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Historia del Arte. Pintura

La Guerra Civil española supuso una ruptura con la posibilidad de entroncar con las tendencias pictóricas europeas. Muchos pintores tuvieron que exiliarse, otros tuvieron que mantenerse en silencio bajo la dictadura franquista y algunos pocos murieron en la guerra. Por lo tanto la situación no fue fácil para el arte en los primeros años de la dictadura franquista, sobre todo por la sospecha bajo la que se puso toda tendencia moderna, incluidos los proyectos más moderados de principios del siglo XX. El arte preferido por el régimen era un arte académico que se quiso imponer, aunque diversas iniciativas evitaron su monopolio.

Precisamente en los años de la postguerra algunos artistas como Menchu Gal, asociaciones como el Café Suizo y la Asociación Artística Vizcaína, o grupos de aficionados como los que fundaron la sala Studio, comenzaron a intentar conectar con los años anteriores a la guerra y volver a una situación de normalidad en el arte del momento. Fue demasiado pronto para este tipo de aventuras y la ruptura artística que supuso la guerra no comenzó a superarse hasta los años 50. A finales de esta década se proyectó la reconstrucción de la Basílica de Aranzazu, obra que consiguió reunir a los arquitectos, artistas plásticos e intelectuales más importantes del momento. A pesar de ello, la parte pictórica del proyecto no tuvo mucha suerte, ya que el artista elegido para pintar el ábside, Pascual de Lara, murió y las pinturas de la cripta de Néstor Basterretxea se borraron por mandato de las autoridades religiosas.

Pero los contactos entre artistas en Aranzazu si facilitaron el agrupamiento, por lo que en los años 60 surgió el Movimiento de Escuela Vasca. Gran parte del grupo guipuzcoano y alavés, como Amable Arias, José Antonio Sistiaga, Rafael Ruiz Balerdi, José Luis Zumeta, Joaquín Fraile, Juan Mieg y Carmelo Ortiz de Elgea había estado en contacto en París o estaba influido por el informalismo europeo y la abstracción norteamericana. En cambio en los grupos vizcaíno y navarro había más variedad y la figuración social en contacto con los grupos de Estampa Popular era evidente, sobre todo en Bizkaia -Agustín Ibarrola, Dionisio Blanco, Mari Dapena-, mientras el pop y la figuración europea tenían más influencia en los navarros -Xavier Morras e Isabel Bakedano, por ejemplo.

A pesar de ello, el panorama de la pintura en el País Vasco era muy variado, con muchos pintores que quedaron fuera del Movimiento de Escuela Vasca, como Maria Paz Jiménez, Gonzalo Chillida, Bonifacio Alfonso, Carlos Sanz, José Mari Ascunce, Julio Martín Caro, etc. que aunque tenían relación con los grupos optaron por una trayectoria independiente.

En los años 70 el pop art difundido desde los Estados Unidos e Inglaterra, se encontró con otras tendencias figurativas europeas para influir en el arte del País Vasco. Los artistas de la generación más joven interpretaron las tendencias figurativas de forma personal, como es el caso de Vicente Ameztoy, Ramón Zuriarrain y Mari Puri Herrero. Navarra continuó con la tendencia hacia la figuración apuntada a finales de los años 60, con artistas como Juan José Akerreta y Pedro Oses.

Durante la siguiente década la pintura fue dominando el mercado y las grandes exposiciones en todo el mundo, sobre todo a través del Neoexpresionismo alemán y la tranvanguardia italiana. Las tendencias posmodernas cuestionaron la modernidad y los artistas comenzaron a interpretarla con total libertad. Dentro de estas tendencias figurativas podemos mencionar a Clara Gangutia, Dario Urzay, Jesús Mari Lazkano, Alfonso Gortazar, Daniel Tamayo y Alberto Rementería.

Fue precisamente durante los años 80 cuando se organizaron las nuevas instituciones autonómicas en la CAV y los centros de enseñanza del arte, como la Facultad de Bellas Artes. A finales de la década surgió también Arteleku en San Sebastián, un centro de arte creado por la Diputación de Gipuzkoa que junto a los premios Gure Artea organizados por el Gobierno Vasco dinamizaron el arte de los años siguientes, hasta tal punto que los años 90 fueron años de verdadera actividad en la pintura del País Vasco, así como en las demás artes.

Pero, si bien la pintura tuvo continuidad como medio artístico, la tendencia hacia la disolución de los medios y sus continuos mestizajes son características de los años 90. Por lo tanto no es fácil hablar de pintura en el arte a partir de estas fechas.