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Carnavales de Gipuzkoa

Los disfrazados, y los que no lo estaban, encontraban en el baile uno de los momentos de mayor diversión. "Suelto" y "agarra(d)o" se sucedían en la plaza, ante la expectante mirada de los niños y los más ancianos. No había ningún tipo de distinción y los jóvenes de ambos sexos se afanaban, al igual que en otras fechas del año, por entablar conversación y finalizar el Martes de Carnaval con un buen baile que les dejara saciados hasta su vuelta el Domingo de Pascua de Resurrección. Durante la Cuaresma el baile quedaba prohibido.

Sin embargo, mientras las Jotas, las Kalejiras o los Valses, no diferenciaban entre sexos y edad, las danzas propias de determinadas poblaciones indicaban un festejo característico, donde se reunían coreografía, cuestación y donativo.

Cuestación que, generalmente, la realizaban los jóvenes varones. Así tenemos como en Abaltzisketa, antiguamente el Domingo y Lunes de Carnaval, pasando a ser el domingo en su recuperación, el grupo de dantzaris (danzantes), conocidos por txantxoak, nombre realmente que define a los disfrazados en la zona, se dedican a recorrer los caseríos y centro del núcleo, ejecutando una Makil Dantza. Son acompañados por el músico, o músicos: uno o más acordeonistas. Danza sencilla y muy similar es la realizada en el vecino pueblo de Amezketa, donde es conocida por Talai Dantza.

La mayor diferencia entre las dos danzas realizadas es la vestimenta. Mientras en Abaltzisketa, van vestidos de blanco, con mantones sobre los hombros, txapela (boina) roja con bordados y abarcas de cuero, en Amezketa, se pasean con pantalón azul, camisa blanca, txapela negra y abarcas de goma.

Recogen productos y dinero, que les servirá para realizar una o varias comidas y cenas. En otros tiempos se acercaban a Tolosa para finalizar la ronda, celebrarlo con una comida y asistir al baile del Martes de Carnaval. El ejemplo de lo realizado en estas dos localidades nos ofrece una visión fácilmente traspolada a otras.

Pero si de ciclo coreográfico de estas fechas hablamos, no podemos olvidar el de Lizartza: Paseo Dantza, Lehenengoa, Bigarrena, Seigarrena, Ostiko Dantza, Etxe Dantza, Lau Ostiko Dantza, Makil Dantza y Bloke Dantza. Eran realizadas por los componentes del cortejo que vestían con mantones sobre los hombros, palos y broqueles: zaldidunak, kamareroak, kapitana, sargento y dantzaris.

Algunas de las danzas citadas sirven de repertorio durante el recorrido por los barrios, en el que son acompañados por un burro que les sirve a los postulantes para, en sus alforjas, introducir los obsequios de los "casheros".

Animal que, en Irun, tiene idéntico cometido cuando, desde San Marcial hasta el B.º Behobia, el grupo de danzas mixto recorre andando y danzando delante de cada casa: Jota, Arin-arin y Biribilketak. Un segundo grupo recorre el B.º Meaka, lugar donde se sienten muy orgullosos por mantener viva la tradición carnavalesca, incluso durante la posguerra. Y un tercero, Olaberria.

Pero volvamos a la plaza, lugar destinado por antonomasia al baile y la danza donde se ejecutaba la tan extendida Soka Dantza o Dantza Soka, o Gizon Dantza. En algunas localidades no se danzaba una, sino varias. De esta forma, los jóvenes de ambos sexos, pasaban gran parte de la tarde.