Lexicon

SIMBOLOGIA

Símbolos. Este conjunto de signos y figuras simbólicas emerge de toda la temática de la vida con significados y alusiones a creencias muy difíciles de averiguar. Ante la dificultad de penetrar en su semántica y la intencionalidad de quienes los esculpieron en las lápidas, o en otros objetos de metal o de cerámica habremos de fijarnos únicamente en la índole externa de las figuras y signos. Unos son astrales, otros vegetales y animales, otros figuras humanas. Aparte de los símbolos figurativos existe además un cúmulo de líneas, dibujos geométricos, rayas, puntos, etc., de enigmática inserción en el conjunto. Astrales. Las figuras del "sol", eguzki, de la "luna", illargi, y de "estrellas", izarrak, pueden representar un culto solar y lunar y estelar que en el caso vasco se confirma con las oraciones conservadas por vía oral euskérica. Recordemos, aunque sea repetición, aquellas celebraciones del plenilunio atribuidas a los celtíberos por Estrabón (G., III, 4, 16) y los enigmáticos nombres de la luna, illergi, illaski, "luz de los muertos", goikoa (R), "el de arriba" y su tratamiento de amona, "abuela", tanto al sol como a la luna. Las arcas de madera, talladas por artistas populares, se han venido utilizando para guardar la semilla escogida para la nueva siembra. Considerada como valiosísima, casi un tesoro, se hallaba protegida por figuras simbólicas talladas en el frontis de arcón. No podemos, de ninguna manera, descartar la probabilidad de que pudieran proceder estos temas decorativos de estos tiempos remotos. En las actuales kutxas o arcas se representan motivos vegetales, rosetones, espirales, arcoiris, que no son otra cosa sino temas astrales. Se ha reconocido en algunas la representación del árbol de la vida y los otros motivos que hemos citado se han identificado con representaciones del sol, de la luna, del arco-iris. El creciente lunar, solo, o entre rosetas, los discos radiados, aparecen en las lápidas o estelas fúnebres como las Iruña (Alava), Luzcando, Angostina y otras. La luna y las estrellas aparecen también bien solas o encerradas en un disco. La de Luzcando, muy conocida y bien conservada tiene el disco en la parte superior enmarcado por un doble cordón. La de Ilarduia (Alava) conserva un fragmento del disco. Unas veces las hojas de la estrella son lanceoladas como en las dos anteriores, otras, radiales a modo de hélice. Entre las inscripciones latinas recogidas por Hübner, cuatro tenidas como propias de la cohorte primera de los várdulos aliados de Roma, ostentan la svástica, sola, duplicada y acompañada de la media luna creciente o de una cruz en aspa. Y los várdulos eran precisamente los vascos del litoral. Aparecen, pues, asociadas la cruz gamada, el aspa y la media luna. La inscripción de Elsdon (Inglaterra) (VII. 1031. Rochester) posterior a Adriano, dice: Genio el signis I. J. (idee) Vardul (orum) c(ivium) R(omanorum) eq(uitatae), (milliriae) T. Lecinius Valerianus trib(unus). Otro caso digno de tenerse en cuenta es el de la "tetraskele" de una lápida de Santacara (Navarra), que se conserva en el Museo de Pamplona. Es una suástica pero formada por cuatro piernas dobladas y unidas por los muslos. El especialista Frankowsky declara que este ejemplar y, otro que se conserva en la ermita de Santa Ana de Camañas son los dos únicos de su género conocidos en el mundo. Caro Baroja se pregunta "en qué relación ideológica está el "tetraskele" con suásticas que aparecen en los cipos aquitanos de la época galo-romana y en lápidas cantábricas de un lado, y de otra parte con la cruz "ovífila", que se repite mucho en las estelas y, decoraciones de dinteles, etc." Es también digno de señalarse que dicha tetraskele aparece asociada a instrumentos. Pero esta suástica no ha sobrevivido apenas en Euskalerria sino bajo otra forma, la curva, de cuatro y aun más cabezas. Algunas rectilíneas se encuentran en Irisarri y en algún documento medieval antiguo. La forma curva aparece profusamente en la edad moderna asociada a hélices, rosetones, árbol de la vida, vegetales y animales. La cruz cristiana aparece más tardíamente. Y lo que es también chocante es que estos mismos rosetones aparezcan en tierras portuguesas y castellano-leonesas. No obstante, si estos rosetones son símbolos del sol, de la luna, u otros astros hemos de confesar que tienen su correspondiente eco en el euskara vivo de hoy, en día, en creencias e incluso en oraciones paganas tradicionales como las recogidas por el P. Donostia. La luna, goikoa (R), ilargi, ilazki "luz de los muertos" literalmente, anda muy bien con su sabor de divinidad, sobre todo si asociamos la voz roncalesa goikoa con el nombre de Dios, Jaun-Goikoa o Xinkoa, donde la idea de lo alto está patente incluso fijándonos en que el sufijo -ko es locativo. El sol, eguzki, representado por los rosetones es una divinidad de la mitología vasca. Las estrellas, izarrak completarían el grupo simbólico vasco. Al sol y a la luna se les considera "ojos de Dios", begi ederrak como se ve por esta oración que ha llegado hasta nosotros: Jaun-Goiko' aren begi ederra Amaberjiñak alaba zala Amaberjiñen begi ederra, Jaun-Goikoak alaba dezala. Oi! zein illargi ederra, begi ederra! Jaun-Goiko'ak bereinka zaitzala.Donostiar, J. A. Euskal-Erriko otoitzak, "Egan", 1956, 2, (p. 35). Esta proliferación de motivos decorativos populares ha culminado en Laburdi, Baja Navarra y Zuberoa adornando las estelas discoidales. Incluso la lamia pasa a decorar un escudo de Bertiz (Navarra) pero esta representación ha pasado a la piedra a través de la literatura oral popular.