Kontzeptua

Ogia (1993ko bertsioa)

El pan está relacionado con diversos mitos del País Vasco, como los de la mujer que, por su asistencia de buena vecindad, es obsequiada por los gentiles de Santimamiñe y por las lamias de Laminzilo, de Zugarramurdi, de Buztanogi, etc. Ver LAMIN. El pan ha sido considerado como objeto dotado de virtudes místicas en determinadas circunstancias, o ha sido rodeado de atenciones especiales -supersticiosas o religiosas- en otros casos. Bastante conocido es el diálogo del pan de trigo y de la borona de maíz: Ezta garia bezelako belarrik dijo el pan; ni nizan lekuan ez da goserik dijo la borona («No hay yerba como el el trigo» dijo el pan; «No hay hambre donde yo estoy», dijo la borona). El pan, tanto de trigo como de maíz y de centeno, se ha cocido generalmente en hornos. Pero los talos o pastillas de maíz se tuestan sobre el fuego en paleta de hierro. También se hacen bollos con masa de harina de trigo y se cuecen en el rescoldo bajo ceniza (pan subcinericio), como también se cuecen los panes bajo el rescoldo del hogar en cazoletas tapadas con cubierta metálica. Los lunes y sábados son considerados como días más propicios para elaborar el pan. El día de Santa Agueda no se cocía pan ni se hacía colada en algunos sitios. Al pan que durante la cena de Nochebuena (ver NAVIDAD) ha estado sobre la mesa, atribuyen virtudes especiales en diversos pueblos de Vizcaya y algunos de Guipúzcoa y Alava. En algunos es costumbre tocar con él los cuatro vértices de la mesa, ponerlo en el centro de la misma y hacerlo que lo besen los comensales. Lo guardan después en casa durante todo el año. De él se dice que no se enmohece. Es considerado como remedio preventivo y curativo contra la rabia, como medio para aplacar el mar embravecido, si se lo echa a tiempo, y para tener a raya el río que haya salido de madre y para evitar el pedrisco si es lanzado al aire durante la tormenta. Al pan de pordiosero le atribuyen la virtud de facilitar el aprendizaje de la lengua a los niños que en esto se hallen atrasados. El pan es objeto de diversas observancias. Así, ha sido costumbre besar el pan que se va a dar a un mendigo; se dice que no se debe dejar un cuchillo metido en el pan; tampoco colocar el pan con la base mirando arriba, porque esto causa pena a las almas de los difuntos, o a la Virgen, o al mismo Dios; que el pan caído al suelo debe ser levantado con la mano (no con instrumentos) y darle un beso o mostrarlo al fuego del hogar y comerlo. En otros casos y pueblos a las observaciones precedentes se les ha dado un sentido cristiano mediante la bendición o haciendo del pan un símbolo cristiano. Así, se dice que el pan bendecido el día de San Blas, o todo pan bendito, no se enmohece; que el perro o el gato que lo coman, no se ponen rabiosos; que el pan de Pascua se regala a ahijados, no se enmohece, mata a los perros y gatos que lo comen, hay que echarlo al agua donde se halle ahogada una persona; que tampoco se enmohece durante un año el pan bendecido el día siguiente a la fiesta de la Candelaria; que el perro rabioso que coma pan bendito, no muerde a ninguno, o que muere luego; que el pan bendecido en la iglesia el día de Santa Agueda se guarda en el llar del hogar a fin de preservar de todo incendio la casa. El pan es una de las ofrendas más utilizadas en los ritos fúnebres. En los entierros una joven vecina del difunto llevaba hasta hace poco en el cortejo fúnebre una cesta llena de panes sobre su cabeza y luego la depositaba sobre la sepultura o yarleku propio de la casa mortuoria. Tales panes, olatak, eran de tres picos o, alguna vez, de cuatro: semejaban suásticas y triskeles. Esa costumbre de ofrendar panes en la iglesia con motivo de las exequias, ha llegado en algunos sitios asociada a la creencia de que sirven de alimento a los muertos, del mismo modo que la costumbre de encender luces sobre las sepulturas aparece en algunos pueblos ligada con la creencia de que tales luces alumbran a los muertos en el otro mundo.

José Miguel de BARANDIARÁN