Literatos

Harriet, Bernard Maurice

No parece que la vida de Harriet sufriera demasiados altibajos. Además, apenas publicó alguna obra y pasó numerosos años estudiando y examinando el euskera y los textos vascos. Junto a los datos que podemos extraer de sus obras, Arantxa Hirigoyen halló un cuaderno muy interesante en Baiona, y es que en dicho cuaderno de pequeñas dimensiones aparecen dos listados: el primero es la relación de los títulos que formaban la biblioteca de Harriet. El segundo lo compone la lista de obras que el labortano empleó para completar su diccionario. Ambos listados nos proporcionan una información de gran valor a la hora de analizar las fuentes y el conocimiento de Harriet.

Por lo que respecta a la biblioteca de Harriet, parece ser que contenía doscientas quince obras, entre las que había algunas repetidas, escritas principalmente en euskera, francés y español. Tal cantidad de obras refleja que el labortano poseía una importante biblioteca (tanto cualitativa como cuantitativamente) para la época. Además, junto a libros publicados también guardaba numerosos manuscritos y copias. Las obras de la biblioteca de Harriet son, sobre todo, de corte literario, religioso e histórico, y cabe mencionar la gran cantidad de autores vascos que el labortano conocía: en su biblioteca había tomos de Juan Bautista Agirre, Juan Antonio Mogel, Jean Duvoisin, Manuel Larramendi, Agustin Kardaberaz, Jean Pierre Arbelbide, Joannes Etxeberri Ziburukoa, Pedro Antonio Añibarro, Bartolome Olaetxea, Jose Francisco Aizkibel, Joannes Haraneder, Bernard Gazteluzar, Joannes Leizarraga, Pedro Astarloa, Bernat Etxepare, Andres Ithurzaeta, Juan Ignazio Iztueta, Bernard Larregi, Arnaud Oihenart, Martin Harriet, Agosti Xaho, Francisco Lardizabal, Gratien Adema, Antoine Abbadia, Francisque Michel, Jules Vinson, Arturo Campion, Wilhelm von Humboldt, Willem J. Van Eys, Luis Luziano Bonaparte, etcétera.

Basta analizar detenidamente la anterior lista para percatarse de que Harriet manejó obras de todas las épocas: la más antigua es la traducción del Nuevo Testamento de Leizarraga (de 1571), y la gran mayoría son libros de los siglos XVIII y XIX. Teniendo en cuenta que Harriet falleció en 1904, queda claro que, además de autores antiguos, el labortano también conocía trabajos mucho más recientes que mencionó, dicho sea de paso, en su diccionario.