Concepto

Festividad de San Marcos

Si bien hay elementos distintivos en cada uno de los pueblos, la esencia de la celebración es la misma y muchos de los componentes y actos de la primitiva tradición aún perviven.

Antiguamente, con motivo de la festividad de San Marcos (25 de abril) tenía lugar una procesión hasta las ermitas de los alrededores de Irún (ermita de Arteaga, ermita de San Marcial y ermita de San Antón), Hondarribia (Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, ermita de Santa Bárbara y cruz de Gainchurizqueta), Errenteria (ermita de Santa María Magdalena de la Sierra, en la cima del monte San Marcos), Pasajes de San Juan (a la cruz de piedra que coronaba el monte Jaizkibel), Lezo (a la cruz de Gainchurizqueta) y Oiartzun. Procesiones solemnes, presididas en algunos casos por el clero y las autoridades. Tras la celebración de la misa y la bendición de los campos, los peregrinos disfrutaban del almuerzo para reponer fuerzas, bailaban en la romería y regresaban después al pueblo.

Sin embargo y como muchas tradiciones, la pervivencia de la celebración de San Marcos y sus opillas no ha sido fácil. De hecho, en Irún se suspendió dos veces. La primera de ellas en 1787. El 22 de abril de dicho año, el Obispo de Pamplona envió una carta-orden por la que se prohibía la celebración de las procesiones de letanías de San Marcos en toda la diócesis. La peregrinacón se realizó ese año a la ermita de Santa Elena. Tras el aplazamiento de la procesión al mes de mayo ocurrida en 1816 debido a una gran tromba de agua, las guerras carlistas fueron, al parecer, la causa de la segunda interrupción de las procesiones del día de San Marcos. Así lo hace suponer, entre otras cosas, la ausencia de datos documentales. Tras la contienda civil esta procesión se celebró, según parece, tan sólo una vez más, en 1879. Desde ese momento las procesiones de San Marcos desaparecieron definitivamente.

A pesar de todo esta es una tradición fuertemente arraigada. Si bien la procesión desapareció, no lo hicieron la bendición de los campos, el almuerzo y la romería. Los fieles continuaron bendiciendo los campos y celebrando las romerías en los terrenos cercanos al pueblo. Allí llevaban el almuerzo compuesto, muchas veces, de una taloa (pan de maíz, cocido con dos huevos). Sin embargo, el tiempo hizo desaparecer también la bendición de los campos, por lo que la celebración del día de San Marcos se limita a la bendición de las opillas en la iglesia y su desgustación (acompañada, eso sí, muchas veces por la música de las romerías) en los prados de los alrededores de los pueblos.