guztiracua dala eusqueria", 1881, p. 202), anticipándose a la idea expresada mucho más tarde por el poeta "Lizardi".