Lexicon

SIMBOLOGIA

Rocas, piedra, agua, fuego. Varias de las deidades euskaldunas divinizan a las fuentes, los ríos, las aguas, los pozos, las rocas, el fuego y otros elementos naturales ajenos al mundo biológico pero a los que suponen, a veces, vida y poderes. El hombre primitivo se halla instalado en sus valles y tierras sin poseer una noción ni aproximada de lo que es la tierra en que vive. Sabe, sí, que es inmensamente grande y que, a veces, el mar, también inmenso, la delimita. Allí acaba el mundo. El horizonte marino sería su confín. Ha observado que la superficie terrestre sube y baja y formando montañas que a su entender crecen como los animales y las plantas. De los testimonios orales recogidos por Barandiarán, el interior de la tierra sería inmensísimo y con él comunicarían ciertos pozos, simas y cuevas, como el pozo de Urbión, la sima de Okina y las cuevas de Anboto, Muru y Txindoki. Las tempestades que se originan en esos lugares en forma de tormenta y de vientos huracanados impresionan la mente popular y llegan a explicárselo todo como si estos seres de la naturaleza estuvieran animados y capacitados para proceder mediante intenciones concretas. El "día", eguna, sería para los hombres, pero la "noche", gau, pertenecería a los seres nocturnos, gauezkoak. Los hombres serían los seres diurnos o egunezkoak. Cada uno de los fenómenos naturales que influyen en la vida del hombre se constituye en un numen peculiar. Las fuentes, los pozos, los manantiales de aguas medicinales, el rayo, el fuego, el trueno, llenan este mundo de representaciones míticas. Culmina este mundo de deidades con Mari, diosa que habita en las cuevas y que salta de una a otra en forma de chispa eléctrica, de animal o de carro de fuego. Esta mitología euskaldun emerge y aflora en nuestro tiempo desde siglos y aún milenios más atrás, por vía oral. En cambio otros como Aherbels, Iluno, Baigorrixo y otros reciben los honores del esculpido en lápidas conmemorativas con textos latinos.