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JUDIO (HISTORIA)

Despliegue de aljamas medievales en el País Vasco. Con anterioridad al siglo X no disponemos de datos que demuestren la existencia de comunidades judías asentadas en el País Vasco, siendo Navarra el primero de los territorios vascos en el que aparecen establecidas familias hebreas. Posteriormente, en el siglo XIII, se instalaron en Araba y documentos de los siglos XIV y XV mencionan las poblaciones de Balmaseda y Orduña (Bizkaia) y Mondragón y Segura (Gipuzkoa) como asiento de población judía.

Navarra. Los datos más antiguos que tenemos sobre presencia judía en el Reino de Navarra se refieren a la fundación de la primera sinagoga en la Navarrería de Pamplona -hecho que tuvo lugar en el año 905, aproximadamente- y a la visita que en el 958, y a petición de la reina Doña Toda, realizó el médico y rabbí Abu Joseph Aben Nasdai para curar al rey Don Sancho. A comienzos del siglo XI aparecen instalados en núcleos como Tudela, Cascante, Monteagudo, Valtierra, Ablitas y Fontella. Fue tolerante la política seguida por los reyes navarros con respecto a los judíos. Sancho el Mayor y sus descendientes les protegieron, protección que se manifiesta en los Fueros otorgados por los monarcas en el siglo XII.En el siglo XIII, la población judía de Navarra se hallaba en pleno crecimiento, a efectos tributarios se agrupaban en cinco demarcaciones de las que eran cabeza las aljamas de Tudela, Pamplona-Monreal, Estella, Viana y Val de Funes. La actitud de los reyes preocupaba a la Iglesia. En el IV Concilio de Letrán se prohíbe a los cristianos comerciar con judíos, prohibición que no tuvo ningún éxito. En 1233, Gregorio IX exigía que se distinguieran de los cristianos en el vestido: la distinción consistía en un círculo de color amarillo que debían coser en sus ropas. Castilla y Portugal obedecieron, no así Navarra, repitiéndose la bula con Teobaldo I y Teobaldo II. Tras la guerra de la Navarrería, en la que los judíos tomaron parte a favor del bando anti-francés, su situación empeora. Felipe, esposo de Juana I de Navarra, introduce en Navarra la «Ordenanza de San Luis» por la cual se absuelve a los cristianos de toda responsabilidad legal con sólo devolver a los judíos el capital recibido como y cuando quisieran, sin pagar ningún tipo de interés. La hostilidad antisemita crece en el primer tercio del siglo XIV y estalla violentamente en las persecuciones de 1328. Con la instauración de la dinastía de los Evreux las perspectivas se vuelven más favorables; en 1330 el rey Felipe de Evreux sanciona el Amejoramiento, permitiendo a los judíos comerciar con los cristianos, la usura se limita al 20 % Los monarcas posteriores les brindaron su apoyo, así, Carlos III les concedió cargos importantes en la Corte -tres de los cuatro médicos eran hebreos-. En 1435, Don Juan y Doña Blanca I liberaban a los judíos de Tudela de las cargas que no podían pagar y en 1469 se reedificaba, por orden de Doña Leonor I, la judería de Pamplona. Sin embargo, a pesar de estas medidas favorables, no iba a prolongarse mucho más tiempo la estancia de los judíos en el Reino de Navarra. En 1492 Isabel y Fernando firmaron un decreto por el que se expulsaba a los judíos de Castilla; seis años más tarde eran expulsados por Catalina I de Navarra.

Araba. Exceptuando a Navarra, fue el territorio vasco que albergó mayor contingente de población judía. Los hebreos se instalaron en núcleos próximos a las rutas comerciales: Camino de Santiago y rutas de la lana. Los documentos del siglo XIII señalan presencia judía en las siguientes poblaciones: Anteñana, Antenaza, Barrio-Espejo, Berantevilla, Caicedo Yuso, El Villar, Estavillo, Fontecha, Guevara, Labastida, Laguardia, Mendoza, Morillas, Ocio, Peñacerrada, Puentelarrá, Salinas de Añana, Salinillas, Salvatierra, Santa Cruz de Campezo y Vitoria. El más famoso de estos asentamientos es el de Vitoria. Inmediatamente después de la fundación de la villa y de la concesión del Fuero por Sancho VI en el año 1181, se instalaron judíos en Vitoria. Gracias a los Fueros gozaron de ciertos privilegios en comparación a sus correligionarios castellanos; así, por ejemplo, Serdán indica que se vieron «libres de ser vendidos como esclavos en pública almoneda». La comunidad judía tuvo su propio barrio en la llamada calle de la Judería, paralela a la de la Cuchilleria y Pintorería y amurallada por la calle Nueva. La puerta de salida daba al Portal del Rey. Los reyes de Castilla los protegían porque obtenían de ellos apoyo económico. En el Repartimiento de Huete (1290) aparece el padrón de los judíos de Castilla y lo que tributaban correspondiendo a la aljama vitoriana contribuir con 11.392 maravedis (8.521 más 2.871 de servicio). Tras la caída de Pedro I y su sustitución por Enrique de Trastámara, se desencadenó una activa política antisemita que culminó con los progroms de 1391 que afectaron a los judíos de Castilla, Aragón y Valencia. Sin embargo ni Vitoria ni ninguna otra población alavesa se sumaron a la revuelta antijudía, hecho que demuestra que las relaciones con los cristianos eran más amistosas que en Castilla. Durante el siglo XV el Concejo de Vitoria endurece su actitud con respecto a la población hebrea. Las Ordenanzas dictadas en 1428, 1482, 1486 y 1487 contienen medidas de carácter restrictivo tendentes a conseguir el aislamiento de la comunidad judía; por ejemplo, se les obliga a llevar «señales coloradas» y trabajar en fiestas de guardar. Estas medidas eran similares a las adoptadas en el resto de la Península, disposiciones cada vez más restrictivas que culminaron con el decreto de expulsión firmado por los Reyes Católicos. Un hecho hay que destacar y es que a pesar de todas las medidas y prohibiciones emanadas del Concejo, las relaciones que los judíos mantuvieron con la ciudad debieron ser más amigables que en Castilla como lo demuestra el hecho de que al marcharse donaran a la ciudad su cementerio, Judizmendi.

Bizkaia. Dos son las poblaciones que en territorio vizcaíno figuran como asentamiento de judíos, Orduña y Valmaseda, siendo la aljama de Valmaseda la más importante. La villa de Valmaseda fue en la Baja Edad Media un importante centro comercial. Estaba encargada, en la línea aduanera Valmaseda-Orduña-Vitoria, del registro de las mercancías extranjeras que desembarcaban en su puerto y que luego eran transportadas a La Rioja y Bureba. Esta floreciente vida comercial atrajo a los judíos que se instalaron en la villa bajo la protección de los Velasco, condestables de Castilla. La aljama se desarrolló rápidamente; en el Repartimiento que por orden del rey Enrique IV realizó en 1474 Rabbí Jacob Aben Nuñez, juez mayor de los judíos y médico del rey, la cantidad asignada a la aljama valmasedana es de 1.100 maravedís, cantidad análoga, dice Rodríguez Herrero, a la de otras aljamas conocidas por su pujanza. En 1485 los Reyes Católicos fijaron la contribución de los judíos de Valmaseda en 28 castellanos. La protección que los reyes dispensaron a la aljama no evitó que fueran víctimas del sentimiento antisemita que en el siglo XV se extendió por la península. En 1483 la aljama valmasedana sufrió persecución y en 1486 el Concejo, haciendo caso omiso de las órdenes reales, los expulsó de la villa.

Gipuzkoa. Son muy escasos los datos que tenemos sobre presencia judía en Guipúzcoa. Las «Ordenanzas de la Hermandad de Guipúzcoa» del año 1457 prohíben el paso de judíos por la provincia «sin señales so las penas contenidas en la ley». El Repartimiento de 1485 cita a las poblaciones de Mondragón y Segura como asientos de población judía. No se conocen otros asentamientos.