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MASONERÍA

En los albores del siglo.«La Zelée», puente entre dos Estados. En los albores del siglo, «La Zelée», se convertía para las logias masónicas vascas en actividad seminal. Sobre la vitalidad de la logia bayonesa habia una carta escrita en Bilbao, con fecha 20 de enero de 1902 por parte del Consejo Supremo de la «Gran Logia Cantábrica», en vías de formación, al Gran Oriente de Francia. Su importancia histórica está fuera de toda duda, debido al menos a tres razones. Por la primera, nos descubre desde el interior el grado de anarquía que reinaba dentro de «la desorganización» de la Masonería española al final del siglo XIX, analizando además sus causas. Asimismo su enganche directo y abierto con los partidos políticos y la carencia total de formación de las bases masónicas. Por la segunda, demuestra cómo el Gran Oriente de Francia es considerado también fuera de sus propias fronteras como una gran potencia masónica de peso, y por la tercera, en fin, destaca el papel de las logias bayonesas entre la Francmasonería de ambos lados de la frontera.

La «Gran Logia Regional Cantábrica». Aparte de la aspiración concreta, que se desprende de la carta mencionada de la «Gran Logia Regional Cantábrica» de Bilbao al Gran Oriente de Francia, sobresale su deseo de organización e influjo social. Claro que no se podían enmendar en un día los desastres, pero sí poner las bases de la reconducción masónica, al menos, para Bilbao. Y empeñados en ello, bajo la dirección de Cándido Palomo, fundaban una revista masónica con el nombre de «Boletín Oficial de la Gran Logia Regional Cantábrica», cuyo primer número salía en marzo de 1903. Sus objetivos con toda claridad se definían desde la primera página así: «Nuestro propósito al publicar este BOLETÍN OFICIAL es buscar un medio más eficaz de comunicación entre los organismos francmasónicos, dar a conocer nuestros principales trabajos, especialmente aquellos que se relacionan con el bien general de la Orden, en la firme creencia que habiéndose aceptado ya en España la buena idea de constituirse en Regionales, una vez convenientemente organizados y con suficientes fuerzas éstas, ha de llegar el día en que todas en unión fraternal y observando los principios de nuestros Estatutos convoquen a una asamblea general que ha de designar el único y legítimo poder superior de la Francmasonería española». Palomo, simbólico «Riego», proseguía con énfasis: «Despierten los masones durmientes, únanse y trabajemos en contra de nuestros enemigos por la igualdad, la libertad y el progreso social». Como aval para dar cumplida fortaleza a sus palabras, subrayaba que la constitución de esta «Gran Logia Regional» provenía del respaldo, fuerte respaldo, de la logia bilbaína la «Caridad», dependiente antes del Gran Oriente Nacional de España y de la logia «Emulación» a su vez del Gran Oriente Ibérico. La masonería bilbaína se desensimismaba para atravesar la agresiva y dilatada selva del integrismo. Escribían así: «Adelante»: «A pesar de la sangrienta y encarnizada lucha que nos hacen en ésta los elementos jesuíticos, cada día son más concurridas nuestra reuniones, habiéndose iniciado ya la necesidad de agrandar nuestros templos; los masones de estos valles parecen que despiertan respondiendo al llamamiento de las cuatro Logias existentes en esta localidad». Con el título «Atrocidad» escribían: «Desde que ha sido conocido el acuerdo de publicar nuestro BOLETÍN OFICIAL los elementos jesuíticos de esta Villa no descansan un momento en sus trabajos de indagación» (...). «Los francmasones somos hombres libres y de buenas costumbres con nuestros sacrificios materiales trabajamos en bien del progreso de la humanidad, hacemos a costa de nuestros bolsillos particulares las limosnas y el bien que podemos, acudimos sin jactancia ni publicación a enjugar las lágrimas y cubrir la miseria de nuestros hermanos y de los profanos; es una sociedad autorizada por la ley (y en prueba de ello en algunas naciones, monarcas, presidentes de Repúblicas y jefes de Estados son cabezas de ella); tiene secretos pero no es sociedad secreta, y camina al fin que se propone por medios lícitos y meritorios».

Anticlericalismo de la «Caridad n.° 270». Las noticias de las actividades de esta logia bilbaína se recuperan cuando ésta se vuelve a constituir hacia 1903 y más en particular en octubre de 1904, esta vez bajo la obediencia del Gran Oriente Español con el número 270. La lista oficial en este momento arroja una cifra de 40 miembros, la mayor parte de ellos viejos masones, pues aparecen nada menos que diez grados 33, un grado 30, nueve grados 18, siete grados 4, ocho grados 3, tres grados 2 y tan sólo dos aprendices o grado 1.°. Si en relación con su composición social, dentro de una curiosa diversidad, volvía a predominar una clase media alta, por lo que se refiere a su organización sabemos que se reunían todos los sábados a las 9,30 de la noche. Asimismo la dirección de la logia era la de su venerable Nicasio Chasco y Heredia, que vivía en la Alameda de San Mamés n.° 15. Por su parte los masones bilbaínos, en esta segunda época, debían de tener algunas dificultades, según se desprende de carta fechada el 24 de julio de 1912. Escribían: «La Logia Caridad que se honra cobijándose bajo los auspicios del Gran Oriente Español, como centinela avanzado y siempre en vanguardia estará en su lugar el mes de agosto próximo en que la clerigalla de arzobispos, obispos, jesuitas y demás aves negras se ciernen sobre Bilbao a celebrar el término de las Peregrinaciones hechas por todos estos desocupados a la llamada tierra santa». Su mismo venerable, Cándido Palomo Goitiandía, de profesión industrial y nombre simbólico «Riego», se expresaba así el 14 de febrero de 1913, en carta dirigida a las autoridades masónicas de Madrid: «Como veréis nuestro trabajo es lento por las condiciones especiales en que estamos colocados en esta Ilustre Villa, dominada en la actualidad por el maldito jesuitismo, y en donde un puñado de hombres, del temple de acero, sostiene y sostendrá enhiesta la bandera de nuestra grandiosa Orden». En una carta suya, fechada en Bilbao el 25 de octubre de 1903, decía: «Oriente de Bilbao. Reunidos los Caballeros Kadosh y dada lectura de vuestra atenta comunicación referente a los sucesos acaecidos en estos Valles el día 11 del actual, tiene el honor de participaros que haciéndose intérprete de vuestra protesta, hoy más que nunca nos hallamos dispuestos a combatir por cuantos medios están a nuestro alcance, al funesto clericalismo que exhibiéndose en grotescas manifestaciones no tiene otro objeto que el de perturbar el trabajo honrado de este pueblo viril que ha sabido demostrar en dos sangrientos asedios la fortaleza de que se hallan poseídos los que con orgullo ostentan el grandioso lema de amantes del Progreso. (...). Con profunda pena tenemos el sentimiento de participaros que nuestro querido hermano Scoevola, Juan Buisan Conde, Orador de la Respetable Logia Capitular «La Caridad», fue el primer masón herido por la espalda habiendo tenido que guardar cama durante diez días, considerándole hoy fuera de peligro y dispuesto a emprender de nuevo briosa lucha contra nuestros eternos enemigos».

«La Caridad n.° 270» en los vaivenes sociopolíticos de 1917. Pero los masones bilbaínos, frente a sus eternos problemas de tipo local de presiones socio-clericales e incluso los suyos propios de tipo doméstico, tenían que hacer frente también a otros comportamientos coyunturales derivados ahora de la primera guerra mundial que ejercieron una incesante y silenciosa disminución de sus efectivos humanos. Ya en enero de 1917 se dirigían a Madrid de esta forma: «Nuestra pequeña Logia en número, se halla actualmente sin el calor necesario debido a que la mayoría de los hermanos son marinos mercantes y por las circunstancias que atraviesa el mundo no frecuentan tan a menudo este Puerto ignorando si podemos contarlos entre nosotros o si el destino los separó para no poderlos volver más a nuestro lado. El gran conflicto mundial no será duradero por el agotamiento y entonces esperamos resurgir nuevamente animosos y dispuestos a laborar constantemente por el bien de la humanidad». También desde esta carta se aludía la situación de crisis general por la que atravesaba todo el Gran Oriente Español, a raíz del fallecimiento del Gran Maestre de la Orden, el catedrático de la Universidad de Madrid Miguel Morayta. Con motivo de la famosa huelga general de agosto de 1917 los masones bilbaínos señalaban el norte que había de seguirse. Pese a sus modestas posibilidades, explicaban sus actitudes en Bilbao frente a las necesidades de las víctimas: «En esta Ilustre Villa es donde los sangrientos sucesos del 16 de agosto fueron los más lamentables y sangrientos puesto que perecieron en dicha noche doce personas y resultaron heridas más de 40, contándose entre los fallecidos un empleado de la Sociedad «El Sitio» a quien nos hemos visto precisados a socorrer especialmente por ser un jubilado de dicha Sociedad y un buen padre de numerosa familia. Además, como los condenados por dichos sucesos han sido más de 1.500, habiendo sido necesario habilitar además de la cárcel el acorazado Alfonso XII y un fuerte militar, esta Logia, en las suscripciones que para remediar tanto infortunio se abriera, emitió su modesto óbolo y aun en la actualidad los contados hermanos que la componen están asediados para no dejar sin amparo a tanta infortunada familia que con la bárbara represión del Gobierno de Dato ha quedado en la miseria tanto en la zona fabril como en la Capital». Remitía también un informe con fecha 8 de diciembre de 1917 así: «Recibida vuestra plancha de fecha 20 del pasado noviembre en la que solicitáis un informe detallado de los sucesos que hayan ocurrido en estos Valles durante la pasada huelga, adjunto un número de «El Liberal» de esta Ilustre Villa, que detalla todo lo ocurrido aquí la noche trágica del 16 de agosto en que se asesinó a la gente por los secuaces del Gobierno Dato-Sánchez-Guerra».