Concept

Txuntxunero

En 1927, por otro lado, se crea la Asociación de Chistularis, con ch. Muy pronto comenzó a publicar una revista, Txistulari, que es sin duda la mejor fuente para conocer a nuestros músicos. Como se decía en la propia revista, se adoptaba orgullosamente este nombre para expresar que eran unos músicos como los demás, y no los tuntuneros de pueblo a menudo caricaturizados, como lo habían sido en la zarzuela El caserío. Surgida en plena dictadura de Primo de Rivera, se aprovechaba su primer editorial para ponerse a disposición de las autoridades, y especialmente en lo referente a la honestidad en las danzas.

Este tema, en efecto, adquiría una gran importancia: por un lado era un asunto de sumo interés para el nacionalismo vasco; podía servir también para dar una imagen inofensiva de cara a la dictadura, y además, esos txistularis vieron en el mantenimiento de la danza al suelto la única posibilidad de permanecer con vida. Quizá por ello estas danzas llenarán las numerosas partituras publicadas en la revista. El nacimiento de la asociación se celebró, después de una misa, con la celebración de un pequeño concierto en el que tomaron parte casi cien músicos tocando un repertorio especialmente hecho para la ocasión. Nunca se había visto nada parecido, y fue muy del gusto del público, lo que supondrá el surgimiento de una nueva y exitosa fórmula, el alarde de txistularis.

La calidad de los intérpretes mejoró espectacularmente, y tanto los solistas famosos, como Isidro Ansorena, Alejandro Lizaso o Primitivo Onraita como las bandas de txistularis que ahora se estandarizan (primer txistu, segundo txistu, silbote y atabal), como por ejemplo las municipales de San Sebastián, Rentería y Vitoria, hacían interpretaciones de gran calidad, entrando en el mercado discográfico. Los compositores vascos más famosos hicieron obras para esta formación, y se publicaron en la revista. En ese repertorio publicado, no hace falta decirlo, los valses, polkas, habaneras y mazurcas que eran tan habituales apenas unas décadas antes no aparecen por ningún lado. Se hicieron versiones oficiales, unificadas, de algunas danzas y en general parece que el mundo de los txuntxuneros se unificó en alguna medida, como si fuera otro proceso folklorístico más.

Y el sostén de las autoridades vascas era muy claro, con la excepción de Navarra. En efecto, el nuevo navarrismo político tomaba al txistu como icono vasco, y la Diputación navarra, pongamos, no concedió ayudas a la Asociación de Txistularis, como lo hicieron las de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava. Aunque sea como curiosidad, este punto de vista se reflejaba también en la nomenclatura para referirse a nuestros intérpretes: el Diario de Navarra se quejaba de que el nombre de chistulari estaba sustituyendo al de chunchunero, que se consideraba castellano y castizo navarrismo (Sánchez Ekiza 1996).

También con la II República intentó la Asociación de Txistularis desarrollar una actitud apolítica y profesional, aún cuando es de suponer que las ideas políticas de sus socios eran sobre todo nacionalistas y carlistas. Con todo, en 1932, con la administración en Vizcaya, se abre una segunda época en la revista con nueva numeración de sus ejemplares, en la que se hicieron más numerosas las colaboraciones con el entorno del PNV. Con todo, esta actitud irá desapareciendo poco a poco, y desaparecerán con la administración navarra. En 1936, en efecto, en vísperas de la guerra, una mujer, Paz de Ciganda, se puso al frente de una dirección de la que formaban parte carlistas y nacionalistas muy notorios. Pero ello no significa que las tensiones políticas no fueran muy notables, y por ejemplo la presencia de los txistularis fue requerida en 1932 tanto por parte de José Antonio Aguirre con ocasión de la asamblea de ayuntamientos de Pamplona a favor del estatuto, como por parte del gobierno republicano para conmemorar su aniversario.

En general, por tanto, cabe decir que, si hubo un renacimiento cultural vasco, en esos momentos se vivió también un renacimiento txistulari. El primero ayudó al segundo, como también lo hicieron las ideas románticas y nacionalistas, pero hubiera sido imposible que eso sucediera si no hubiera habido personas capaces de aprovecharlo. Y los esfuerzos realizados por los txuntxuneros florecieron ahora no sólo según los gustos de una minoría de folkloristas y aficionados, sino según los siempre cambiantes gustos del público.