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ISABA

Arte, II. Son varias las piezas conservadas en el interior de la iglesia como retablos, tallas, una rica colección de orfebrería, entre otras piezas que a continuación se describen.

El retablo mayor dedicado a San Cipriano que preside el templo, es uno de los más espectaculares del renacimiento navarro. Fue contratado al entallador pamplonés Miguel de Gárriz en 1555 con la condición de terminarlo en cinco años. Lleva una fecha en el sotabanco de 1576 y 1577. Su monumental arquitectura está formada por banco con veneras, dos cuerpos formados por columnas y balaustres guarnecidos por guardapolvos de tradición gótica y ático decreciente. La escultura del retablo se halla dentro de la corriente expresivista, algo tosca, imperante en el segundo tercio del siglo XVI con algunas influencias flamencas y de filiación aragonesa patentes en cabezas, peinados y tocados. Todo él está decorado con grutescos a base de niños, cintas, calaveras, águilas y otros motivos. El banco está ocupado por grupos escultóricos dedicados a la Pasión, como la Oración en el Huerto, Prendimiento, Flagelación y Coronación de Espinas, todos ellos con abundante número de personajes, detalles y ejecución algo tosca. El primer cuerpo está presidido por una talla del titular, San Pedro, San Gregorio Papa, un santo obispo y San Marcos y el segundo cuerpo se dedica a la Infancia de Cristo y como ocurre en el banco, por grupos escultóricos, como la Virgen, la Anunciación y Visitación, entre otros. En el ático están las tallas de Santa Engracia sedente, un santo mártir guerrero y Santa Quiteria rematado todo ello por un Crucificado expresivista. Pudo trabajar en el retablo algún escultor de Sangüesa que se refleja en la patente filiación aragonesa de los grupos escultóricos del banco y del segundo cuerpo. La pintura es posterior, de 1586 según figura en la cartela y es obra del pintor palentino, natural de Campos, Simón Pérez de Cisneros. La condición impuesta a los maestros es la traza del retablo de San Felipe Neri de Zaragoza. Se les impone, por lo tanto un modelo aragonés obra de Juan de Moreto y Juan Picart. No falta el óculo de la calle central destinado a la reserva eucarística según el privilegio aragonés pero que en Navarra pierde esta función y se reserva a la escultura del Ecce Homo. Entre todas las tallas destaca la imagen de María Magdalena y la elegante figura de San Cipriano.

En el lado del Evangelio se aloja el retablo rococó dedicado a San José fechado en la década de 1770 y que presenta estructura de un pequeño banco, un único cuerpo con tres calles y ático subdividido en tres calles y rematado por trozos de entablamentos y remates mixtilíneos con rocallas. Todo ello dotado de un gran movimiento. La imaginería es de distintas épocas. Por ejemplo, el titular es moderno. Además, una talla de gran naturalismo de San Antonio es de la segunda mitad del siglo XVII y otra de Santiago, de la misma época que el retablo se inspira en modelos académicos.

En las dos capillas del lado de la Epístola se encuentran los retablos de San Francisco Javier y del Sagrado Corazón. El primero de ellos es barroco, realizado a finales del siglo XVII y presenta una estructura de banco, un único cuerpo con columnas salomónicas colocadas a distintas profundidades con racimos y tallos vegetales en sus fustes y rematado todo por un ático entre aletones todo ello entre una gran profusión de decoración. Su único cuerpo lo ocupa un lienzo de San Francisco Javier predicando, barroco, de la misma época que el retablo. Con una técnica algo seca sigue modelos que el pintor Vicente Berdusán realiza para el lienzo con el mismo tema. Delante se encuentra una talla barroca de la Virgen del Carmen de estilo barroco popular del siglo XVII, de la misma época que el San Estaban colocado en el ático donde se encuentran también las tallas de san Miguel y Santa Catalina ya del siglo XVIII.

El retablo del Sagrado Corazón es muy similar en disposición, arquitectura y decoración a su colateral simétrico de San José. Su iconografía la componen tallas de distintas épocas y estilos. El titular es moderno, las imágenes de Santo Domingo y San Pablo son del siglo XVII, barrocas, al igual que la talla de San Ramón Nonato de la calle central del ático, un santo diácono sedente con libro es del segundo tercio del siglo XVI en relación estilística con la escultura del retablo mayor.

Además de estos retablos son varias las piezas interesantes que conviene destacar, como es el caso de un Crucificado renacentista fechado hacia 1570 que cuelga en el primer tramo del lado del Evangelio. Es de tamaño natural y representa a Cristo muerto con una gran precisión anatómica, especialmente en las venas de los brazos y el tratamiento del torso marcando la cintura. Su cabeza cuelga hacia delante, con la boca entreabierta y mechones largos que caen por delante del pecho. El paño de pureza es de plegado menudo y ajustado a la cadera con gran nudo rizado, característica arcaizante de estas imágenes expresivistas.

En este mismo lado se encuentra la pila bautismal medieval de piedra que presenta basa circular, fuste cilíndrico corto, taza con subcopa semiesférica y copa cilíndrica lisa. Además un púlpito de finales del siglo XVI se localiza, al igual que su simétrico en el muro de separación de las capillas; consta de una base piramidal invertida y cuerpo poligonal de cuatro lados con tableros pintados en el siglo XVIII que representan a los Evangelistas, en este caso y a los Padres de la Iglesia en el del lado opuesto. Los guardavoces son añadidos en el barroco. Una excelente reja del siglo XVI de tradición gótica separa la nave del presbiterio propiamente dicho en el que se localiza el gran retablo mayor. Está estructurada en una parte central de dos hojas y tres registros que se rematan por flores de lis a diferentes alturas.

En el lado de la Epístola el coro cuenta con una sillería barroca de la segunda mitad del siglo XVII con diecisiete sitiales y tableros decorados con cabezas de reyes y personajes en todos lisos o con guirnaldas y otros motivos que recuerdan modelos renacentistas del siglo XVI, a base de roleos, composiciones simétricas y bustos querubines. Llaman la atención las representaciones de danza, faenas agrícolas y personajes mitológicos. El sitial que preside lleva representado el relieve de San Cipriano bendiciendo y con báculo y en los de los extremos el martirio de un santo y la escenificación del Tributo de las Tres Vacas. Las misericordias se decoran con cabezas, mascarones, cartelas vegetales, ángeles, pájaros, parejas de niños y hombre fumando en pipa. El órgano se encuentra en una pequeña tribuna que se prolonga desde el coro por la nave del Evangelio. Su caja es obra del maestro Miguel de Ayerdi, vecino de esta localidad, en 1751 y consta de cinco calles cilíndricas de distinto tamaño donde se alojan los tubos en siete campos o cuerpos.

En la sacristía se conserva una cajonera de tres cuerpos de taracea y sendos armarios barrocos, uno con puerta de casetones y cruz inscrita y otro de taraceas, ambos del siglo XVIII. Sobre estos muebles se alza un retablo de dos cuerpos, con hornacina en el inferior que contiene una imagen barroca del siglo XVIII de la Dolorosa y en el superior un Crucificado de buena factura del mismo estilo y cronología. Junto a este retablo cuelgan dos espejos barrocos del siglo XVIII con remate y colgantes de follaje. Se conserva además cuatro mazas de madera dorada del siglo XVI cuyo remate tiene forma de capitelillos con torreones y volutas exteriores, seis grandes cantorales de pergamino del siglo XIX, otros cuatro de menor tamaño y una imagen de San Sebastián barroca.

Varias piezas de plata que abarcan desde los siglos XVI al XIX completan el ajuar parroquial, entre ellos dos atriles del siglo XIX de plata parcialmente dorada de estilo neoclásico adornados con guirnaldas y querubines. La pieza más antigua es un cáliz de segunda mitad del siglo XVI, con la marca de Sangüesa. Mantiene una estructura con resabios góticos. Otro cáliz de esta colección es ya del siglo XVII de estructura lisa burilada y con la marca de Pamplona e inscripción. Completan la colección de cálices uno de plata dorada de estilo rococó de segunda mitad del siglo XVIII con las marcas de Pamplona y la del platero Iriarte y otro de estilo neoclásico del siglo XIX decorado con temas de la Pasión en la base y en la copa y con la marca de una balanza, una L y un busto. Se conserva una pareja de crismeras de plata barrocas con forma de arqueta sobre patas de garra y cubierta a cuatro aguas rematada por prisma liso que sirve de pedestal a una cruz de sección romboidal.

Entre las piezas de la colección destaca la cruz parroquial de plata realizada en 1553 por el platero residente en Sangüesa Gaspar de León, natural de Valencia. Esta cruz sigue esquema de tradición gótica, con brazos florenzados, cuadrilóbulos interiores rematados en vasos y crucero cuadrado, con una crestería que orla todo el perímetro de la pieza. Su decoración es algo más avanzada al incorporar temas vegetales y ángeles en composición "a candilieri". Figura en el anverso un Crucificado de anatomía expresivista rodeado de los medallones de dos evangelistas y la Asunción. En el reverso está la Virgen en pie y coronada sosteniendo al Niño, los relieves de otros dos evangelistas y la Asunción. La marca es SANG con caracteres góticos con escudo sobre barras de Sangüesa, ciudad de donde salieron también las cruces de Bagüés, Petilla de Aragón y San Gregorio Ostiense y la desaparecida de Gallipienzo que contó con un esquema muy similar a esta de Isaba.

Varias piezas de distintas épocas completan la colección de orfebrería, como cuatro relicarios con alma de madera y perfil curvilíneo del siglo XIX, más otros dos del siglo XVIII de tipo ostensorio con alto astil, nudo periforme y sol, además de un incensario del siglo XIX con brasero liso reforzado y tapa calada, una naveta barroca de la segunda mitad del siglo XVII con un esquema purista con algo de decoración que le dan el toque barroco. Esta pieza ha sufrido arreglos en la base y en el fuste.

Por último, como piezas de ornamento se conservan en la iglesia una capa pluvial del siglo XVIII y dos casullas negras el siglo XVII con decoración de cartelas y tiara y calavera de tradición manierista realizadas por el bordador Juan González de Ezquerra antes de 1658.

Carmina RIUS SALETA