Municipios

Bilbao. Arte (versión de 1974)

Música y canto.

Hay muchas canciones netamente bilbainas, pero lo curioso es que algunas proceden de fuera de la villa. Caso muy conocido es por ejemplo «Caza del chimbo», compuesta por el alcalde de Vitoria, Manuel Ciorraga y Tomasa, para embromar a los bilbainos cuando los vitorianos iban a pasar las fiestas de Bilbao. Se cantó por primera vez entre 1826 y 1828. Hacia 1830 la oyó cantar Antonio Trueba a unos muchachos. Al morir Ciorraga, Trueba regaló el manuscrito de esta canción a José Manterola, que la publicó en la revista Euskal-Erria. La transcripción para piano es de Aurelio del Valle. Otras canciones y composiciones musicales de este género fueron apareciendo con éxito en los medios populares. Se pueden citar "Humorada chimberiana", «Bilbainescas», «Chimberada», «Tarranpantan», éstas de Emiliano de Arriaga, y en general, el repertorio cantado en tabernas y tertulias. Bilbao, al cesar de ser pueblo vasco-hablante, pierde muchas de sus canciones vascas y las sustituye por esta producción nueva que se viene llamando canción bilbaina, propia y original. Los cantantes profesionales la han divulgado no sólo por el país sino fuera de él y en la América latina. De estas canciones dice Juan de Orúe Matía: «Esto son las canciones de Bilbao. Una expresión de vigor, de permanencia y de ponderación. La melodía encuentra sus temas en cualquier origen, y fácilmente se reconocen temas de otras regiones que figuran en sus cancioneros originales. Una gran parte de ellas son castellanas, de la Castilla que mira al mar. Los ritmos son también muy variados, desde la lejana habanera al vals, con permanencia de ritmos del siglo pasado, muchas veces aligerados con una dicción rápida. Abundan los estribillos de jota, muy dúctiles para el acoplamiento de las coplas locales. Pero son plenamente bilbainas las letras. En su forma y en su espíritu. Temas orales del mar, del campo, de la vida diaria. Si alguna vez rozan la vulgaridad, se salvan por su aire y por su ejecución. Y siempre, cuando las cantan los bilbainos, trascienden una alegría juvenil y arcaica y, a veces, una melancolía marinera. Es la vieja flauta de Pan que trascendió a tierras del Norte. Sobre un fondo de épica menor, descriptiva y alegre, toques breves y sencillos de lirismo primitivo. El bilbaino no canta solo, pero tampoco prefiere los grandes grupos corales. Canta en pequeños grupos, canta bien y armoniza intuitivamente. Así, en familia, sólidamente implantado en el día de hoy, canta su singular folklore. Por el sur la meseta canta a solo y con su inmensa gravedad. Por el norte del Cantábrico brama o silva. Hacia el este, el País Vasco danza sus ritmos antiguos o integra grandes corales. Entre todos, Bilbao, chiquito y alegre, canta. Es de señalar también que las más grandes corales del País Vasco han sido bilbainas. De finales y principios de siglo data la afición a la música instrumental moderna y a los orfeones. Se da el caso que es en Bilbao donde se funda la primera sociedad filarmónica, ya en el año 1827. De 1885 es la Sociedad de Cuartetos, de 1911, la de Música Clásica y de esos tiempos también la Orquesta de Bilbao. Conocidísima fue siempre la Sociedad Filarmónica, con orquesta sinfónica, la Sociedad Coral y la Schola Cantorum, sin contar con otras numerosos grupos particulares. Entre las masas corales vascas se hacen famosos el Orfeón Bilbaino bajo la dirección de Aurelio Valle y la Coral Santa Cecilia, cuya alma y dirección fue el maestro Zubizarreta. La canción vasca, euskérica, en su búsqueda de nuevos caminos y en la actualización de las tradicionales también ha dado su impacto en Bilbao. Ha habido concursos de canción vasca en Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Mondragón, etc. El «Ez dok amairu» hace acto de presencia en la villa. Un cronista presenta los festivales 1968-69 de fin de año como escándalo o como espectáculo inaudito, en el teatro Santiago, con el concurso de Argoitia y de la orquesta de los Daikiris. Se notan tanteos en la formación de nuevos grupos orquestales como «Oinharri» o experiencias como la del Club Arizona con el Concurso Festival de «Música joven», por ejemplo.

Bernardo ESTORNÉS LASA