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RIOJA

La lengua vasca en la Rioja. La existencia de gran número de topónimos euskaros en la actual Rioja, así como la abundante onomástica vasca en los textos latinos medievales -Urunia, Naiara, Aran- enlazan con los hechos históricos [v. ROMANCE, GLOSA (Glosas emilianenses)], para acreditar a la Rioja como una zona de antigua persistencia del euskera en la Baja Edad Media. Este hecho lo ha estudiado J. J. Bautista Merino Urrutia en varios de sus trabajos. Un resumen de las conclusiones de este investigador sobre la extensión del vascuence en la Rioja sería (El vascuence en la Rioja y Burgos, San Sebastián, 1962): «1.ª-Una buena parte de la Rioja Alta, incluyendo el Valle de Ojacastro y la zona estudiada de Burgos fue poblada por los Autrigones, tribu que llegaba desde el litoral de Vizcaya, y hablaba vascuence. También lo hablaron las tribus de Berones y Vascones que ocuparon el resto de Rioja, o sea la totalidad de la actual provincia de Logroño. Es de notar que entre estas tribus y la Rioja no había fronteras geográficas importantes, pues el Ebro que las separaba no tenía esa condición, ya que en general los límites lingüísticos los establecen los grandes ríos o las fuertes cadenas montañosas. El citado Valle no sufrió invasiones ni de romanos ni de árabes, por su situación geográfica de fin de ruta, con la gran Sierra de la Demanda al fondo, y así pudo conservar el vascuence que hablaron sus primitivos habitantes, hasta fecha posterior a la mitad del s. XIII. Este vascuence del Valle de Ojacastro y de la Rioja Alta, a juzgar por el resultado del estudio que presento en uno de los capítulos de este trabajo, es arcaico y se percibe que es del dialecto vizcaíno, conclusiones, que a mi juicio, han quedado suficientemente probadas. En el resto de la Rioja Alta, los romanos y los árabes, sobre todo estos últimos, solamente hicieron algunas incursiones guerreras por su suelo, y por tanto el vascuence hablado fue retirándose antes de ese siglo para romanizarse después, a lo que ayudó el paso de la Calzada de los romanos, y el de los peregrinos por el Camino de Santiago. Por esta mayor permanencia han conservado sus pueblos muchos restos de su toponimia vasca. Como el árabe no rebasó Nájera, de una manera permanente, no produjo la destrucción de la lengua anterior como se percibe fácilmente de la cuenca del Iregua hacia abajo donde escasean los toponímicos vascos, que en muchas zonas llegan casi a desaparecer, y sólo se mantienen con persistencia y mayor amplitud en la Sierra de Cameros, singularmente en los pueblos cercanos a Torrecilla, y los de la cuenca alta del Valle del Najerilla, que limitan con la provincia de Burgos, por cuyo paso se estableció la comunicación del vascuence con los pueblos de dicha provincia que quedan recostados al Norte de la Sierra de la Demanda. 2.°-En las cuencas bajas de los ríos Tirón y Oja al lado del elemento aborigen que habló vasco, se perciben algunos pueblos con nombres que dieron los repobladores que entre los ss. IX y X descendieron de las montañas de la antigua Vardulia, y de las tierras que ocuparon los Caristios, para asentarse en las que quedaron libres, cuando los árabes fueron empujados hacia el Sur. Estos hombres del Norte se fueron estableciendo en las ricas vegas de los ríos citados donde fundaron los poblados a los que daban con frecuencia su nombre y agregaban el sufijo vasco «uri», y que han sido la base de alguno de los actuales municipios, que han conservado hasta hoy los nombres fundacionales. Este sufijo URI, según la autorizada opinión de Caro Baroja, ya comentada, es de la época de los Autrigones, y es una prueba, según ese autor, de la unidad lingüística de una gran faja que va desde Vizcaya hasta la Rioja Alta inclusive en aquella primitiva época. Pero al lado de ese criterio debe considerarse, que por lo menos cierto número de URI de la Rioja Alta que van unidos a nombres alaveses, deben ser de los repobladores. 3.ª-En dirección Oeste más allá de Burgos, a pesar de algunas pesquisas hechas en el Catastro de Ensenada y ayuntamientos de los pueblos próximos a los que figuran en mis listas, no he encontrado toponimia vasca, lo que no quiere decir que no la haya. Sería preciso ampliar la búsqueda para saber a qué atenernos. De modo que hasta ahora puede decirse que el límite lingüístico del vascuence llega hasta el pueblo de Ibeas de Juarros, cercano a San Pedro de Cardeña, y a unos 15 kilómetros antes de Burgos. 4.°--Conviene proseguir la recogida de toponimia sobre el terreno, singularmente en los límites del vascuence que dejo señalados. Es labor lenta y penosa, pero puede ser premiada con positivos resultados. Esta recogida debe hacerse de igual manera en los demás límites fronterizos del vascuence con otras lenguas habladas anteriormente al castellano. Recomiendo a la vez que se investiguen aún más los archivos de los antiguos Monasterios riojanos de San Millán, Nájera y Valvanera, los de las Catedrales de Calahorra y Santo Domingo de la Calzada. En la primera ya investigaron don Pedro Gutiérrez y don Manuel Lecuona. En ambos archivos poco explorados, pueden obtenerse a la vez que datos lingüísticos, otros históricos para la historia civil y eclesiástica de las Vascongadas, que pertenecieron a esas diócesis. Con el mismo propósito lingüístico, deben investigarse los archivos de protocolos y los municipales de las zonas limítrofes aludidas. 5.°-Como final de este trabajo, que reafirma cuanto vengo sosteniendo en el aspecto lingüístico, añadiré que las costumbres en sus diversos aspectos y la arquitectura de las viejas construcciones de la Rioja Alta, más acusadamente las del Valle de Ojacastro, son idénticas a las de los pueblos del Norte de España. Julio Caro Baroja estudió este aspecto etnológico en una de las obras citadas, con toda su amplitud geográfica. En las consideraciones finales de mi estudio «El Folklore en el Valle de Ojacastro», ya citado, dejé probada esa unidad entre los pueblos del Norte y la Rioja, y aludí a ella en mi trabajo de 1949, que ahora queda refundido en el actual.» v. OJACASTRO.