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CRUZADA

Primera Cruzada (1096-1099). La predica Urbano II en el Concilio de Clermont (18 nov. 1095). Se pretende liberar Jerusalén del poder de los turcos y sarracenos, que la habían tomado en sus luchas contra Palestina. El Papa en su exhortación se lamentaba vivamente de que los peregrinos no pudieran acudir a orar en los sagrados lugares. Tomaban parte Godofredo de Bouillon (Duque de Lorena), Raimundo de Saint-Gilles (Conde de Tolosa), Hugo de Vermandois (hermano del rey de Francia) y el Duque de Normandía, el Conde de Flandes, el Príncipe de Tarento y el Infante Ramiro de Navarra. Este infante había conquistado Valencia a los musulmanes, junto con el Cid Campeador. A esta primera Cruzada concurrieron entre otros caballeros, Aznar Fommez de Etalar (muerto en Palestina), Juan Cruzat, el tío del Infante, don Guevara; Fortuño y Sancho Iñíguez, Aznar Garcéa, el Conde Gastón del Bearne. De este conde cuenta el historiador Taine que «se adelantó para efectuar el reconocimiento de Jerusalén y construye las máquinas de asedio; pasaba -dice- por uno de los más sabios en el Concejo y fue el primero en izar en las murallas el pendón de las vacas del Bearne». Es legendaria la participación de cien baztaneses mandados por Enrique de Baztán o Bazán. Lope de Vega cantó su hazaña:«caballos ferocísimos regían, y aunque con armas de diversos modos mostraban los encaquea de los sayos que del sol de Bazán se llaman rayos». (Jerusalén conquistada, 1609, lib. ;4.°) Otro de los capitanes de la cruzada fue el navarro Saturnino de Lasterra, de Artajona. El ejército de Godofredo siguió la ruta del Danubio, pasando por Ratisbona, Kiena, Bole, Adrianápolis y Constantinopla. Los navarros salieron antes del 25 de noviembre de 1096, llegaron a Lyon, donde se incorporaron al núcleo de Raimundo de Tolosa, y en compañía de Adhemar, legado pontificio. Pasaron por Ginebra, los Alpes Peninos, llegaron a Ivrea, en el norte de Italia (Lombardía). Descendieron hasta el sur de Milán, continuando en esa dirección, por Brescia y Verona, hasta el Adriático, en Venecia, desde donde marcharon por Aquileya, rodeando la costa del Adriático para penetrar por la comarca montañosa de Iliria hasta Zara, capital de la Dalmacia. Continuando su ruta entraron en Albania y en Durazzo para internarse por la Macedonia (Grecia) hasta llegar a Salónica, el norte del mar Egeo y por la costa, suavemente, hasta Constantinopla. Reunidos los dos ejércitos y un tercero, el de Bohemundo, que llegó de Sicilia, bajo el mando de Godofredo de Bouhllon, después de una serie de incidentes con el Emperador Alejo de Constantinopla. Pasaron al otro lado del Bósforo (1097) llegando a Crisópolis (Scutari). Ya en Asia Menor, penetraron por las orillas del Mármara hasta Ismid, encaminando sus pasos hacia Nicea, ciudad de anchos fosos y de una doble muralla, que coronaban trescientas sesenta torres que los turcos habían construido por capitalidad. El ejército cruzado (un tercio de millón de hombres) inició el cerco de Nicea, que cayó en su poder el 19 de junio de 1097, con la derrota del sultán Kilidsch Arslan. De allísiguió hacia el interior, por la Frigia, siguiendo un camino romano paralelo al río Sakaria, internándose entre dos cadenas de montañas en dirección a la llanura desértica y salitrosa de Anatolia. El 27 de junio el ejército se dividió en dos divisiones alejadas unas dos millas una de otra. La de Godofredo de Boullión llevaba consigo a los cruzados navarros. El primer cuerpo de ejército fue sorprendido por los turcos cerca de Dorilea, en el Valle de Gorgoni. Cuando la segunda división se enteró que la caballería enemiga había atrapado a las gentes del Duque de Normandía, emprendió la acción de socorro. La embestida desarticuló al enemigo, que emprendió la retirada. Dorile cayó en poder de los cruzados el 1 de julio de 1907. Se produjo entonces un obligado descanso bélico, hasta que se dio la orden de avanzar por las orillas del desierto salitroso. Luego se internaron por los macizos montañosos hasta llegar a una llanura fértil que termina en Iconio (Konia actual), en las proximidades de monte Tauro, macizo de 2.000 m. de altura, que forma una cordillera casi infranqueable. Sobrepasada Konia, entraron en la zona de Kara Dagh, rodeada de la montaña Negra. En Heraclea, delante del Tauro, hubo nuevas luchas de hostigamiento. Pero los cruzados en vez de ir hacia el Tauro de Cilicia, se internaron más al Noroeste, llegando a las últimas estribaciones del monte Argeo, de 4.000 m. y a la antigua Cesárea, al pie del pico citado. Desde allí fueron bordeando las estribaciones del Antitauro, hasta colocarse en la vertiente sur del mismo para enfilar la ruta del río Pyramus (hoy Dyihan) y llegar a la llanura, entre Zeitun y Marash, desde donde Balduino de Boulogne se retiraba de la Cruzada para internarse por la Mesopotamia en la región del Eufrates y para constituir un territorio armenio y kurdistano, el Condano de Edesa, manifestación bien clara del espíritu feudal que inspiraba a los jefes cruzados. La columna de Godofredo y por tanto los navarros, continuó hacia el sur de Marask; cruzando la llanada y penetraron en Siria por la cuenca del Orontes, dejando a su izquierda Alepo, camino de Antioquía, que desde 635 se hallaba en poder de los musulmanes. Empleó Godofredo cerca de un año en tomar Antioquía, fortificada con castillos, murallas y cuatrocientas cincuenta torres y las montañas que la rodean. El 21 de octubre de 1097 se hallaban acampados los cruzados ante la ciudad. Los sitiados intentaron una salida pero fueron rechazados. Los cruzados se fueron aproximando a las murallas montando sus fortines. Fue rechazada otra salida más importante que la anterior. El 3 de junio de 1098 los asediantes lograron irrumpir en las fortificaciones y entrar en la ciudad, que en su mayor parte era cristiana. Un poderoso ejército de auxilio llegó para ayudar a los musulmanes de la ciudad. La batalla tuvo lugar el 28 de junio de 1098, con la huida de los musulmanes. Hasta enero de 1099 no se renovó la marcha. Desde Marrat, recién conquistada, los cruzados se encaminaron hacia el sur, tomando el castillo de los kurdos, caminando después hacia la costa de Trípoli, donde se les sometió el rey árabe. La lucha siguió por la costa del Líbano. Continuaron por Tortosa (mayo 1099) llegando al fin al puerto de Trípoli para encaminarse desde allí a Beirut, que tomaron sin dificultad. Desde allí a Sidón y luego a la antigua ciudad de Tiro, y por último a Cesárea. Aquí descansaron las huestes de Raimundo de Tolosa y Ramiro de Navarra. Dada la orden de avance llegaron a Arsuf, enfilando luego hacia el Este, camino de las mesetas próximas de Judea, que había de llevarles a la Ciudad Santa. Pero no continuaron directamente sino que se quedaron en Ramlek y Leydda, la primera como cuartel general de los cruzados, a unos 37 km. de Jerusalén. La ciudad estaba totalmente defendida y perfectamente amurallada. Acamparon ante ella el 7 de junio de 1099. Cada grupo de ejército tomó una puerta de la Ciudad Santa, una vez cercada ésta. Raimundo de Tolosa, en la extremidad meridional, donde había colocado varias torres móviles y sus catapultas, mientras que a Godofredo le tocó la del Oeste, por cuya parte, conocida por Puerta de Jaffra, entraron los primeros asaltantes el 15 de julio de dicho año. Una vez en la ciudad, quedó instaurado un régimen monárquico con Godofredo I. El Infante Ramiro de Navarra, hermano del rey Sancho el de Peñalén, regresó de Palestina victorioso con el pensamiento fijo en conmemorar la gesta levantando una iglesia. En su testamento, otorgado en 1110, encomienda a su amigo Virila que edifique una iglesia en honor a la Virgen María, en recuerdo a su peregrinación a Jerusalén. Otro de los cruzados, Saturnino Lasterra, deja un relicario, la imagen de la Virgen de Artajona, conocida por Ntra. Sra. de Jerusalén.