Concepto

Cinematografía vasca

En los primeros años del XXI la cinematografía vasca ha mantenido, a pesar de los problemas de infraestructuras -la gran asignatura pendiente en la historia del cine vasco- y de la constante fuga de talentos a otros lugares, un nivel realmente alto.

Películas realizadas por vascos con producción autóctona o foránea como Yoyes (2000) de Helena Taberna, Silencio roto ( 2001) de Montxo Armendáriz, Lucia y el sexo (2001) de Julio Medem, La caja 507 (2001) de Enrique Urbizu, La vida mancha (2002) de Enrique Urbizu, 800 balas (2002) de Álex de la Iglesia, La pelota vasca (2003) de Julio Medem, Frío sol de invierno (2004) de Pablo Malo, Obaba (2005) de Montxo Armendáriz, Bosque de sombras (2006) de Koldo Serra o Bajo las estrellas (2007) de Félix Viscarret, por citar unas pocas, demuestran el elevado nivel al que se ha llegado tras años de travesía en el desierto.

Incluso el euskera, a veces el gran olvidado dentro de la cinematografía vasca, ha cobrado un gran impulso con el estreno, entre 2005 y 2007, de tres exitosos largometrajes rodados en esta lengua; Aupa Etxebeste! (2005) de Telmo Esnal y Asier Altuna, Kutsidazu bidea, Ixabel (2006) de Fernando Bernues y Mireia Gabilondo y Eutsi! (2007) de Alberto Gorritiberea. Nuevos pasos que se unen a otros dados antes en la lucha por integrar el euskera en el discurso cinematográfico.

Y la apuesta cinematográfica continúa, a pesar de todos los obstáculos, cobrando formas variadas. Los éxitos de taquilla protagonizados por cineastas vascos siguen siendo una agradable noticia. Ahí están los casos de La carta esférica (2007) de Imanol Uribe, Caótica Ana (2007) de Julio Medem, Los crímenes de Oxford (2008) de Alex de la Iglesia, -la película más taquillera del cine español en 2008- o Pagafantas (2009) de Borja Cobeaga. Hay un rebrote de cine intimista con obras valiosas como Un poco de chocolate (2008) de Aitzol Aramaio, Cosmos (2007) de Diego Fandos o La máquina de pintar nubes (2009) de Patxo Telleria y Aitor Mazo. La violencia política ha vuelto a tomar protagonismo en los últimos años. Ya sea por el tema de la Guerra Civil en el País Vasco -La buena nueva (2008) de Helena Taberna- o por el tema de ETA, -La casa de mi padre (2008) de Gorka Merchán o Zorion perfektua (2009) de Jabi Elortegi-. Y el tímido empujón dado a un cine euskaldun entre 2005 y 2007 se ha prolongado con apuestas importantes. Son los casos de la ya citada Zorion perfektua (2009), de Sukalde kontuak (2009) de Aizpea Goenaga o de Ander (2009) de Roberto Castón, primera película de temática homosexual rodada en euskera que ha obtenido importantes galardones como el premio CICAE en el Festival de Berlín, los premios cosechados en la XII edición del Festival Punta del Este o el Premio Lux del Parlamento Europeo. Patxi Barco y Ángel Amigo, además, se embarcaron en 2009 en el rodaje de Dragoi ehiztaria, la película más cara de la historia del cine hablado en euskera.

El cine del País Vasco no acaba aquí desde luego. Va mucho más allá de esta colección de películas. Porque aparte de los directores citados, a los actores surgidos en los ochenta hay que unir ahora nombres que inician sus carreras o despuntan en los noventa como Karra Elejalde, Anabel Alonso, Martxelo Rubio, Alex Angulo, Aizpea Goenaga, Leire Berrocal, Jon Gabella, Saturnino García, Elena Irureta, Najwa Nimri, Barbara Goenaga, Unax Ugalde, Txema Blasco, Paco Sagarzazu, Mariví Bilbao, Ane Gabarain, Kandido Uranga, Joseba Apaolaza, José Ramón Soroiz, Isidoro Fernández, Marta Etura, Ramón Agirre, Aitor Mazo, Aitor Merino, Carlos Zabala... del mismo modo muchos técnicos cinematográficos surgidos del cine de Euskadi en los noventa son cineastas de primera fila en el cine español e incluso en otras cinematografías. Sobresalen directores artísticos como Mikel Aranburuzabala, José Luis Arrizabalaga, Biaffra o Satur Idarreta. Nuevos directores de fotografía como Kiko de la Rica, Aitor Mantxola o Flavio Martínez Laviano. Guionistas como Michel Gaztambide, Luis Marías o Jorge Guerricaechevarria.

Además, lejos de aquellos días de penurias en que rodar un cortometraje dentro del País Vasco casi era una proeza, los cineastas vascos no sólo han logrado romper con esa dinámica sino que ahora es cada vez más frecuente ver a artistas vascos trabajando con estrellas internacionales, compitiendo en prestigiosos certámenes e incluso optando a prestigiosos galardones como el Oscar. Siguiendo el ejemplo de los pioneros que viajaron a Hollywood como Juan de Landa, Conchita Montenegro o Harry d'Abbadie otros vascos se han codeado con lo más granado del séptimo arte mundial.

Un caso insólito es el de José María Ochoa ayudante de dirección en su larga carrera de directores como Orson Welles, King Vidor, Joseph L. Mankievicz, David Lean o Robert Zemeckis. El director de fotografía Juan A. Ruiz Anchía trabaja de manera estable en la meca del cine haciéndose cargo de la dirección de fotografía de películas de directores como Andrei Konchalovsky, David Mammet o James Foley. Javier Aguirresarobe, tras consolidarse como el mejor director de fotografía del cine hispano, ha iniciado una trepidante aventura cinematográfica internacional. Sus trabajos con Woody Allen o Milos Forman en territorio español y su salto posterior a Hollywood haciéndose cargo de la fotografía de importantes producciones como The Road-La carretera (2009) de John Hillcoat, La saga Crepúsculo: Luna Nueva (2009) de Chris Weitz o La saga Crepúsculo: Eclipse (2010) de David Slade así lo confirman. Iñaki Núñez coprodujo en 1999 La novena puerta, con dirección del genio polaco de origen judío Roman Polanski. La actriz americana Rosie Perez protagonizó Perdita Durango, película rodada en Estados Unidos por Alex de la Iglesia. Los hermanos Ibarretxe contaron en su película Sabotage! con actores como Stephen Fry y Dominique Pinon. En Bosque de sombras (2006), primer largometraje de Koldo Serra, el papel protagonista lo encarnó Gary Oldman. Y Luis Berdejo, un cortometrajista salido del programa Kimuak, fue contratado en 2007 para rodar en Hollywood un proyecto protagonizado por Kevin Kostner The New Daughter, estrenado en Estados Unidos en 2009... ...

Y luego está el tema de las nominaciones al Oscar. Un tema anecdótico pero que es indicativo del nivel que poco a poco ha ido ganando el cine vasco. Durante mucho tiempo la nominación de Harry d'Abbadie al Oscar al Mejor Guión Original con Laughter (1930) quedó en la historia del cine del País Vasco como una extraña rareza. Era lógico que así fuera dada la situación del cine en Euskal Herria. Conforme el séptimo arte se ha ido desarrollando la situación ha cambiado hasta lograr cotas ni siquiera soñadas antes. Ahí está la nominación al Oscar lograda por Montxo Armendáriz con Secretos del Corazón (1997). O las nominaciones al Oscar al mejor cortometraje obtenidas por directores salidos del programa Kimuak; son los casos de 7:35 de la mañana (2003) de Nacho Vigalondo y Éramos pocos (2005) de Borja Cobeaga. Y el compositor Alberto Iglesias logró también dos nominaciones al Oscar; una por su excelente partitura en la producción internacional El jardinero fiel (2005) de Fernando Meirelles y otra por la banda sonora de The Kite Runner-Cometas en el cielo (2007) de Marc Forster.

A pesar de los problemas de identidad y de la lucha continua en pos de unas infraestructuras dignas no cabe duda de que la cinematografía vasca lleva ya años convertida en un foco referencial ineludible para la cultura de Euskal Herria.