Entidades

MASONERÍA

En la invasión napoleónica de España I.«Los Hermanos Unidos» de San Sebastián. Ocupado el País Vasco por los franceses, el Grande Oriente de Francia registra con el n.° 8.714 una carta que forma parte del expediente n.° 60.007 de su archivo. Tal carta se recibía en París el 8 de agosto de 1809 y a raíz de ella se acordaba concederle las Constituciones solicitadas, autorizándoles a sus autores -dadas las excepcionales circunstancias bélicas- a que instalaran su propia logia, contra toda costumbre. Prevenidos y atentos, los quince fundadores de la logia en San Sebastián, todos franceses, manifestaban el deseo trasladado de «varios ciudadanos españoles de distinción» de entrar en la Masonería, señalaban que éstos «serían los mejores y más firmes sostenes del nuevo monarca el rey José» Para espolear sin duda la eficacia de su creación añadían una postdata práctica: «Habiéndose ofrecido uno de los hermanos de nuestro taller para abonaras en París el total del dinero que debemos pagar para la regularización de la logia, hemos resuelto añadiros a la presente el cuadro de todos los hermanos fundadores, suplicándoos nos enviéis como queda dicho más arriba- las Constituciones, Reglamentos y Estatutos Generales de la Orden, así como los Cuadernos necesarios para la recepción de los tres primeros grados simbólicos».

Cliché de los quince fundadores. Los miembros fundadores de esta logia redactaban su primer cuadro lógico con meticulosidad. Por eso, de él se desprende toda una oportuna regularización de la logia. De todos, hasta 41 miembros, poseemos numerosos datos sociológicos sobre todo, pero en nuestra síntesis nos interesa extraer tan sólo los de los fundadores:

Thouvenot Pierre, 52 años, Toul (Meurthe), París, S. P. R. venerable, general de brigada, gobernador de la provincia de Guipúzcoa; Bourgade Jacques, 52 años, Figeac (Lot), París, maestro, 1.° vigilante, jefe de batallón, comandante del Ejército de San Sebastián; Thomas François Esther, 36 años, Chambéry (Monblanc), Chambéry, S. P. R. vigilante, oficial del Estado Mayor (ausente momentáneamente por razones de servicio); Fayet François, 32 años, Lanure (?) (Isere), Grenoble, Escoc., orador, cirujano mayor de los hospitales; Thomas Nicolas, 41 años, Avoudrey (Haute-Saone), Strasbourg, maestro, secretario, director de los hospitales; Claverie Auguste Jerome, 62 años, Versailles (Seine-et-Oise), París, S. P. R. maestro de ceremonias, empleado de los hospitales; Caupenne Henri, 41 años, Bayonne (Basses-Pyrenées), St. Sebastien, maestro, arquitecto dec., capitán de ingenieros; Madelaine Louis, 38 años, Basoche (Seine-et-Oise), París, maestro, guardatemplo. Guarda mayor de los víveres; Fatio Jean Antoine, 35 años, Genéve (Lemon), maestro, experto prepar., director de los hospitales; Auge Joseph, 31 años, Clermont (Meuse), maestro, tesorero, capitán de artillería; Baissac Pierre Joseph, 53 años, Les Vans (Ardeche), París, maestro, limosnero, inspecto de víveres; Pellegru Fouiget de, 63 años, Pellegrue (Gironde), St. Sebastien, maestro, guarda sellos y archivos, doctor en medicina; Laplace Edmond, 50 años, Grenoble (Isere), Marseille?, maestro, comisario de guerra; Poulet François Charles, 56 años, Dornes (Nievre), Bodeaux, maestro, director de correos.

Así pues, del manojo de noticias adosadas a cada masón, podemos apreciar que tan sólo dos gozaban de residencia habitual en San Sebastián: Enrique Caupenne, natural de Bayona, y Fouiguet de Pellegru, de Pellegrue en la Gironde. El resto, excepto seis que la tenían en París, se encontraba muy repartido entre Marsella, Estrasburgo, Burdeos, Grenoble, Geneve, etc. Por otro lado, de la lista anterior se desprende toda una escala de profesiones. Así: cinco militares propiamente dichos (1 general, 1 comandante, 1 oficial del Estado Mayor, 1 capitán de ingenieros y 1 capitán de artillería), además de un comisario de guerra; otros seis pertenecían a la plantilla de los hospitales (3 directores, 1 cirujano mayor, 1 doctor en medicina y un empleado); y, en fin, un director de correos, un inspector de víveres y un guarda mayor de víveres. Con estas bases se inauguraba la logia, mientras San Sebastián, transido y devastado, hacía viable una estrategia de confrontación, de creación de contrapoderes para neutralizar la capacidad de decisión del invasor francés. Perdida el acta de la ceremonia de instalación, conocemos indirectamente algunos datos al conservarse la «Obligación» por la que todos los miembros prometían obediencia al Grande Oriente de Francia. Los masones de San Sebastián suscribían: «Yo prometo y me comprometo bajo mi honor y como verdadero masón a estar fiel y constantemente unido al Grande Oriente de Francia y ser siempre exacto observante de sus Estatutos y Reglamentos. En fe de lo cual firmo en el Oriente de San Sebastián el día 28 del 9.° mes del año de la Verdadera Luz 5.809» (28-XI-1809).

Expulsión del único vasco. Gran polvareda se iba a levantar en la logia por la expulsión de la misma del único vasco que había ingresado en ella, León Aldamar, natural de Guetaria. Escribían los masones de la logia de San Sebastián: «Con una pena muy viva os hacemos saber que razones imperiosas nos han forzado a borrar del cuadro de nuestra logia al Sr. León llamado Aldamar, y cuyo nombre no le pertenecía. Es hijo natural del Sr. Aldamar, intendente de la provincia de Santander y su existencia civil no le ha sido reconocida por las leyes». Contrasta con la estrechez mental de los francmasones de San Sebastián la atemperada respuesta del Grande Oriente de Francia, de la que como escribe Ferrer Benimeli tan sólo se conserva el borrador. «A la Respetable Logia "Los Hermanos Unidos" en el Oriente de San Sebastián. Respetables Hermanos: El Grande Oriente de Francia en su Gran Logia Simbólica ha recibido vuestra plancha fechada el día 6 del 12.° mes del año masónico 5.809 por la que nos comunicáis que habéis rayado de vuestro cuadro al h.° León, llamado Aldamar (...). Las discusiones civiles, las cuestiones del estado natural, no son de incumbencia de la Masonería; pertenecen a los tribunales que tienen exclusivamente el derecho de juzgarlas (... ). Visto que este hermano llevaba públicamente el nombre de Aldamar cuando le admitisteis a vuestros trabajos, no debíais de haberle exigido una abdicación del nombre y de la calidad a los que los tribunales no le habían condenado. En segundo lugar vosotros habéis obrado ligeramente al recibirle en vuestro taller, ya que no habéis cumplido en su admisión esas precauciones sabias, aunque severas, cuya observancia estricta y rigurosa garantiza a la Masonería contra los que la amenazan. La Gran Logia os invita, después de estas consideraciones, a revocar vuestra deliberación. Podéis tomar otra más sabia y que no prejuzgue nada y conserve el derecho de todos. Consistirá en decir que, puesto que el Sr. León Aldamar se hizo recibir en vuestra logia bajo un nombre sobre el que existe pleito -visto que no os pertenece el pronunciaros entre la familia y la que él reclama- permanece en el ejercicio de su derecho masónico, hasta que las autoridades a las que corresponde la actuación en el orden civil determinen sobre su estado y su nombre. Esta deliberación sabia, justa, conservadora de los derechos de todos, honraría vuestros trabajos y podría obtener el consenso general».