Léxico

ARISTOCRACIA

Conclusiones. La Aristocracia vasca vio, pues, agotadas sus oportunidades y posibilidades para constituirse en la clase dirigente del País. La conquista de Nav. y las vicisitudes habidas en las demás regiones vascas, llevaron a la clase aristocrática a tomar dos derroteros: 1. - Salir fuera del País, polarizándose en torno al monarca absoluto de Madrid o París, adquiriendo en su servicio nuevos títulos y propiedades fuera del País. De esta forma, parte de nuestra aristocracia se desgaja de la sociedad vasca, cesando su influencia política en nuestra tierra y paralizando el ritmo de crecimiento de sus explotaciones agrícolas en ella. 2.-Pasar a formar parte, por enlace matrimonial o cambio radical en su modo de existencia, de la burguesía comercial existente sobre todo en las villas comerciales de la costa. De esta forma los parientes mayores participan en las actividades industriales y comerciales de la época, movidos por la idea de beneficio económico que sus inversiones en la producción y el comercio podían depararles. Desde entonces su inserción en la burguesía comercial y en el modo de producción burgués es clara. Desde los tiempos más remotos ya nos encontramos con parientes mayores propietarios de ferrerías, es decir, que no existía en tierra vasca la opinión, común en Castilla y otros lugares europeos, de que era deshonroso para un noble dedicarse a actividades mercantiles o productivas. Sin embargo data de la destrucción de los linajes la tendencia a participar en el beneficio comercial. Desde el s. XV, importantes parientes mayores vizcaínos invierten gran parte de la plusvalía obtenida en sus caseríos, iglesias y ferrerías, en las empresas de comerciantes y armadores de Bilbao. Por otra parte, los segundones de los linajes pasan a vivir a las villas, donde la hidalguía general imponía como sólo signo de diferenciación social la potencia económica. Se constituye así una clase que Caro Baroja compara a la «gentry» inglesa «constituida por familias adineradas, de linaje más o menos oscuro y mezclado, que aumentan su dinero, generación tras generación y que viven muy holgadamente, usando todos los adelantos y modas del momento». Clase amalgamada de elementos diversos, nobleza «de espada», nobleza «de toga», burgueses ennoblecidos, grandes armadores y comerciantes..., etc. La analogía con la clase dirigente británica es exacta, pues tiene en común con ella varios aspectos: a) Ausencia de una aristocracia terrateniente pura como en Francia. b) Inversión de la plusvalía obtenida en el comercio en bienes raíces. c) Explotación de estos bienes con criterios de rentabilidad inmediata. d) Actividad y dinamismo que impidieron la creación de una capa burguesa inactiva, como entre la burguesía francesa, que vive de las rentas acumuladas por la generación anterior. e) Un cierto sabor rural. f) Su adhesión a ciertos bienes reverenciales, propios de las aristocracias terratenientes de otros climas, circunstancia que impidió el desarrollo temprano de una ideología de claro color burgués que limitó el impulso de esta clase, retrasando la revolución burguesa y lanzándola al compromiso político con la aristocracia terrateniente de Castilla y Andalucía. Ya desde el s. XVI viene concentrándose la propiedad de los caseros en muy pocas manos, dando origen a que sólo una pequeña proporción de los caseros fuera propietaria de sus caseríos. Se estima que a finales del s. XVIII un 85% de los caseros guipuzcoanos eran inquilinos de sus viviendas. El crecimiento del poder económico de esta clase hizo factible su preponderancia económica. Desde finales del XVII se trata de elevar la cifra de las condiciones de riqueza que el Fuero imponía para ser elector y elegido en los cargos municipales. En Guip. este proceso de limitación de las personas capaces de desempeñar cargos públicos se observa en las Ordenanzas de 1533 y 1552 y sus reformas de 1639, 1695, 1705 y 1735·De esta forma «el mando concejil iba quedando vinculado a un número cada vez más restringido de personas, turnándose pacíficamente. Era la clase de los caballeros o pelucas, así motejados por el pueblo por la moda francesa del peinado postizo» (I. Gurruchaga). Así, en Azpeitia, hacia 1705, se reunían solamente 40 vecinos concejantes, en tanto que en plena Edad Media era de 300 el número de vecinos concejantes, para una población de aproximadamente la mitad de habitantes. La legislación, tanto provincial como municipal es, a partir de entonces, un simple instrumento político en beneficio de esta clase, como lo demuestran las distintas Ordenanzas de 1794, 1796, 1808 y 1833 sobre la extensión de los cultivos (v. AGRICULTORES). La animadversión del pueblo hacia esta clase se pone de manifiesto en el movimiento de Vizc. de 1632, en el que la cólera popular se dirigió contra los Jauntxos o caballeros, por considerar existía un acuerdo entre ellos y el teniente corregidor para aumentar las exacciones pidiendo «que de allí en adelante fuesen del Gobierno (de Vizc.) los de capote y lanza (el pueblo) que eran los verdaderos vizcaínos y defensores de la patria» (Labayru). Análogamente, en el movimiento popular de la «Matxinada» guipuzcoana de 1766, el odio popular está dirigido contra los aundikis. El miedo que entre jauntxos y burgueses despertó este movimiento popular se pone de manifiesto en su participación en la represión del mismo. De la misma forma que en la «Zamacolada» de 1804, en la que un autor anónimo señala la alianza entre Jaunes y Horteras (comerciantes), durante la matxinada son los «caballeros y gente que tenían qué perder... amedrentados y temerosos de cosas mayores, porque la gente común estaba orgullosa y lo mandaba o quería mandar todo a su gusto..., los que instaron al comandante de San Sebastián para que enviase tropa que pudiera contener a la gente» (Manuscrito de la época citado por I. Gurruchaga). San Sebastián, ciudad comerciante contra la que también iban dirigidas las iras populares, proporcionó más de 1.000 voluntarios que se sumaron a las tropas del Gobierno, con el alcalde al frente. «En el trayecto fueron agregándose varios caballeros y personas principales, entre ellos los marqueses de San Millán y Narros y el conde de Peñaflorida» (I. Gurruchaga). Tenemos, pues, a lo más florido de los miembros de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, o «Caballeritos de Azcoitia», sumados al aparato de represión popular. Circunstancia que más que cualquier análisis abstracto, ayuda a revelar el carácter de clase de la citada sociedad y la ambigüedad de sus pretensiones de representantes de los intereses del País en general. Todo ello nos demuestra taxativamente el carácter burgués de esta clase social; lo que podía quedar de la antigua aristocracia un siglo antes, se ha esfumado a finales del XVIII. Tanto la «Zamacolada» como la «Matxinada» , no son sino los prolegómenos del conflicto civil que estallara en 1836. Veremos que los sucesores de los «matxinos» serán carlistas, y los protagonistas de su represión liberales; la base de clase continúa siendo la misma. Los jauntxos o aundikis se verán desde entonces totalmente integrados a la potente burguesía comercial, única vencedora del conflicto, desapareciendo como tal clase, si bien algunos de sus constituyentes continuaran figurando entre los principales detentadores del poder político y económico hasta bien avanzada la Edad Contemporánea.

José Antonio AYESTARÁN LECUONA