Entidades

MASONERÍA

Bayona, condensador de libertades masónicas. Por lo que se refiere a España corresponde a la época de Carlos III la implantación de la Masonería. Fradel, Gould, Mackencie, Morayta, Tirado, Díaz y Pérez concuerdan en afirmar que fue el duque de Wharton quien fundaba en Madrid, el 15 de febrero de 1728, la primera logia masónica, en las mismas habitaciones que ocupaba en el hotel francés de Lys, situado en la calle Ancha de San Bernardo n.° 17. Reconocida y patentada el 17 de abril de 1728 por lord Coleraine, gran maestre entonces de la Gran Logia de Inglaterra, su legitimidad antecede en cuatro años a la primera parisina. Corresponde, pues, a las cuatro generaciones que abarcaron el arco de toda esta época carlostercista el intento de introducir, con las deficiencias del Antiguo Régimen, los ideales moderados, temporales y utilitarios de la modernidad. Feijoó, Flores, Campomanes y Jovellanos constituyen todo un esfuerzo por sacar a España del torpor de pobreza e ignorancia ya proverbial en que se encontraba. Pero, pese a su ilusión, preparación y medios adecuados, como las Sociedades Económicas de Amigos del País, políticos como Ensenada, Floridablanca o ellos mismos y el favor real, la reacción abriría sus cauces cebándose en toda reforma, evolución o ilustración. Mientras tanto, frente al primero de los cierres, con que durante siglo y medio se iban a clausurar muchas de las aperturas en España, los masones de Bayona asomaban sus refugios para la tolerancia española transhumante. Cierto que la logia bayonesa «L'Amitié» permanecía cerrada desde 1787 y que «La Zelée» se encontraba medio adormecida (se cerrará en 1793), pero sus miembros se derramaban en otras mil actividades de carácter tolerante. Cualquier pretexto era bueno para acariciar en plenitud las ideas de la Masoneria. Por lo pronto sus miembros se reunían ahora -fuertes y orgullosos de sentirse masones en el seno de la sociedad «Les Amis de la Constitution», fundada el 20 de noviembre de 1790 en el domicilio particular del hermano Guichene con el consentimiento del hermano Dubrocq, flamante alcalde de la villa. A sus puertas llamaba esperanzado el sacerdote José Marchena, nacido el 18 de noviembre de 1768 en Utrera (Sevilla), iniciado en la Masonería gaditana en 1789 y heraldo en España de la «sublime» revolución francesa. La sociedad «Les amis de la Constitution» le recibía el 16 de abril de 1792. Marchena había huido de España a través de Gibraltar en busca de otros cielos más apacibles y plenos. Desde aquí, Marchena en noviembre del mismo año hacía un llamamiento «A la nación española», invitándola a reconquistar sus libertades en contra de la Inquisición. Impreso en vascuence y español en la imprenta republicana de la viuda Fauvet, calle Mayou, en Bayona, el discurso fue profusamente difundido en España. Posteriormente Marchena llegará a ser secretario del revolucionario girondino, el francmasón Brissot y, más tarde, intérprete personal de José Bonaparte, Gran Maestre del Gran Oriente en 1805 a su vez, cuando llegue a ser en 1808 rey de España. Las actividades de los masones bayoneses no se agotaron con respaldar a Marchena, sino que se mantuvieron en relación con Aranda, Jovellanos, Campomanes, etc., a través de Francisco Cabarrus. Denunciado éste a la Inquisición, encarcelado en junio de 1790, liberado bajo fianza y de nuevo encarcelado en 1795, la sociedad «Les amis de la Constitution» creará una comisión de propaganda en favor de España, presidida por Juan Pedro Basterreche e integrada por Domingo y Pedro Esteban Cabarrus (hermano y padre de Francisco), así como por Marqfoy y el mismo Marchena.