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GANADERÍA (LA HISTORIA DE LA ACTIVIDAD GANADERA)

El ganado ovino. La ganadería ovina tradicional tuvo una extraordinaria importancia en el pasado y llegó a ser la principal especie que disfrutaba de los pastos comunales. Su aprovechamiento era tipo integral como hemos visto con el vacuno, aunque existieran desde siempre especializaciones naturales en dirección lechera o cárnica. La gestión de los rebaños de ovino se efectúa tradicionalmente según dos modalidades básicas: el pastoreo y la transhumancia. El primero se diferencia del segundo por las escasas distancias que se recorren entre los pastos de verano y los de invierno. En la zona oceánica los rebaños se mantienen junto al caserío durante la etapa difícil en pastos propios o alquilados. En verano ganan los montes comunales al cuidado de un miembro del propio caserío o bien de pastores a sueldo, que individualmente cuidan los rebaños. Los pastos de montaña del medio oceánico se organizan en torno a los seles y a las majadas. Los seles consisten en terrenos circulares de dimensiones fijas trazados en torno a un mojón central. Son particulares de cada caserío, aunque se encuentren en el común y sirven para pasto y sesteadero de los rebaños de ovejas. Las majadas son hondonadas o cobijos naturales donde se emplazan los corrales para resguardar a las ovejas durante la noche. Junto a estos últimos se construyen las bordas o cabañas que sirven de cobijo al pastor. En el medio mediterráneo era frecuente la reunión de cabezas de ovino pertenecientes a distintos vecinos y encomendadas para su vigilancia a un mayoral. Asimismo aparecen rebaños concejiles, propiedad del municipio y gestionados también a través de un mayoral a sueldo. Las ovejas acceden a las corralizas, ubicadas en las terrazas altas de los ríos, y su importancia en este medio es debida a la necesidad de abono. La transhumancia, abundante en nuestro país, consiste en el desplazamiento de hombres y rebaños con carácter estacional a la búsqueda de pastos, recorriendo grandes distancias por cañadas fijas jalonadas por mojones y que se encuentran reglamentadas y negociadas con los distintos municipios. Puede hablarse de una transhumancia corta (alrededor de 50 km. de recorrido) que se desarrolla en invierno desde los montes de la divisoria en Guipúzcoa y Vizcaya hasta la costa, desde la Alta Zuberoa y Benabarra hasta el Bajo Adour y desde la Llanada Alavesa a las montañas de la divisoria al norte de esta provincia, siendo en este último caso en verano. La transhumancia larga supera por regla general los 100 km. de recorrido empleándose en el mismo varias jornadas. Se realiza a principios del otoño desde los pastos pirenaicos del Roncal y Salazar hasta corralizas o las Bardenas Reales en la Ribera tudelana, con el fin de proporcionar a las ovejas pastos invernales imposibles de encontrar en el riguroso clima de montaña. También se considera transhumancia larga la desplegada en verano por los rebaños ribereños hasta las sierras de Urbasa y Andia a la búsqueda de los frescos pastos de montaña. Las cañadas más importantes son las de Tauste para esta última ruta y las del Roncal y de Murillo del Fruto para la ruta Valles pirenaicos-Ribera tudelana. Cabe también otra clasificación para la transhumancia según se desarrolle en invierno o en verano. En el primer caso se trata de una transhumancia tipo pirenaica y en el segundo mediterránea. La alimentación del ganado ovino no lleva cuidado alguno y la proliferación de cabezas en el común despertó más de una reticencia aunque sin llegar a los extremos que inspiraba el ganado cabrío. En nuestro país se distinguen tres razas de ovino: la lacha, la churra y la basco-bearnesa. La primera conocida como manex en el País Vasco Continental, es de origen autóctono y probablemente la más antigua de las tres. Se distingue por su rusticidad, por el color negro de cabeza y extremidades y por la lana basta (latza significa precisamente lana basta) que cae a grandes mechones abiertos. Se adapta perfectamente al medio húmedo, extendiéndose por Navarra del noroeste, Vizcaya, Guipúzcoa, Laburdi, Benabarra y Zuberoa, y es de excelente producción lechera. Cuando es mestiza el color de cabeza y patas pasa a café claro, como ocurre con la variedad navarra sumbilla. La raza churra, variedad de la merina mediterránea, es propia de un medio seco, pero su flexibilidad permite el traslado desde los valles pirenaicos hasta la Ribera. Su lana es entrefina, la carne de gran calidad y su porte resulta más ligero en comparación con la lacha. Aparece en Alava, la Navarra Media y Ribera y también en los valles pirenaicos orientales (Roncal, Salazar...). La raza basco-bearnesa o carranza se reconoce por la pigmentación rubia de cabeza y patas, por lo cual se la llama popularmente cara tabaco. Su carne es la más apreciada y su producción lechera inferior. Aparece principalmente en el valle de Carranza (Vizcaya) y en la mitad oriental de Zuberoa, en el contacto con el Bearne. También existieron en nuestro país ejemplares de raza merina sobre cuya calidad de lana no existe competencia. Aún se conservan actualmente algunas cabezas al suroeste de Alava en su contacto con Burgos.