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DIBUJO

El dibujo a partir del Renacimiento. En el siglo XV se comenzó a plantear entre los tratadistas italianos el problema teórico del dibujo como forma artística autónoma, y, a partir de esta época, la mayor parte de los artistas, ya como elemento preparatorio para sus obras -(pintura mural de Arrate, Eibar); trazas para la realización de varios retablos (San Telmo de Donostia, Catedral de Santiago de Bilbao) y púlpitos (iglesia parroquial de Villarreal de Urrechua, realizado por Pedro de Marigorta, en Vizcaya y Guipúzcoa)-, ya por su valor intrínseco como medio de manifestación artística. Desconocemos por el momento la existencia de dibujos de esta última índole en el país. Los dibujos se realizaron generalmente sobre papel blanco o de color, e incluso preparado al temple. Se dibujaba con punta de metal, con lápiz a pluma, a la acuarela, a carboncillo, y, a partir de la segunda mitad del siglo, con el lápiz rojo denominado sanguina. En Italia, los grandes maestros del "quattrocento" demostraron gran interés por el dibujo: Ghiberti, Uccello, Lippi, Botticelli (acento lineal), Pisanello, Bellini y Mantegna (acento expresivo). De los grandes maestros flamencos del siglo XV se poseen muy pocos dibujos, estilizados pero naturalistas: J. Van Eyck, R. Van der Weyden. En el siglo XVI, el panorama del dibujo italiano está dominado por Leonardo, Miguel Angel y Rafael, sin olvidar a Ticiano y Tintoretto. Leonardo utilizó el dibujo como método de investigación y expresión poética. Los dibujos de Miguel Angel permiten conocer su atormentada y anticlásica exaltación del ser, del espíritu humano. Los de Rafael son clásicos y graciosos. Numerosos pintores flamencos y neerlandeses del siglo XVI nos han dejado excelentes muestras de su arte como dibujantes: El Bosco, Brueghel el Viejo, Patinir. En Alemania el dibujo alcanzó en esta época enorme interés: Grünewald, Cranach, Holbein; capítulo aparte merecen los de Durero, de trazo penetrante, agudo, nervioso y atormentado. En el siglo XVII es preciso mencionar en Italia, los dibujos de los Carracci, Guercino, Giordano; la corriente barroca se manifiesta asimismo en los Bernini, Borromini y P. da Cortona. En Francia, sobresalen los de C. de Lorena y Poussin. La escuela neerlandesa tiene en Rembrandt a uno de los más grandes dibujantes de todos los tiempos. Rubens y Van Dick ocupan una similar situación de eminencia en la escuela flamenca. En España no abundan los dibujos, ni siquiera en la gran época de la pintura española. De quienes se conservan más interesantes series de dibujos son Herrera el Viejo, Alonso Cano y Murillo. Entre los dibujos realizados por artistas del siglo XVIII hay que destacar en Italia a P. Longhi y Tiépolo. En Francia los refinados y mórbidos de Watteau y Fragonard. En Inglaterra los retratos a pluma, lápiz o carbón de Hogarth y Gainsborough. En España, el último cuarto del siglo XVIII y el primero del XIX aparece dominado por la figura gigantesca de Goya cuyos esbozos y dibujos sobre la vida, la enfermedad, la crueldad y la muerte se mueven entre el realismo y la expresión de corte romántico. Por otro lado, es la época en que en el País Vasco y a lo largo de toda su geografía surgen distintas Escuelas de Dibujo. Unas promovidas por los Amigos del País, de corte clásico y asignaciones becarias importantes se asentaron en Vitoria, San Sebastián y Vergara; otras, como las de Bayona, creada en 1778 bajo los auspicios del caballero Aufray y por algunos miembros de la Academia real de pintura, de corte más liberal y totalmente gratuito; y la de Tortosa, surgida en torno a la industria de artes gráficas. A fines del siglo XVIII y principios del XIX, los artistas neoclásicos dieron gran importancia al dibujo: David, Gérard, pero también los artistas románticos revalorizaron el dibujo: Ingres, Gros, Géricault, Delacroix. También los pintores franceses "realistas", antecesores del impresionismo han dejado un excelente repertorio de diseños: Millet, Daumier, Coubert, lo mismo que los pintores y dibujantes costumbristas españoles Alenza, Becquer, y los vascos: Guiard, Zuloaga, Arteta, Zubiaurres, Arrue, Tillac, Garmendia, Le Tanneur, Sotés, Garavilla, Losada, Franco y un buen número de dibujantes e ilustradores de "La Galerna", "La Semana", etc. En cambio los impresionistas no consideraron el dibujo fundamental para su concepto del arte, y sólo Renoir, y entre nosotros Darío de Regoyos, recurrieron al grafismo tradicional. Entre los artistas postimpresionistas, muchos de ellos grandes dibujantes, hay que destacar a Cézanne, que consideraba el dibujo como un instrumento indispensable de creación, y también a Munch, Ensor, Matisse, Vlaminck, Derain, Braque y Picasso. Claro ejemplo de ello entre nosotros son Martínez Ortiz, Olasagasti, Martiarena, su hija Maruki, Jhon Zabalo, Valverde, Ibarrola. También los artistas no figurativos han considerado la línea abstracta del dibujo como un excelente instrumento de expresión: P. Klee, Miró, Dalí, Tapies, Chillida, R. Ruiz Balerdi, Basterrechea. Las últimas corrientes figurativas, por último, reafirman la tradición del dibujo de contorno preciso y constructivo: Modigliani, Picasso, Bacon; y en el país, Montes Iturrioz, Cárdenas, Nagel, Ameztoy, Llanos, Tellería, Olariaga, Letamendia, Munoa, Zabaleta, Hernández-Mendizábal, Garrido.