Lexique

NAIPE

El naipe en Vasconia. Se desconoce la fecha de introducción del naipe en el Reino de Navarra. Habría Ilegado probablemente de Aragón procedente de Cataluña o Valencia. En el País Vasco de Francia los fabricantes de juegos de cartas eran lo bastante numerosos en Bayona como para formar una corporación. No conocemos nada de esta interesante industria en la ciudad de Bayona, ya que los documentos que trataban de ellos desaparecieron en el incendio de los archivos de 1889. El juego de naipes, en especial el denominado lansquenet, tuvo un gran éxito. Pamplona obtuvo, por los años 1630, el privilegio del estanco del naipe en favor de su Santo Hospital. Ya antes, las Cortes de Navarra celebradas en 1621, habían demandado a la Corona la obtención de este privilegio. Las razones aducidas en pro de su petición, pueden verse en el reverente y bien meditado escrito que en 1.° de marzo de 1630 los «honrados, discretos sesudos, bien amados y magníficos señores» encargados del gobierno y administración del Hospital de Navarra elevaron a su Católica Majestad: «... en este Hospital se curan todo género de enfermedades, acudiendo a éstas y al albergue y regalo de los enfermos con toda puntualidad y cuidado, con grandísimo gasto, de suerte, que montando la renta del Hospital ochocientos ducados se gastan todos los años de cinco a seis mil por el mucho número de pobres y las limosnas van faltando, de suerte que el dicho Hospital debe hoy más de ocho mil ducados, y si no se pone remedio habrá de cerrarse, con lo que faltará un socorro y piedad tan importante a los asilados y demás pobres de éste y los demás reynos que perecerían y se hallarían muertos por las calles, con grandísimo desconsuelo de todos, no solamente de esta Ciudad, sino de todo el Reyno». Hay que advertir que no había entonces Hospital Militar, y los soldados, que por regla general en aquella época se encontraban en la más triste miseria, tenían que ser acogidos en el Hospital General de Pamplona. «Esta grande necesidad, -continuaban los directores- se podría socorrer concediendo al Hospital el estanco de los naipes de todo género que se hayan de gastar en todo este Reyno, con que el precio de toda baraja no haya de subir de cinco cuartillos, en consideración que siempre ha valido más de tres, y por la falta hoy vale más; y como este expediente cae sobre lo menos importante y ricos y holgazanes, no puede ser penoso y cuando lo fuere el precio es muy barato y la necesidad grandísima». Ya desde entonces vemos aparecer en las cuentas del. Santo Hospital lo que rendía el estanco del naipe. Se sacaba a subasta su venta por espacio de tres años y venía a producir el arriendo, sobre poco más o menos, una renta de novecientos sesenta ducados al semestre. Bajó bastante este ingreso hacia los años de 1690 y siguientes, pues los naipes fabricados en Pamplona, además de ser de muy mala calidad, resultaban más caros que los fabricados en otros reinos; así es que había un gran contrabando de naipes traídos de Francia y Aragón. En vista de lo cual, la subasta del estanco bajó considerablemente; por lo que, los administradores del Hospital acordaron en sesión del 19 de diciembre de 1699 quitar de la fábrica del naipe a la viuda del Juan del Hostal y hacer venir de Verona un maestro práctico en la materia. Los naipes pamploneses más antiguos que conocemos, son del año 1688. Se trata de una baraja muy incompleta de dibujo rudimentario y papel de muy baja calidad. Se conservan barajas sueltas del siglo XVIII y principios del siguiente y en las cuentas del Hospital, casi todos los fabricantes que aparecen son extranjeros. El último naipero que desarrolló su arte y tareas a las órdenes del Hospital, fue Pedro Dunad en 1830. Una vez que Navarra perdió su categoría de reino para ser la 32 provincia española, en orden alfabético, perdió su Hospital el privilegio del estanco del naipe, y pasó su fabricación y venta a ser reglamentadas en la ley general. El principal naipero del pasado siglo decimonómico fue Donato Cumía que tenía su imprenta y litografía en la calle de Tecenderías. Hasta tiempos muy recientes podía admirarse en la parte superior de la puerta del fabricante Matías Serrano unos naipes pintados, entre los que aparecía un león durmiendo a pierna suelta representativo del As de Oros. Por lo demás, el juego de naipes estuvo a veces restringido, incluso prohibido. Estas prohibiciones redoblaron en el s. XVIII, a ambos lados de la frontera, con penas pecuniarias y corporales. Un edicto de Colbert prohibió el lansquenet. Una ordenanza de 1701 prohibía en Francia los juegos de nominados repeinte, faraón y a la bassesse. A fin de evitar abusos que se habían introducido en las ferias, el Señorío de Vizcaya determinó, a principios de 1787, el imponer una multa de 50 ducados a los taberneros que consintieran el juego de naipes y otras diversiones. Sobre naipes, bolas y otros juegos en las tabernas trata el Fuero de Vizcaya en la Ley 3, tít. 35, y en la Ley 13, tít. 35: «Otrosí, dijeron: Que acerca de los juegos, en que se juega dinero seco (por muy poca cantidad que jueguen los dichos hombres hijosdalgo, por su pasatiempo), los Jueces ejecutores del dicho Condado, y Señorío, acusan a los tales jugadores de las penas de las Leyes de estos reinos, y de ello los vizcaínos recibían mucha fatiga, y perjuicio. Porque ordenaban y ordenaron, y de aquí adelante querían haber por Ley, y establecían por Fuero, que aunque se hallasen así jugando, o jugasen, o hubiesen jugado hasta en cantidad de dos reales (aunque fuese en dinero seco) no puedan ser acusados, ni denunciados, ni penados, ni ejecutados: salvo si lo tal fuese jugado en taberna, ca por el tal juego de taberna sean punidos, sin embargo de esta Ley». Por cédula del 2 de junio de 1756, Fernando VI de Castilla y II de Navarra, prohibió todo género de naipes, embite, dados, tablas, cubiletes, dedales, nueces, correguela, descarga la burra, banca, zacanete, parar, dados y de suerte y azar, bajo las penas que impone sujetando a la jurisdicción ordinaria a los de fuero privilegiado. En 1763, Carlos III de Castilla y VI de Navarra, volvió a prohibir los juegos de «naypes, de embite, dados, tablas, cubiletes, dedales», nueces... etc. Impone al noble la pena de 5 años de destierro y 200 ducados con legal aplicación, y si fuere de menor condición, de cien azotes y cinco años de galeras a remo y sin sueldo. De más está decir que estas disposiciones, pese a haber sido debidamente sobrecarteadas, no se cumplieron. El juego del tresillo fue el más difundido, pero en Euskalerria llegó a originarse un juego peculiar, el mus, que es un juego de naipes y de envite, entre cuatro jugadores agrupados por parejas con baraja española de 40 cartas. Este mus se extendió al País Vasco de Francia llevando consigo la utilización allí de la baraja española que llegó a fabricarse en Bayona (Sacx. 1983). En esta zona la Revolución de 1789 desterró la figura del Rey. Se jugó al mistigri, whist, piquet y en el s. XIX el manille, polignac, rami o bezigue. También es de señalar la aparición moderna de varios naipes vascos con figuras y símbolos alusivos a hechos peculiares de la cultura vasca, como puede constatarse por las ilustraciones de este artículo.