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BILTZAR

Composición y sesiones. El Biltzar era esencialmente una asamblea popular y democrático-representativa. Estaba compuesto exclusivamente por los hauzapezak o alcaldes de las comunidades parroquiales o municipales que en euskera se llaman hauzak. No comprendía, como hemos dicho, ningún miembro del clero ni de la nobleza. Cuando un asunto interesaba al clero, el Síndico se encargaba de ponerse en contacto con el obispo de Bayona o su Vicario General. Los miembros de la nobleza no podían intervenir sino por escrito dirigido al Síndico, que sometía la carta al Biltzar y, tomado acuerdo, transmitía la respuesta. Las reuniones de esta asamblea legislativa tenían lugar en el castillo de Lamothe, en Ustaritz, que era la sede del Bailío laburdino, y que más tarde llegó a ser la alcaldía del pueblo. Una particularidad del Biltzar era que no deliberaba por sí mismo. Los miembros que lo componían, los «hauzapezak», no podían emitir votos. Se limitaban a ser portadores de los votos de sus comunidades respectivas, lo que presuponía una previa discusión en cada reunión capitular o municipal. Desde la intromisión anglo-francesa en el Biltzar, el Síndico informaba al Lugarteniente cada vez que convocaba a la asamblea y le comunicaba el texto escrito de las proposiciones o cuestiones que se iban a discutir. El procurador real podía poner objeciones a todo o a parte del texto, aunque estas objeciones fueron muy raras en la historia del Biltzar. Si alguna vez se producía y el Síndico rehusaba aceptarla, la diferencia se zanjaba, ya avanzado el antiguo Régimen, por una ordenanza del Lugarteniente que mantenía o modificaba el texto primitivo. Una vez que las proposiciones (orden del día) estaban conformes, el Lugarteniente fijaba el día de la reunión y el Síndico convocaba inmediatamente a los «hauzapezak». Este se personaba en la sede del Bailio donde el Lugarteniente le daba a conocer las proposiciones del Síndico. Los «hauzapezak» volvían a sus parroquias respectivas para retornar ocho días después. En este intervalo las asambleas capitulares se reunía en sus pueblos respectivos y emitían voto sobre las proposiciones. Cuando al cabo de ocho días los «hauzapezak» volvían a Ustaritz, la sesión se abría llamando a las comunidades. Las que no habían enviado representante eran castigadas con una multa de seis libras. El escribano leía entonces las respuestas de las parroquias tal como las habían traído sus representantes. El Lugarteniente hacía el recuento y según la mayoría se pronunciara en favor o en contra, las proposiciones del Síndico eran aceptadas o rechazadas. El escribano del Bailío levantaba acta y firmaba tomando el título de «Secretario general del País de Laburdi». Es interesante señalar que todas las parroquias, grandes y pequeñas, tenían un solo voto. En 1789, Ezpeleta y Hasparren pidieron que se tuviera en cuenta la población de cada parroquia para el cómputo del voto, pero la petición fue rechazada. Las convocatorias a sesión las hacía el Síndico cuando lo tenía por conveniente o bien cuando lo solicitaban varias de las comunidades municipales. En la práctica, el Biltzar se reunía dos o tres veces al año sin épocas prefijadas. El tema más frecuente a tratar era el de la contribución al Tesoro Real y el de las cargas especiales que el Biltzar autorizara para cubrir los gastos del país. La contribución al Tesoro Real era un donativo acordado por el Biltzar, remitido anualmente, de la misma índole del que acostumbraban enviar Nav., Guip., etc., a sus reyes respectivos. El de Lab. se revisaba cada seis años. La recaudación se hacía por reparto entre las parroquias proporcionalmente a la población de cada una de ellas. Los impuestos acordados se destinaban a cubrir los gastos públicos que solían ser los de mantenimiento de puentes y caminos, policía -principalmente persecución de malhechores-, subsistencia de reclusos o prisioneros, proceso que el Síndico estuviera encargado de sostener, envío a Zaragoza de indigentes y alienados, diputaciones enviadas al rey para solucionar asuntos del país y, en general, el presupuesto de gastos públicos de un país pobre y en tiempos pobres. De ahí la preocupación del Biltzar de no aumentar las cargas que pesaban sobre Lab. La lucha contra el establecimiento de nuevos impuestos, y sobre todo contra las intromisiones del fisco real, fue enérgica y decidida. Una de estas filtraciones del presupuesto francés en el laburdino fue el del monopolio del tabaco. La falta de recursos explica la oposición tenaz a toda nueva propuesta de gastos públicos, como el rechazo al de reparar el puente de Cambo, la proyectada nueva ruta entre Bayona y Bidache, la propuesta de imprimir el libro titulado Laburdiri Escouararen Hastapena, compuesto en latín y vasco por el Dr. Etcheberry de Sara, etc.