Concept

Veterinaria

El arte de curar animales se inició con la domesticación de éstos, hace unos doce o quince mil años. Tan pronto como el hombre logró domesticar y poner algunos animales a su servicio, tuvo que ocuparse necesariamente de su cuidado y de aliviar sus dolencias. Con ello nace la actividad veterinaria. En un principio, para aliviar las dolencias y curar las lesiones de sus animales el hombre prehistórico utilizaba lógicamente, los mismos remedios que empleaba para sus propias dolencias.

Se han encontrado vestigios arqueológicos que evidencian la actividad veterinaria desde el Neolítico, en los valles del Nilo y del Eúfrates, tierras de extraordinaria fertilidad, donde se desarrollaron civilizaciones antiguas de alto nivel.

Así, en el Código de Hammurabi (1792-1750 a.C.), grabado en el Código de diorita que se conserva en el museo del Louvre de París, escrito en cuneiforme acadio, se dictan normas de actuación veterinarias y se fijan honorarios. Existe una tabla hitita correspondiente a los siglos XIV-XII a C. en la que se estipulan precios de diversos animales domésticos y el papiro de Kahu, (Egipto) (2230-1900 a.C.) está dedicado a problemas veterinarios.

Tan identificado se hallaba en un principio, la medicina con la veterinaria, que ambas profesiones eran desempeñadas por la misma persona.

Hipócrates, el médico mas popular de la historia de la humanidad, (470-356 años a. C.) recopiló la suma de conocimientos médicos y veterinarios hasta entonces conocidos, en una colección de sesenta libros y admitía en su consulta indistintamente a personas y animales. A la inversa, los Hipiatras o veterinarios griegos atendían también a personas enfermas, porque en sus conceptos, personas y animales eran exactamente iguales, lo que supuso que durante siglos, la medicina y veterinaria discurrieron juntas, completamente identificadas.

La diferenciación entre ambas ciencias sobrevino, no por iniciativa o necesidad científica, como consecuencia de las corrientes filosóficas que inicia Sócrates (470 - 399 a.C.), sugiriendo que el hombre poseía algunas cualidades que lo diferenciaban de los animales y que su discípulo Platòn, (427 - 348 a.C.) profundizó, enumerándolas: la facultad de razonar, el grado de inteligencia, la sensibilidad, la conciencia del bien y el mal; a este conjunto de cualidades diferenciales, las denominó alma.

Según Platón, las cualidades del alma son espirituales, no tienen soporte físico, y por lo tanto no pueden morir, con lo cual llega a conclusión final de que la persona consta de dos partes: un cuerpo mortal y de un alma inmortal.

Las deducciones de Platón sobre el alma, fueron recogidos por su discípulo Aristóteles, ( 384- 322 a.C.) que en sus escritos llegó a reunir todo el saber humano de la época. En ellas se identifica con las ideas del maestro y proporciona a éstas notable difusión.

Mas tarde, la religión cristiana asumió plenamente el pensamiento de Platón, confirmado por Aristóteles, y no solo eso, sino que además, sentó como doctrina de fe, que el alma humana aparte de ser inmortal, es de origen divino, incorporada por el individualmente a cada persona. Cuando ésta muere, su cuerpo físico se destruye, pero el alma inmortal continua viviendo en la eternidad y es responsable de sus actos. Con tal planteamiento, se llega a la conclusión final de que el cuerpo del hombre, se convierte en templo o santuario del propio Dios, lo que eleva a la persona a un plano excelso muy superior al resto de las criaturas y por lo tanto debe concedérsele un trato diferente, de acorde con su condición.

Esta argumentación filosófico-religiosa, condujo hacia la separación entre la medicina humana y la veterinaria, en los albores del Cristianismo.