Concept

French Revolution (1995 version)

Los Estados Generales de Francia. Los Estados Generales de la diversidad de tierras y países que componían la Francia del Antiguo Régimen fueron convocados el 21 de enero de 1789 con el fin de allegar recursos a una Monarquía cada vez más necesitada de medios financieros y cuyo único contribuyente era el Tercer Estado.

A tales efectos los tres territorios vascos de la Corona de Francia -Laburdi, Baja Navarra y Zuberoa- reaccionaron de diferente forma. Laburdi protestando por haber sido englobada en una senescalía junto con Dax y Saint-Sever, Baja Navarra ignorando la llamada por ser aún un reino aunque unido al de Francia, y Zuberoa reuniendo los Estados a fin de elegir unos representantes. Los laburdinos y éstos, -así como una comisión de observadores bajonavarros que llegará más tarde- acuden a París en mayo de ese año.

El 7 de marzo de 1789, el Biltzar, reunido en asamblea extraordinaria, encargó al síndico Haramboure y a los abogados Ithurbide e Hiriart que redactaran la protesta de Laburdi, cosa que acabaron al día siguiente, recalcando que Laburdi constituía él solo una sola provincia con sus directivos, asambleas, leyes particulares, baile, etc. Ithurbide fue el promotor de la protesta y Dominique-Joseph Garat la hizo llegar a París; el 28 de marzo, Luis XVI reconoció la especificidad laburdina: el bailío de Laburdi estaría representado por cuatro diputados, dos por el Tercer Estado, uno por el Clero y uno por la Nobleza. Todo esto hubo que improvisarlo, ya que, a diferencia de otras regiones, Laburdi no llegó a conocer nunca asambleas de tres Estados.

La reunión plenaria del bailío tuvo lugar en la iglesia de Ustaritz el 19 de abril. La presidió Joaquín de Urtubia de Garro, baile de espada, Ithurbide que representaba al lugarteniente general, y Harriet, procurador del Rey. Estos dos últimos hicieron su discurso en francés, Ithurbide en euskera. Se procedió a elegir a los diputados. Luego cada Estado procedió a la redacción de Cuadernos de Quejas y Agravios. Laburdi fue representado por los dos hermanos Garat, con Leremboure por suplente. Durante la misma semana los diputados de los tres Ordenes elaboraron los Cuadernos de Quejas que debían de ser presentados al Rey; en ellos los laburdinos se mostraron unánimes en rechazar los abusos del poder monárquico y en pedir la vuelta al Estado jurídico e institucional existente hasta el s. XV. Se insistió sobre los caracteres nacionales, entre los cuales la lengua, siendo la clase más insistente a este respecto el tercer Estado. Sin embargo, en coformidad con el reglamento firmado por Luis XVI el 24 de enero de 1789, los diversos Ordenes, tanto en Laburdi como en otros sitios, dieron a sus diputados un mandato legislativo, en palabras textuales «todos los poderes generales y suficientes». Ya no vemos pues el régimen de mandato imperativo, innovación que acarreó trascendentales consecuencias.

En lo tocante a la Baja Navarra, el problema constitucional era absolutamente diferente: la Baja Navarra era un Reino, y no una parte del Reino de Francia, razón por la que no podía ni participar ni enviar diputados a los Estados Generales del Reino de Francia. El 22 de febrero de 1789, los habitantes de San Juan de Pie de Puerto, reunidos en asamblea general, protestaron contra lo que consideraban atentado a su Constitución, reclamando el restablecimiento de la Chancillería, la supresión de la inspección de aguas y bosques, la jurisdicción de Bayona y también una reforma de los Estados de Navarra que favoreciera al Tercer Estado. El 16 de marzo los Estados de Navarra se reunieron en San Juan de Pie de Puerto. A partir de este momento el Clero y la Nobleza proclamaron que Navarra no es una provincia y que los «Reyes no pueden hacer leyes sin el consentimiento y la voluntad de los tres Estados». Habiéndose enterado de que los Estados del Béarn habían obtenido la posibilidad de elegir sus diputados o de no acudir, el tercer Estado se unió a la Nobleza y al Clero: los Estados Generales de Navarra hicieron saber al Rey que la convocatoria era «en lo tocante a Navarra, irregular, ilegal y anticonstitucional». Luis XVI reconoció este derecho. Durante todo este tiempo los Estados Generales del reino de Francia se reunieron, pues, sin la participación de los navarros. El 17 de junio se constituyeron en Asamblea Nacional. En consonancia con su posicionamiento, los Estados de Navarra decidieron elegir una Diputación no ante los Estados Generales de Francia, sino «ante el Rey». Se procedió a la elección y, en contra de lo habitual, el tercer Estado tuvo dos representantes. El diputado del Clero fue el Obispo de Bayona Pavée de Villevielle; el de la Nobleza fue Logras, Marqués de Olhonce, que había ya defendido los Derechos de Navarra y de los Valles de Cize y Baigorri perjudicados por el último tratado de límites. Los diputados del Tercer Estado fueron Arnaud de Vivié, de Garris, y Jean-Baptiste de Franchistéguy, notario de San Juan de Pie de Puerto. Los diputados prestaron juramento de respetar las restricciones que les fueron impuestas. Les acompañó el abogado del Parlamento de París Polverel, ennoblecido recientemente por los Estados de Navarra.

Finalmente, Zuberoa también envió, aunque tarde, a sus diputados: Clément de Méharon de Maytie, consejero del Rey, responsable de la castellanía de Mauleon, convocó a una asamblea extraordinaria que se celebró del 18 de mayo al 3 de julio de 1789. Fueron elegidos el Obispo de Oloron, Villoutreix de Faye, por el Clero, el Marqués de Uhart, por la Nobleza, el Alcalde de Mauleon Darraing y el Notario de Mauleon Descuret-Laborde. Las reivindicaciones fueron idénticas a las de Laburdi.

En París, los acontecimientos se precipitaron. Habiéndose constituido los Estados Generales en Asamblea Nacional, y el 9 de julio en Asamblea Constituyente, ésta erigió en principio «la nulidad de los límites y de las cláusulas imperativos de los mandatos», quedando comprometidas las poblaciones «por la sola presencia de sus diputados». De esta forma, los diputados de Navarra no podían asistir a las reuniones, menos todavía intervenir, so pena de faltar a lo encomendado por sus comitentes, siendo representados oficiosamente por los diputados de Laburdi.

La noche del 4 de agosto de 1789 precipitó el curso de los acontecimientos: las reformas eran imposibles, por lo que la Nobleza renunció voluntariamente a los Derechos Feudales y a los privilegios abusivos. Desde ese momento se utilizó el término «privilegio» sin discernimiento para designar a los regímenes particulares de las diversas provincias de la antigua Francia. Así el artículo 10 afirma:

«Siendo una Constitución nacional y la libertad pública más ventajosas para las provincias que los privilegios que algunas disfrutan y cuyo sacrificio es necesario para la unión íntima de todas las partes del imperio, se declara que todos los privilegios de las provincias... son abolidos para siempre y se confunden en el derecho común de todos los franceses».

En una noche, los diputados demolieron instituciones seculares que los Reyes de Francia, Luis XVI inclusive, nunca se atrevieron a atacar de frente. Todos los diputados vascos presentes se dejaron llevar también por el entusiasmo reinante.
Protestas y alegatos vascos. La sorpresa y la indignación de los laburdinos se dieron rienda suelta durante el Biltzar del 1 de septiembre. Los delegados de las parroquias redactaron una memoria dirigida a la Asamblea que el lector hallará reproducida en el artículo LABURDI. Pero estas protestas no fueron tenidas en cuenta. El Biltzar se reunió por última vez el 18 de noviembre de 1789 en el bailío de Ustaritz. La última resolución del Biltzar dio plenos poderes al síndico junto con el comité para solicitar a la Asamblea Nacional el mantenimiento de su constitución actual y que, en el caso de que esto no se pudiera conseguir, se reuniera esta provincia a la Baja Navarra y a Zuberoa únicamente, con la sola condición de que las asambleas fueran alternas en los tres territorios.

En París las protestas de los laburdinos provocaron toda una campaña de prensa y la última memoria del Biltzar trata de responder a esta campaña dirigiéndose a la Asamblea. El 8 de octubre, el mayor de los Garat defenderá ante la Asamblea la independencia de Navarra, cuando ésta decidió reemplazar el título de «Rey de Francia» por el de «Rey de los franceses». Garat insistió en que si el Rey abandonaba el título de «Rey de Navarra» esta omisión favorecería a la ambición española sobre el conjunto de Navarra. La Asamblea se tomó un tiempo de reflexión.

Entretanto Polverél explicó que los Estados navarros no se habían pronunciado todavía, por lo que Navarra seguía siendo un Reino independiente y los diputados no podían integrarla a la Asamblea Nacional. Luego, en una memoria de gran interés, trata a fondo la cuestión navarra. Pero una intervención intempestiva de los bearneses y de los corsos hizo que la Asamblea se dicidiera y suprimiera el título en cuestión. Polverél no desesperó y codificó los Fueros de Navarra en su Tableau de la Constitution... (1789) donde se acopian las pruebas históricas de la independencia de Navarra. v. POLVEREL, Etienne. Pero la Baja Navarra cedió, al final, el 30 de diciembre de ese año.
En el Departamento de los Bajos Pirineos. El último acto del drama que desemboca en la destrucción total de las instituciones vasco-continentales tiene lugar el 11 de noviembre de 1789. Una comisión preparaba la reorganización de Francia en departamentos y el 12 de enero de 1790, el comité presentó el proyecto departamental de los Bajos Pirineos en los que se juntaban el Béarn, Zuberoa, la Baja Navarra, Laburdi y Bayona. Tal composición era contraria a las peticiones repetidas en todos los Cuadernos de Agravios de las regiones vascas y en las últimas voluntades del Biltzar de Laburdi. Los Garat, deseosos de hacerse perdonar su debilidad del 4 de agosto, defendieron con elocuencia el deseo de los vascos de no ser mezclados con otros pueblos. Garat llegó a decir:

«Mi reclamación no concierne más que pueblos pobres y poco numerosos pero ¿es que acaso no tienen éstos derechos sagrados ante vuestra justicia ilustrada? El ensamblaje que se os propone es física y moralmente imposible. La diferencia de las lenguas son diferentes ¿qué queréis que se os comunique? Acabarán por separarse como en la torre de Babel».

El más joven de los Garat trató de demostrar que en el futuro departamento, al estar los vascos en minoría, las decisiones recaerían en manos de los bearneses, aunque esto no sirvió de nada.
Abolición del Ordenamiento Jurídico vasco. La abolición de los "privilegios" supuso la ruina de los derechos público y privado de los vascos.

Como se recordará, Zuberoa envió a París a Escuret-Laborde con la misión de demostrar que la partición igualitaria en las sucesiones "iba a ser una ley destructiva en Zuberoa, donde el minifundio acarrearía grandes desgracias y no aportaría nada útil". Este sentimiento era compartido por todos los vascos, pero se oponía a una de las concepciones esenciales de los revolucionarios. Los decretos del 15 de marzo de 1790, del 8 y del 15 de abril de 1791, 4 de junio de 1793, 13 de brumario del año II, la Ley del 17 y 21 de nivoso del año II establecieron la igualdad en las sucesiones, con efecto retroactivo desde el 14 de julio de 1789. Estas medidas, favorables en realidad a los compradores eventuales, o parcelaban la propiedad familiar hasta convertirla en inexistente, o favorecían la creación de los latifundios en perjuicio de la agricultura y del equilibrio social.

De la misma forma, diversas medidas aniquilaron la propiedad colectiva, esencial para la economía pastoril vasca: la Ley del 22 de noviembre y de primero de diciembre de 1790 declaraba el dominio real propiedad de la Nación, y el decreto del 17 de julio de 1793 convirtió a todo censitario en propietario. Los "países" mismos habían desaparecido, por lo que las tierras comunales pertenecientes a estos países pasaron a ser res nullius, sin propietario legal, lo que conllevó una situación inextricable que sólo pudo ser arreglada en el siglo siguiente.

Al comienzo, la revolución fue recibida con indiferencia y resignación en la mayoría de las tierras del País Vasco Continental. Los vascos, al no conocer el francés, se manifestaron como impermeables a la fraseología revolucionaria. El alejamiento de la población se fue haciendo cada vez mayor conforme la revolución se iba radicalizando. Los vascos opusieron una resistencia pasiva, ya que una revuelta era imposible en un lugar tan pequeño ocupado por tropas numerosas. Los votos de los vascos en las diversas Asambleas están teñidos de moderación. Ninguno de ellos votó la muerte de Luis XVI.

Pronto la Convención envió sus Representantes del Pueblo al Ejército de los Pirineos Occidentales, con jurisdicción sobre los departamentos del Sudoeste: Pinet, Cavaignac, Monestier du Puy de Dôme, Dartigoeyte organizaron el Terror; Monestier de la Lozère, Garrau, Izoard trataron, por el contrario, de pacificar el país. Sin duda, las medidas revolucionarias -contribución forzosa del cuarto de las rentas, assignats, constitución civil del clero, ley marcial etc.- provocaron un descontento generalizado. Pero, para los vascos, el recuerdo de sus antiguos Fueros, la esperanza reciente que habían abrigado de reconquistarlos en un Régimen que precisamente, invocaba la libertad, hicieron aún más amarga la decepción.

Cuando la Patria fue declarada en peligro, el 5 de julio de 1792, pocos vascos, salvo los del Valle de Baigorri, se presentaron voluntarios. La leva permanente de hombres de 18 a 40 años promulgada en febrero de 1793, el decreto del 23 de agosto siguiente extendiendo esta leva a los casados, a las mujeres, a los niños y a los ancianos que "se harán llevar a las plazas públicas para insuflar la valentía a los guerreros, excitar el odio contra los Reyes, recomendar la unidad de la República", todo ello resultó profundamente chocante para las instituciones y temperamento de los vascos.

Las divisiones particulares del nuevo departamento de los Bajos Pirineos agravaron la situación; en virtud de la ley del 15 de enero de 1790, éste había sido dividido en seis distritos: tres en Béarn (Orthez, Oloron y Pau), tres en Iparralde (Mauleón, Saint-Palais y Ustaritz) (luego los seis distritos pasarían a ser las tres circunscripciones de Pau, Bayona y Oloron). El prurito de hacer tabla rasa del pasado, llevó incluso a cambiar los nombres de las comunas, sobre todo cuando éstas llevaban el nombre de algún santo:

Lapurdi
AinhoaMendiarte
ArbonneConstante
BriscousHiriberri
CamboLa Montagne
ItxassouUnion
LouhossoaMontagne-sur-Nive
San Juan de LuzChauvin-Dragon
Saint-PeeBeaugard
SaraLa Palomiere
SouraideMendi-alde
UrcuitLaurier
UrtLiberté
UstaritzMarat-sur-Nive
VillefranqueTricolore
Baja Navarra
Saint-Etienne-de-BaigorriThermopyles
Saint-Jean-le-VieuxFranche
San Juan de Pie de PuertoNive-Franche
Saint-Martin-de-ArrosaGrand Pont
Saint-MichelNive-Montagne
Saint-PalaisMont-Bidouze
Bayona
La CiudadPort-de-la-Montagne
Saint-EspritJean-Jacques Rousseau
Saint-EtiènneGrand-Redoute
San LéonBarrio Le Pelletier
Anso y AurouzeBarrio de la Razón
Calle EspañaRepública
C. PoissonerieMontagne
C. OrbeFranklin
C. Port NeufPuerto de la Constitución
C. BourgneufConvention
C. PannecauMarat
C. FauresUnión
Plaza Notre-DameReunión
C. TanneriesPlaza de Armas
Plaza de GramontPlaza de la Libertad
Sin identificar: Barrio del Pueblo, Calle de la Ley, Puerta de la Razón, Calle de la Convención, Calle de los Sans.Culottes, Calle del Pueblo, Puente de la Constitución, Puente de la Unión, Calle de la Igualdad...

La Guerra de la Convención. (7-3-1793 / 22-7-1795). El 21 de septiembre de 1792 se proclamó la Primera República Francesa y pasó a gobernar una Convención. El 21 de enero de 1793 fue guillotinado Luis XVI. Durante dos años el conjunto de las tierras de Iparralde, con la excepción de Zuberoa, fue teatro de operaciones militares de importancia, tanto por sí mismas como por sus efectos políticos: la presencia de los ejércitos revolucionarios impedía toda tentativa de revuelta, las requisas pesaron sobre la economía del país, el clima de guerra desencadenó una psicosis de espionaje, particularmente en Laburdi, y la sospecha de un posible entendimiento entre vascos de los dos lados de la frontera sirvió a menudo de pretexto para persecuciones injustificadas. Después de muchos años de lucha, la paz con España se había iniciado en 1761, con los pactos de familia. Pero estos pactos entre diversas potencias gobernadas por los Borbones fue inmediatamente comprometido por la muerte del Borbón de Francia. Los regicidas desencadenaron la guerra, aunque hay que reconocer que desde 1792 Godoy se preparaba a ella en España en tanto que los comisarios del Consejo Ejecutivo de la Convención organizaban el futuro ejército de los Pirineos Occidentales. El 22 de octubre de 1792, cuatro compañías francas compuestas sobre todo de bajo navarros fueron colocadas bajo el mando de Harispe, Iriart, Lassalle y Berindoague. Serán el núcleo del ejército de los Pirineos Occidentales formado oficialmente el 30 de abril de 1793 bajo las órdenes del general Servan. La República había declarado la guerra a España el 7 de marzo.

La Primera ofensiva de abril de 1793. El General español Ventura Caro, capitán general de Guipúzcoa, tomó la ofensiva, por enfermedad del virrey de Navarra, el 20 de abril, apoderándose del collado de Izpegi, al Este, bombardeando y destruyendo el Fuerte de Hendaya, al Oeste, y llegando incluso hasta Sara. La Tour de Auvergne tuvo que replegarse sobre Ustaritz y Servan lo hizo en toda la línea. Sin embargo, al renunciar Caro a explotar este éxito, los convencionales volvieron a sus posiciones primitivas. A comienzo de junio Caro se apoderó de Château Pignon (Banca, Baja Navarra), posición clave del sector, y ello pese a la resistencia de las Compañías Convencionales denominadas Cazadores Vascos bajo las órdenes de Moncey. Harispe retoma el pico de Arrola. Caro se establece en Château Pignon. Los Cazadores Vascos constituyen otras seis compañías, uno de cuyos jefes, Etchats, se distingue. Un ataque de Caro en el Bidasoa es rechazado por la Tour de Auvergne, con lo que el collado de Izpegi y los Aldudes son retomados. El general Muller, nuevo comandante en jefe, reorganiza las diez compañías de Cazadores Vascos en tres batallones, constituyendo una media brigada cuyos jefes son: Matenotte llamado «La Victoria», ex sastre militar, Harispe y Lassalle; más adelante, un cuarto batallón tendrá a su cabeza a Darhampe de Tardets.

Segunda ofensiva: La separación de Gipuzkoa (1794). En la primavera de 1794 nueva ofensiva de Caro saldada de nuevo fracaso; una vez más la Tour de Auvergne en el Bidasoa y Harispe en Baigorri desempeñan un papel decisivo. Caro será sustituido por el virrey de Navarra, conde de Colomera. La ofensiva francesa de junio, sobre Izpegi y Berdaritz al Oeste, Maya y Valcarlos al Oeste, triunfa. Harispe, reemplazando a «La Victoria», que había sido herido, es nombrado ayudante general de Brigada y comandante de Media Brigada de tres batallones. Los convencionales preparan entonces la ofensiva final, de mucho mayor envergadura. El 24 de julio, Moncey ataca en dirección de Baztán, de Laborde en dirección Bera y Frejeville hacia Hondarribia. Al ser ocupados Baztán y Bera, los ejércitos convencionales se vuelven hacia la derecha: Moncey ataca Peñas de Aia y San Marcial, Frejeville toma Hondarribia y, en una segunda fase, Moncey se apodera de Pasaia, Rentería y Lezo. Frejeville y de Laborde ocupan Hernani. El 5 de agosto San Sebastián se rinde sin lucha a Moncey que pasa a ser General en Jefe. Tras el golpe de Thermidor (28 de julio) podían haberse sentado las bases de un entendimiento entre los ejércitos de la República y las clases ilustradas vascas. Pero el fanatismo político y religioso de algunos revolucionarios van a ser los responsables del fracaso de un proyecto que tal vez hubiera cambiado el curso de la historia vasca. A comienzos de agosto de l794, La Tour de Auvergne, cuya simpatía por los vascos es bien conocida, había negociado la rendición de San Sebastián; el alcalde Michelena entregó las llaves de la ciudad a condición de que fueran respetados los Fueros, el culto, las libertades, las propiedades y los bienes de la Ciudad. Las cualidades humanas y la simpatía que manifestó a los vascos desde su estancia en Socoa le hicieron ser designado para esta negociación; habiendo recibido una primera negativa, había reiniciado la negociación, para salvar la ciudad del asedio, y la destrucción, y consiguió convencer a sus autoridades. Es posible que hubiera intervenido favorablemente también, aunque en vano, en las negociaciones siguientes con las Juntas de Guipúzcoa. (A la cabeza de un cuerpo de 8.000 granaderos que se apodó la «Columna infernal» ocupó luego Roncesvalles, sin tolerar la menor violencia hacia las poblaciones civiles). Ese 1794 había sido elegido Diputado General José Fernando Echave Asu y Romero, enciclopedista y republicano, junto con su cuñado Joaquín María de Barroeta Zarauz y Aldamar. Llevaban 20 días en este cargo al penetrar en Guipúzcoa el ejército convencional. Ante la capitulación de San Sebastián y la ocupación de la provincia hasta el Deba, entablan los dos cuñados tratos con éste. Los convencionales, Pinet y Cavaignac, se avienen pero añadiendo que la única salida que tenía el pueblo guipuzcoano era la anexión a la República Francesa. Reunidos en Getari, enviaron el 14 de agosto una proposición que contenía, entre otras, las siguientes aspiraciones:

1) Que por ninguna causa ni motivo hagan ni pretendan hacer la menor novedad en cuanto al libre culto y ejercicio de la religión católica.
2) Que se guarden los Fueros, buenos usos y costumbres y las propiedades.
3) Que sea (Guipúzcoa) Provincia independiente, como lo fue hasta el año 1200.

Pedían además la neutralidad para la Provincia en la guerra con Francia. Desde hacía mucho tiempo, sobre todo desde el ascenso de los Borbones al trono de España, se alegaba que Guipúzcoa se había unido a Castilla por una especie de contrato revocable. Larramendi mismo había empleado este argumento. Guipúzcoa pretendía ayudar a las tropas convencionales de la misma forma en que lo había hecho a las tropas españolas. Pero Pinet y Cavaignac se negaron a transmitir a la Convención cualquier otra cosa que no fuera una proposición de unión pura y simple, por lo que la Junta pidió cuatro días de reflexión para solicitar su independencia bajo la protección de Francia. Los comisarios se obstinaron y redujeron el plazo a 24 horas. El 6 del fructidor (24 de agosto), los representantes de la Convención disolvieron la Junta y arrestaron a 40 junteros, entre los cuales a Echave, y depusieron al alcalde y demás capitulares de San Sebastián, reemplazándolos por una comisión de 12 miembros presidida por Monduteguy de Ustaritz, con un único representante de San Sebastián. Surgen disturbios, el clero conspira y la guillotina es instalada. La Diputación reemprende la lucha. Sin embargo, pronto se puso en libertad a Echave, que creó una Junta Superior Provincial bajo su mando. Después de Thermidor costará un gran esfuerzo a Moncey el restablecer la situación moral. En Navarra, Vizcaya y Alava se habían concebido esperanzas semejantes a las de las Juntas de Guipúzcoa. Pero la proclamación por medio de la cual Pinet y Cavaignac rompieron las negociaciones con la Junta guipuzcoana era insultante; establecían en ella, sin el menor pudor democrático, la diferencia de fuerzas entre la gran República Francesa y la pequeña Guipúzcoa, arrogancia que conduciría a amedrentar a las otras provincias y a Francia a su situación de 1815. El efecto más inmediato fue un éxodo en masa de guipuzcoanos y vizcaínos y la idea de una federación vasca no pudo cuajar aunque años más tarde fuera retomada por Garat. v. NUEVA FENICIA, NACIONALISMO. Los vizcaínos fortificaron una línea que iba desde Ondarroa a Kanpazar pasando por Ermua. El «Moniteur Universel» da cuenta de ejecuciones de afrancesados en Pamplona mientras el Consejo de Estado de Carlos IV envía delegados especiales a Egoalde.
La Guerra de la Convención I.El Terror. Pero estos éxitos exteriores de los convencionales tienen un anverso terrible: el Terror en la retaguardia. Pinet y Cavaignac establecidos en Laburdi, próximos al teatro de operaciones, ejercieron, con la complicidad de ciertos burgueses, una verdadera dictadura en Iparralde.

Los Comités de vigilancia revolucionaria. En Iparralde no había apenas sociedades populares revolucionarias como no fuera en San Juan de Luz, Hasparren, Bardos, Cambo, Urt y Biarritz, pero el 27 de enero de 1794, un decreto de Pinet estableció los Comités de vigilancia en Bayona, Urt, Biarritz y San Juan de Luz. El 31 del mismo mes, Pinet designó a los miembros del de Bayona, cuya actividad se extendió a todo el distrito. Las autoridades del distrito se colocaron bajo la férula de los representantes del pueblo y de las sociedades populares. En octubre de 1793 el distrito de Ustaritz estaba dirigido por Dhiriart de San Juan de Luz, presidente; Daguerressar de Mouguerre; De lissalde de La Bastide-Clairence; Dornaldeguy de Urrugne; Duronea de Saint-Pée; Dhiriart de Bayona, todos ellos notarios, y especialmente exaltado Dhiriart. El Ayuntamiento de Bayona estaba dirigido por seis individuos de los cuales sólo eran exaltados Derrecagaix, cirujano, y Joanhau, capitán de navío, ambos de la región. Pero fue por medio del decreto del 3 de marzo de 1794 cuando Pinet y Cavaignac organizaron el Terror. Después de haber proclamado infames a las comunas de Sara, Souraire, Ainhoa, Itxassou y Ascain, instituyeron una comisión militar encargada de juzgar «todos los delitos que llegaran a conocimiento de los representantes del Pueblo». Sus miembros fueron: Mondutéguy, presidente que luego abandonó el cargo para responsabilizarse de la deportación de los habitantes de Sara, Maury de Aude, curtidor; Pierre Dalbarade de Hendaya, capitán de marina; Martín, capitán; Toussaint, militar bordelés. Entró en funciones el 21 de ventoso, estuvo cuatro días en Bayona, recorrió Las Landas y el Gers y pronunció 62 condenas a muerte, variando considerablemente el ardor revolucionario de una localidad a otra. El culto a la Razón debió celebrarse sólo en Bayona, Hasparren y San Juan de Luz. En Urruña se instaló una municipalidad revolucionaria, cerca de Pinet y Cavaignac; la guillotina no pudo erigirse debido al mal estado de los caminos. En Ezpeleta parece que la familia Gorostarzu fue la que encabezó la resistencia contra el cura constitucional Iharassarry y que la canción Artzain ardijale dantzari se debió a uno de ellos; en todo caso Jean Gorostarzu, juez de la baronía, y Duhalde, alcalde, fueron guillotinados. Dejando de lado Bayona, los tres centros revolucionarios de Laburdi y del país fueron Ustaritz, Saint-Pée y San Juan de Luz (ésta última aludida en la novela El siglo de las luces de Charpentier). Las represalias del Bataillon du Carrosse en 1796 nos proporcionan datos útiles sobre la clase social de los revolucionarios: en general eran burgueses, nobleza de toga o negociantes con Pamplona o Bayona a través de Laburdi y el Baztán. Desde hacía casi un siglo esta clase de burgueses hacía tabla rasa del Fuero de Laburdi a fin de adquirir tierras y casas, por lo que se comprende su adhesión a las nuevas ideas. En Ustaritz, antigua sede del bailío y del Biltzar, cabeza del distrito, esta clase era numerosa. El más ardiente era Jean Mondutéguy cuyo padre, procedente de Ainhoa, había casado con Sabina Berhouet, heredera de la casa Bereterraenea de Arrauntz. Hallamos también redes, tanto comerciales como familiares, a lo largo del camino Bayona-Pamplona. Mondutéguy pasó de los negocios a los cargos públicos: Fue juez de paz y más tarde, el 3 de marzo de 1794, fue designado presidente de la Comisión Extraordinaria encargada de la deportación de los laburdinos. También fue nombrado alcalde de San Sebastián cuando la capitulación de esta ciudad (encarcelado después de Thermidor, fue amnistiado pero acabaron con él los del Bataillon du Carrosse en noviembre de 1796. Jean Marithurry de Ustaritz, que fue alcalde y responsable de prisioneros, acabó también sus días a manos de este batallón). También se distinguieron Daguerressar y Delissalde, miembros del directorio del distrito. En Saint-Pée fue todo un clan el que cogió el poder en nombre de la revolución. Salvat Marithurry, originario de Jatxou, y tal vez pariente de los Marithurry de Ustaritz, era cura de Saint-Pée cuando la revolución y prestó el juramento constitucional, junto con el vicario Duronea, hermano del alcalde de Saint-Pée. Marithurry fue presidente de la Asamblea Electoral en 1790, recibió al obispo Sanadón en junio de 1791, celebró la fiesta de la Federación en julio, presidió la de la Constitución en 1795. En San Juan de Luz el primer choque fue provocado por la Constitución Civil del Clero; los curas, vicarios y sacerdotes de San Juan de Luz y Ciboure rechazaron en bloque este juramento, a excepción de dos. El 23 de junio de 1791 hizo su entrada episcopal Sanadón aunque se encontró una iglesia desierta, los cristales de las ventanas rotos, las campanas calladas, etc. Pero las manifestaciones del espíritu revolucionario en San Juan de Luz no se limitaron a esta guerra entre eclesiásticos. Las mujeres de San Juan de Luz y de Ciboure habían redactado un Cuaderno de Quejas cuyo texto podrá leerse en el artículo FEMINISMO de esta Enciclopedia. Desde 1793 existe una sociedad popular de San Juan de Luz que denuncia la moderación de la municipalidad ante los representantes del Pueblo. Pinet y Monestier zanjaron el asunto deponiendo a los Ayuntamientos de San Juan de Luz y Ciboure, nombrando otros y uniendo ambas parroquias en un solo Ayuntamiento. Ese mismo año la Sociedad Revolucionaria se constituye oficialmente formando dos comités: el Comité de vigilancia y economía y el Comité de correspondencia, instrucción e información, alrededor de los cuales gravitó un número indefinido de soplones y de personajes locales. Fue una de estas denuncias la que desencadenó por medio de la orden del 3 de marzo de 1794, la deportación de los vascos de las comunas infames: otra la que suscitó el 2 de noviembre de 1793 la llegada de la guillotina, que fue instalada mediante suscripción pública en la actual Plaza de Luis XIV, guillotina que sirvió para ejecutar a Magdalena Larralde, varios curas y algunas religiosas. Incluso, esta sociedad solicitó el 11 de diciembre de 1793 que los vascos de Iparralde que atravesaban la frontera fueran tratados de espías y guillotinados. El golpe de Thermidor supuso el fin del Terror. Los extremistas fueron arrestados: un oficial municipal, comisario del internamiento de los vascos, cuatro miembros del Comité Revolucionario y del Consejo General, tres del Consejo General, siete del Comité Revolucionario. La municipalidad de San Juan de Luz apresó a 18 personalidades de la villa: dos miembros del Ayuntamiento, un arquitecto, un agente, cinco miembros del Consejo General, dos del Comité de Vigilancia, un director de Correos, etc. También cayeron varios miembros de los comités revolucionarios de Biarritz y Bayona. El apelativo presente en todas las acusaciones fue el de «terrorista».

La Constitución Civil del Clero y división del mismo. La CCC decretada el 12 de julio de 1790 suscitó, como vimos, en el espíritu de la mayoría y también en el Clero un caso de conciencia que se resolvió muchas veces por la negativa. La influencia del seminario de Larresoro fue sin duda importante, pero la conducta del Clero Vasco y de los fieles fue idéntica en las regiones dependientes de Dax o de Oloron, a diferencia del de Béarn, por ejemplo, donde los refractarios fueron menos numerosos. Da la impresión de que, desde los casos de brujería y las guerras de religión, los vascos se refugiaron en la ortodoxia. También habría que examinar aquí la influencia del jansenismo. Los tres obispos que no quisieron prestar el juramento cívico tuvieron que dejar la diócesis: Pavée de Villevielle, obispo de Bayona, marchó a La Oliva en Navarra; Le Quien de la Neuville, obispo de Dax, marchó a España y luego a Inglaterra; Villoutreix de Faye, obispo de Oloron, fue elegido diputado del Clero de Zuberoa en 1789 y marchó a Inglaterra donde murió en 1792. Haristoy, en su Les paroisses..., critica a los obispos constitucionales y a los curas juramentados acusándolos de todo. La crítica moderna no puede juzgarlos de esta forma, y muchos fueron empleados posteriormente en la Iglesia. Un caso importante para nosotros fue el de Sanadón, benedictino normando, que escribió en 1785 un Essai su la noblesse des Basques, que sienta las bases teóricas de cierto tipo de nacionalismo vasco ilustrado. v. NACIONALISMO. Saurine, obispo de Las Landas, le sucedió en el episcopado de los Bajos Pirineos. Hubo sacerdotes juramentados muy destacados como Jacques Garra de Salagoiti, profesor de hidrografía, correspondiente de las Academias de Toulouse y de Burdeos. Ello no obsta-y por las razones ya indicadas- para que la Asamblea convocada en Ustaritz el 28 de octubre de 1791 para la elección de curas constitucionales del distrito fuera un fracaso. Hubo una resistencia sorda y la represión subsiguiente, aunque menos dura que lo que hubieran deseado algunos. Hubo culto a la Razón, encarnada por jóvenes bonitas que, tras la venta de los bienes nacionales, pasaron a ser «de buena familia». La proximidad de la frontera, viejos reflejos de contrabando, la comunidad de lengua, favorecieron el culto de la religión católica. Siguiendo el ejemplo de sus obispos, los curas refractarios emigraron en masa hacia Inglaterra, Holanda, pero sobre todo hacia España y, en este caso, hacia Egoalde. Después del concordato, multitud de curas inscribieron en el registro de las parroquias los actos católicos celebrados años antes en la clandestinidad. Durante ésta, las comunidades de fieles se reunieron a menudo en las casas particulares. De vez en cuando un cura refractario atravesaba la frontera para celebrar el culto y otras los fieles lo hacían para asistir a los oficios en Egoalde. De todas formas, los emigrados fueron muchos pero las ejecuciones por motivos religiosos, tanto de curas como de laicos, fueron muy pocas, debido principalmente a la complicidad de la población. El caso de François Dardan de Isturitz, religioso, masacrado en el convento de los carmelitas de París el 2 de septiembre de 1792, pese a ser vasco de origen, no entra evidentemente en el grupo de las víctimas de la represión religiosa en el País Vasco. Magdalena Larralde, de Sara, arrestada en Bera durante una penetración convencional cuando había ido a trabajar como hilandera, condenada a muerte y ejecutada el 27 de agosto de 1794, simboliza a estos mártires del Terror, ya que su historia ha sido relatada y embellecida varias veces, entre ellas en una poesía premiada por Abbadie en un concurso de 1894. No se puede decir lo mismo, desgraciadamente, de los tesoros de las iglesias vascas de Iparralde que fueron saqueadas. El internado o deportación de los vascos por los revolucionarios, uno de los episodios más crueles de este período, ha sido relatado en el artículo LABURDI.
La Guerra de la Convención II.Fin de la Guerra (1795). La depuración de elementos jacobinos efectuada se tradujo en 1795 en un cambio de actitud de parte de los ocupantes de Guipúzcoa que alentaban la intención de anexionar definitivamente la provincia a la República francesa. El Comité de Salud Pública hizo publicar una proclama el 21 de abril pidiendo perdón por los excesos jacobinos y restableciendo el «gobierno y las administraciones que tenía la provincia de Guipúzcoa al ser conquistada». En una entusiasta Asamblea celebrada en San Sebastián el 10 de mayo con asistencia de las Juntas de Guipúzcoa-en Mondragón se habían nombrado otras, fieles a la Corona española, de emergencia- presididas por Echave y de las autoridades donostiarras, el representante de la Convención, Chaudron Rousseau, ratificó el acuerdo prometiendo la ayuda de los republicanos franceses a los «republicanos guipuzcoanos para su independencia y defender su territorio de la invasión de nuestros enemigos comunes». Un relato de todo ello fue enviado al resto de Euskal Herria. Preparado así el terreno, con media Guipúzcoa y Navarra ocupadas y unas negociaciones de paz entre bastidores, la guerra se reavivó en junio de 1795, con la entrada de Moncey en Vizcaya donde expulsó al General Crespo. Una proclama suya prometió el respeto de los Fueros y propiedades a los vizcaínos. El general español Filanghieri salió de Pamplona -dejando una retaguardia afrancesada, noticiosa de lo ocurrido en Guipúzcoa, poco de fiar (Castillo, 1986)- para unirse a Crespo, pero en el combate de Irurzun los franceses impidieron esta unión. Crespo fue rechazado hacia Castilla mientras que el 19 de julio los convencionales tomaban primero Bilbao, Vitoria y luego Miranda. A partir del 20 de julio, prepararon la ofensiva final sobre la vacilante Pamplona, tomando el collado de Olarregi. El 22 Bilbao capituló prometiendo total neutralidad, siendo imitado por otras localidades vizcaínas. Pero, la paz de Basilea, firmada el 22 de julio, interrumpió las operaciones; Guipúzcoa, moneda de cambio durante meses, era devuelta a la corona española. Los éxitos convencionales, hay que reconocerlo, se debieron en gran parte, a los comisarios políticos. Al este, el papel de los Cazadores Vascos fue también muy importante; dieron testimonio, una vez más, de las cualidades de los vascos para la guerra de movimientos encuadrados en unidades ligeras.

Diálogo de un soldado de Baigorri y Maese Joanes.

M. J. ¿Etzara gerraan ibilli igaro dirian urteetan? Baigorrikuak ots egiten ebeen ta eukeezan gaistotzat. M. J. No habrás andado en la guerra en todos estos años que han pasado? Los de Baigorri llamaban y se les tenía por malos. B. Gerla zer dan ez dut jakin. Ihes egin nuen andik, ta ebildu naz Españako iri euskaldunetan nola ala ezkutuz edo ageriz. Beldur izigarrietan irago nituen asko egun. Maiz bihillatua izandu nintzan pranzes izena gatik. Behein baño geiagotan egin nuen lo basoan bizkaitarren beldurrez. Pranziara ez nuen joan nai, gerlara eramana izan ez nindin. Zorionez bukatu zan gerla gaizto ura, ez dakit nola biziaz irten ointzan Frantzian ta Españan, Baigorri ta Bizkaian: non nai andiak ta aunzak, arkume ta aunztxumeak, onak eta gaiztoak. Baziren Baigorrin ezin bestez edo indar utsez ta portxaz gerlara zijoazenak ¿Nai duzu entzun urte txar aietako Baigoitarren kanta soñuakin lagundua? Ona emen. B. No he sabido lo que es la guerra. He huido de allí y he andado como he podido por los pueblos vascos de España bien escondiéndome o a la vista. He sufrido muchos días terribles sobresaltos. Frecuentemente se me ha tenido por sospechoso a causa del nombre francés. Más de una vez dormí en el bosque de miedo a los vizcaínos. No quería volver a Francia para no ser llevado a la guerra. Afortunadamente se acabó aquella mofa guerra; no sé cómo salí con vida en Francia y en España, en Baigorri y en Vizcaya; dondequiera hay ovejas y cabras, corderos y, cabritos, buenos y malos. Había en Baigorri quienes iban a la guerra obligados o por la fuerza. ¿Quieres oir acompañado de música un canto de los baigorreses de aquellos malos años? Helo aquí. Gerlara etorri ginean Gure bizien perillean, Gure agintariak franzes: Allons, chasseurs, avancez; Guk euskara eranzutea, Diabriak eraman bazintez. Vinimos a la guerra, con peligro de nuestras vidas. Nuestros jefes (decían) en francés: Allons, chasseur, avancez; nosotros en vascuence respondíamos: Si te llevaran los demonios!

Ref. Moguel, (1. A.): Peru Abarka, edic. 1956. Kulixka, p. 156-159.

Su conocimiento del terreno, el luchar en tierra propia, el hecho de ser voluntarios, el tener jefes elegidos por ellos mismos, entroncaba con la tradición de milicias bajonavarras. Tampoco hay que olvidar que para los voluntarios de Baigorri, que eran muchos, esta guerra, local al principio, se presentó como una revancha sobre el Valle de Erro que se oponía a sus intentos de expansión hacia los pastos del Sur, como puede verse en los artículos dedicados a ambos valles. Naturalmente, esta animosidad fue alentada por los agentes de la Monarquía y luego por los de la República, aprovechando, una vez más, el sentido tribal de los vascos. Por lo demás, los principales perdedores de esta guerra fueron las clases ilustradas vascas más afrancesadas que, según un informe de Moncey, eran:
1.-Los Navarros y entre éstos los vecinos de Pamplona.
2: En esta ciudad los eclesiásticos, los frailes, unos 20 nobles, los comerciantes y los curiales.
3.-Los Vizcaínos y entre ellos los mayorazgos y los individuos y aspirantes al gobierno del Señorío.
4: Los Alaveses y entre ellos los abogados, los clérigos y unos 13 nobles.
5: Los Gipuzkoanos y principalmente los nobles, clérigos y curiales. Esta fractura, agravada con las represalias y los rencores, traería como consecuencia el fracaso de la Ilustración en Euskal Herria.
La Reacción Thermidoriana. De la misma forma que el Terror había hecho presa sobre todo de Laburdi, igualmente es en esta región donde se manifestó con más crudeza la reacción thermidoriana, cuya principal víctima fue Mondutéguy.

Rápidamente aparecen las bandas más o menos organizadas: la de Jaureguy, alrededor de Hasparren, otra en Accous, otra en Peyrehorade y el Bataillon du Carrousse o banda de Ustaritz, sin duda la más activa. En sus orígenes hallamos parientes de las víctimas de los terroristas, víctimas, campesinos reducidos a la miseria e incluso salteadores de caminos.

Estas bandas se beneficiaron del miedo y de la falta de celo evidente, incluso de la complicidad, de las nuevas autoridades que, a su vez, habían sido víctimas también de los terroristas. Nacen asimismo y se desarrollan gracias a la miseria general, la insuficiencia de abastecimientos agravada todavía por las requisas, la impopularidad de las levas etc.

Es en diciembre de 1795 cuando comienza a actuar la banda de Ustaritz, cuyo cuartel general parece haber estado en Itxassou. Entre diciembre de 1795 y la primavera de 1796, ataca, saquea, o tirotea ocho casas de Itxassou y de Louhossoa. El invierno siguiente sus actividades se reanudan: el 25 de octubre dos casas de Cambo son saqueadas y dos en Itxassou, una en Espelette, una en Cambo es tiroteada. Del 10 al 26 del brumario, no son menos de 22 las casas atacadas en Cambo, Itxassou, Espelette. Se suceden extorsiones a las personas para que entreguen bienes, quemas de muebles, muertes, etc.

La segunda compañía de Cazadores Vascos dirigida por el Capitán Mendiry y los lugartenientes Ithurralde y Harispe el Joven se establece en Cambo. Por petición del agente municipal, el 28 del brumario cerca la casa Alzueyeta de Itxassou y hace 17 presos. Los acusados son llevados ante un jurado especial con sede en Tarbes: de 43 acusados sólo se presentan 27 y los otros son juzgados en contumacia. Hay tres juicios en mayo, junio de 1798: 6 acusados son condenados a 24 años de prisión, tres a 22 años y tres a muerte. Los debates ponen de manifiesto los móviles del Bataillon du Carrosse: los culpables proclaman que ellos no son ladrones, sino justicieros, sólo han atacado a terroristas, a curas juramentados como Sorhaindo o a compradores de bienes nacionales como Hardoy. Son pobres gentes iletradas, mientras que sus víctimas son burgueses, negociantes relativamente cultivados, hombres de leyes, como Dagyerressar y Delissalde.
El Euskera en la Revolución. La situación del euskera en la época revolucionaria es ambigua: por una parte, va a ser la primera vez en la historia vasca en que haya una oficialización del euskera, por otra, en su celo por la uniformidad y la racionalización, los revolucionarios dirigieron una verdadera guerra lingüística contra los dialectos.

Hay una oficialización del euskera con el objetivo de despertar a la opinión pública, a la que hay que informar y formar; en la marea de libelos, memorias, proclamas, decretos por medio de los cuales se expresan los individuos, los partidos políticos y el poder, los textos o las traducciones en euskera figuran en abundancia. Fenómeno histórico constante, ya que toda nueva ideología utiliza las lenguas étnicas, por ejemplo los protestantes. El primer documento que conocemos es el Cuaderno de Quejas y Agravios del Tercer Estado de Laburdi: Laphurtar Escaldun Francesec, Erresumaco Estatu-Generaletarat egortcen dituzten Deputatuei; emaiten dioten botuen eta instruccionen Cayera. Uno de estos diputados, Pierre de Haraneder, vizconde de Macaya y diputado de la nobleza de Laburdi, juzgó necesario explicar su conducta, justificar su política y aconsejar a sus electores, en una carta del 10 de mayo de 1790. Julien Vinson publicó bajo el nombre de Pièces Historiques... varios documentos de esta época, de los cuales, algunos son compilaciones de textos oficiales, tales como decretos, declaraciones, manuales de instrucción cívica, etc. Los electos de Laburdi expresaron también su opinión, por medio de la proclama Laphurdico comitateak Laphurdiri del 10 de junio de 1790. Luego, después de la abolición de los Fueros, Dhiriart, procurador síndico del distrito de Ustaritz, exhortó a sus compatriotas a obedecer a la Constitución y a pagar los impuestos en Ustaritzco Procuradore Sudicaren proclamationea...La Constitución Civil del Clero, repudiada mayoritariamente, provocó muchas polémicas, como pudo verse en diferentes impresos. El 18 de junio de 1791, el obispo constitucional, Sanadón, firmó una pastoral bilingüe: Pyrenea-Aphaletaco departimenduco.... Otro folleto -Conferencia ispirituala...- pretende defender la Constitución Civil contra sus detractores. Algunos años más tarde, sin duda en 1795, un católico publicaba: Persecucionezco dembora huntan.... Después del Terror, a fin de convencer a los vascos emigrados de que debían volver a su país, los representantes del pueblo repartieron proclamas bilingües; algunas empiezan por Libertatea, Higoalitatea edo Bardintassuna.... La administración central del departamento hizo traducir al euskera el llamamiento del general Moncey a los vascos del 26 de ventoso del año IV. La respuesta de Monseñor Pavée de Villevielle a Sanadón, una pastoral de Villevielle, incluso, en euskera, no nos han llegado. Se conserva un calendario revolucionario en vasco: Francisco Republicaren Çaspigarren Ourtheco Qhoundaderra: VendimiarioNabaxte BrumarioLanhote FrimarioIçotze NivosoElhurcor PluviosoEoüricor VentosoAycecor GerminalSapadun FlorealLilidun PrairialBelhardun MessidorBihilis ThermidorBerolis FructidorFrutilis El mes fue dividido en tres décadas: hamarte-le, -bi, -hi; y fueron los primidi, duodi, etc. del calendario revolucionario, en euskera: legun, bigun, higun, logun, bogun, segun, pegun, çogun, bedegun, margun. Los días complementarios previstos por el calendario revolucionario se llamaron: bethagail-egunak; de esta forma tenemos bethagail-lagun, -bigun, -higun, etc. En general el estilo y el vocabulario de esta literatura oficial adolecen de la fraseología y de la terminología revolucionaria, como puede verse por los títulos que hemos dado. Al vizconde de Macaya, debemos un atrevido neologismo: al hablar de la industria sardinera de San Juan de Luz emplea el verbo belilatcen, de donde belilar para designar a los obreros de esta industria, debido al estilo de Belle-Ile (Bretaña) de la misma. Muy diferentes son las canciones populares iles a los curas constitucionales; si algunas, probablemente posteriores a los acontecimientos, son solemnes y quejumbrosas, otras, sobre todo las satíricas, aunque ramplonas tienen un gran sabor. J. Vinson publica dos en su Pièces Historiques de la Période Révolutionaire. Las canciones de Salvat Monho contienen una crónica popular de los acontecimientos y rinden testimonio de los sentimientos de la población: Monho ataca a Mentaberry, cura constitucional de Bardos, otra canción describe satíricamente a algunas jovencitas que denunciaron en Ustaritz a los curas refractarios. De esta forma la Revolución dio al euskera, en cierta medida, un carácter oficial. Más tarde, Wellington utilizará también dicha lengua para sus proclamas, mientras el verbo popular se expresará en las canciones antirrevolucionarias. Sin embargo, esto no dejaba de ser contradictorio. El 18 de pluvioso del año II, Barrere presentó, en nombre del Comité de Salud Pública, un informe a la Convención. En el mismo atacaba, en nombre de la unidad y de los principios de la República, los "idiomas extranjeros" hablados en territorio francés. Establecía una distinción entre estos "idiomas" y los dialectos que no presentaban diferencias insalvables con el francés, no siendo, por tanto, obstáculo ni a la propaganda republicana ni a la comprensión de las nuevas leyes: "el acento vigoroso de la libertad y de la igualdad es el mismo, tanto si brota de la garganta de un habitante de los Alpes como uno de los Vosgos, de los Pirineos..., tanto si es la expresión de los hombres de las zonas centrales como de las zonas marítimas, como de las fronteras". Pero, añade Barrere, "hemos observado que el idioma llamado bajo bretón, el vasco y las lenguas alemana e italiana, han vehiculizado el reino del fanatismo y de la superstición, han asegurado el dominio de los curas y de los nobles, han impedido la entrada a la revolución en nueve departamentos importantes y pueden favorecer a los enemigos de Francia". "Desconocen vuestros trabajos, vuestros esfuerzos emancipadores son ignorados". Reconoce que la retirada de los alemanes ha provocado la emigración de 20.000 agricultores alsacianos. En cuanto a Córcega, si ella sostiene a Paoli, ello se debe a la lengua italiana. Respecto a los vascos se muestra más circunspecto, debido tal vez a la influencia de Garat. Según Barrere, el objetivo de la educación pública es, sin duda, el formar para las diversas profesiones, pero sobre todo preparar a ser buen ciudadano, "ahora bien, para ser ciudadano, hay que obedecer las leyes y, para obedecerlas, hay que conocerlas". "El federalismo y la superstición hablan bajo bretón, la emigración y el odio de la revolución, hablan alemán, la contrarrevolución, habla italiano y el fanatismo habla vasco. Rompamos estos instrumentos de error y de perjuicio". La Convención aprobaría, debido a Barrere, un decreto el 8 del pluvioso del año II, ordenando el establecimiento de instituciones de lengua francesa en cada comuna de las regiones enumeradas. Todos los días debería enseñarse la lengua francesa y la Declaración de Derechos Humanos y los días de década debían de leerse al pueblo las leyes de la República. Por supuesto, como ocurrió con muchos decretos revolucionarios, éste no se aplicó, por falta de medios. Pero sirvió de antecedente para políticas posteriores. También Grégoire presentó un informe a la Convención contra los "patois", incluido el euskera, lo cual no impidió que estableciera una relación entre éste y las lenguas... malabares. Las razones son las mismas: "porque el idioma sirve de obstáculo para la propagación de las Luces... sobre todo en nuestras fronteras donde los dialectos, comunes a ambos lados de las fronteras, vinculan peligrosamente a nuestros enemigos". También sabemos que el 14 de enero de 1790 la Asamblea Constituyente hizo traducir sus decretos "en dialectos vulgares". "Hay que imponer como condición del matrimonio saber leer, escribir y hablar francés". Aprobando lo expuesto por Grégoire, la Convención expidió un decreto con el objetivo de estudiar el proyecto de una nueva gramática y de un vocabulario nuevo. La Revolución Francesa constituyó en Iparralde una fractura total en la historia vasca.

Eugéne GOYENETCHE