Concept

Serora

Al igual que en las parroquias les correspondía la salvaguarda de las creencias relacionadas con el culto de los antepasados y las ceremonias fúnebres, en las ermitas, santuarios, albergues y hospitales, preservaban las creencias y ritos relacionados con las enfermedades y la curación (curación de niños y de dolores de oído, cabeza, muelas..., rituales de protección, etc.). A veces, además de en las ermitas, también se realizaban alrededor de fuentes, árboles, piedras o determinadas cuevas, junto con cultos sincréticos de los santos y la Virgen María. Del mismo modo, dentro del culto a los antepasados, también se incluían varios elementos de origen pagano. Ello se puede ver, entre otros, en las simbologías y creencias referentes al fuego y las ofrendas de pan que se hacían en las tumbas. Las seroras también tomaban parte de las creencias relacionadas a las campanas. Dentro de su función de campaneras, tenían que "conjurar" las tormentas para combatir a los diablos y genios maléficos que las creaban (Aidegaxto, Mari, Odei, etc.). Estos aspectos de la religiosidad popular, sobre todo en lo que respecta a las seroras de las villas, convivió durante un tiempo con las directrices de la religión oficial de la Edad Moderna. convertió en el modelo de religiosidad para las mujeres. Precisamente a consecuencia de esas influencias y vínculos, en ocasiones las seroras vestían hábitos de órdenes religiosas (franciscanos, dominicos y carmelitas, entre otros). También durante la Edad Media y la Edad Moderna, podemos encontrar indicios de heterodoxia o divergencia en la religión. Ejemplo de ello son las diferentes creencias sobre el don de curación de la beata Juana de Arriaran, fundadora del santuario de Arantzazu (hubo casos parecidos entre las beatas de Castilla, que fueron perseguidas por la Inquisición), y la figura de la Virgen María que custodiaban las seroras en la ermita de la Santa María (o San Blas) de Murinondo (Vergara, Gipuzkoa), la cual fue rechazada y destruida (Gerson, 1363-1425; Molanus, 1568) por los teólogos por mantener cierta iconografía de la trinidad prohibida por el Papa Benedicto XIV en 1745 (esta iconografía coloca al Dios Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en el vientre de la Virgen María, y, según los partidarios de la prohibición, ello podría conllevar a una interpretación errónea de que la Virgen es la creadora de la trinidad).