Concept

Identidad Nacional

En el País Vasco, la primera formulación explicita de la identidad nacional se produce con Sabino Arana. Arana fundamenta la identidad nacional en la historia. En ella encuentra elementos diferenciadores que le permiten estructurar su comprensión de la identidad vasca. El punto de partida es el reconocimiento del estado en que se encuentra su patria. La advertencia que abre su trabajo Bizkaya por su Independencia es ya lamento de su país, su ignorancia y situación histórica. Ya antes, en los Pliegos Histórico-Políticos, Arana expresará la profunda decepción que siente por la situación de su país. La historia de Bizkaia repite en el Discurso de Larrazábal, es la historia de su decadencia desde el siglo IX y su progresiva españolización. Ante esta situación los bizkainos admiten consciente o inconscientemente su situación. El resultado es "el menoscabo que ha padecido, así en lo religioso y lo moral como en lo político y lo económico, tanto en su raza como en su lengua". El enemigo es España, ella es la causante de tantos males.

Su disertación histórica irá dirigida a enseñar al bizkaino cuál es su verdadera historia, sus esencias y, a partir de ellas, fundamentar la producción de la conciencia de identidad nacional. El objetivo del intento aranista será la construcción de la identidad nacional, a partir de la interiorización de elementos diferenciales con la conciencia política nacional estatal. Incluso cuando Arana describa los elementos que integran su concepto de Nación se basará en aquellos argumentos (Raza, Lengua, Gobierno y Leyes, Carácter y Costumbres, Personalidad Histórica) que, según su lectura de la realidad, componen el universo diferenciador que trata de hacer consciente. Continuamente su labor histórica estará dirigida a explicar no tanto los hechos objetivos sino, sobre todo, a fundamentar la diferencia, la conciencia vasca del Nosotros.

Los mecanismos históricos, fundamentos de su teoría nacional, van a generar un proceso social de exclusión-inclusión. Exclusión de todos aquellos elementos que desde la óptica aranista enturbian el alma tradicional (La Ley Vieja) que ha regido durante siglos la vida del pueblo vasco. No son admisibles los elementos o mecanismos que se consideran extraños al país. El repaso, al que Arana somete, a la memoria colectiva tiene como objetivo excluir e incorporar, guiado por un proceso sociológico evidentemente arbitrario, pero de significación social indudable. Su posición ante el hecho Estado-nacional tiene pues que ser necesariamente conflictivo. El Estado español es el enemigo, es el Otro enfrentado al Nosotros colectivo y diferencial que Arana teoriza. Por otra parte, es España quien ha impedido, a lo largo del tiempo, la libertad original que el pueblo vasco disfrutaba.

Arana no escapa al proceso general de constitución de toda identidad nacional:

  1. 1. Constatar su crisis.
  2. 2. Buscar culpables.
  3. 3. Reafirmar su necesidad.
  4. 4. Fundamentar su diferencia.

La justificación aranista se apoya:

  1. En la constatación del estado de postración y anomía del pueblo bizkaino que más tarde hará extensible al vasco.
  2. La situación tiene culpables: España y los propios vascos que se han dejado guiar por una senda falsa.
  3. No hay nadie, en esos momentos, que defienda el hecho diferencial vasco.
  4. Es necesario recuperar la identidad nacional porque el pueblo vasco no puede morir.
  5. La fundamentación de esta identidad se encuentra en la memoria colectiva del pueblo que indica las diferencias que separan a éste de España.
  6. Para volver a ser Nosotros necesitamos recuperar nuestra libertad, nuestra independencia.
  7. La recuperación de la independencia se consigue bajo el lema Dios y la Ley Vieja. Dios y la Tradición.
  8. Al servicio de este objetivo están los mecanismos históricos, políticos, jurídicos y lingüísticos que permiten fundamentar el hecho nacional, es decir, la conciencia de la propia identidad.

El creador de la identidad nacional vasca construye su teoría al tratar de dar respuesta a la situación específica de un sector del pueblo vasco; el grupo sobre el que más directamente ha incidido el proceso de transformación operado por la sociedad. Arana fundamenta su obra en el mundo sociosimbólico tradicional. Este sistema de vida presenta como problemática la sociedad nacional del Estado. Esto quiere decir que sectores de la población vasca no perciben como evidente el código de funcionamiento social elaborado por las agencias de socialización central. Es digno de resaltar que el modo como el País Vasco accede a la centralización estatal, es por medio:

  1. 1.° De un proceso progresivo de reducción de los instrumentos políticos, económicos e institucionales que sancionaban el particularismo vasco.
  2. 2.° La derrota militar de la II Carlistada. En este sentido, el Estado español no sigue la metodología revolucionaria francesa, el esquema político inglés o la revolución "desde arriba" prusiana.

La creación del Estado moderno español es fruto, no de una revolución burguesa, sino de un pacto entre sectores burgueses y grupos del antiguo régimen. La consecuencia de la debilidad estructural del Estado-Nación fue la no disolución del universo simbólico tradicional vasco. Esto provocó, en primer lugar, la problematización de la nación española como evidencia social. Segundo, que lo español se comprendió como signo de agresión al orden social que sancionaba la vida tradicional. El corpus teórico sabiniano formula, por una parte, la crisis de la sociedad tradicional, pero, apoyándose en la memoria colectiva, reformula una alternativa para el País Vasco.

Esta situación supone para Sabino Arana dos hechos:

1.- Encuentra con relativa facilidad un soporte social para su "doctrina" porque el código está más o menos disuelto en la conciencia colectiva de los sectores tradicionales.

2.- Una coyuntura problemática para la uniformidad Estado nacional.

Sabino Arana dirigirá su mensaje apoyándose en:

1.- Sectores sociales problematizados por el cambio de la sociedad tradicional a otra urbana e industrial.

2.- Capital simbólico no disuelto por la escasa fuerza de penetración del código de funcionamiento nacional.

Los mecanismos que Arana elabora tienen por objeto producir reconstruyendo la identidad nacional del pueblo vasco. Para llegar a este fin tiene que generar una idea de comunidad vasca. Esta no puede venir del Estado, ni de la nación española, ya que es precisamente España la culpable de la situación del País Vasco. Hay que buscar en la historia pasada, en la tradición, los fundamentos de la comunidad, pues es el propio vasco quien a lo largo de la historia ha ido construyendo su sentido comunitario, su pertenencia a la raza vasca. El código de Arana manipula la referencia estatal, fundamenta la identidad nacional en esta manipulación porque se trata de construir un espacio social minoritario en conflicto con el territorio estatal. Si el Estado traza una frontera y en el interior de ésta todo área que domina es definida como espacio estatal, el nacionalismo vasco intentará producir su propio espacio. Para ello se verá en la necesidad de redefinir los límites dentro de los cuales es comprendido administrativamente y trazará su frontera quebrando la referencia central.

La lógica de la diferencia, es decir, la continua producción de límites y la renovación de la frontera es una consecuencia de esta dinámica. Para que la renovación tenga éxito es imprescindible la creación de elementos antagónicos a los del estado y, sobre todo, estructuras diferenciales que fundamenten la oposición y la interiorización de la diferencia. La significación de la identidad nacional vasca está encuadrada en esta perspectiva. Arana fundamenta su objetivo por medio de una lógica de la diferencia (vascos y españoles) y todo su corpus teórico se funda en esta racionalidad. Esto le posibilita manipular la referencia estatal (idea de comunidad nacional) y trazar una frontera con objeto de producir un espacio vasco. De aquí la continua reformulación de los límites, desde los cuales se piensa lo vasco, y la creación de mecanismos de integración socio-simbólicos que hagan viable la diferencia (fiestas vascas, folklore, idioma, ikurriña, etc.). Se trata de definir lo real desde la quiebra del Estado-Nación como referente y supuesto obligado.

Esta situación tiene como consecuencia una dialéctica conflictiva con el código estatal. Conflicto negativo, ya que para afirmar el espacio vasco tiene que negar la referencia Estado-Nación. No es extraño comprender la dicotomía que Arana establece entre Nosotros y los Otros, la carga peyorativa e incluso insultante que "lo español" tiene para él. Porque para reafirmar su código públicamente tiene que entrar en conflicto con el referente del Otro y el Otro es percibido como el culpable de su situación El concepto de Nación, elaborado por Arana en base a cinco argumentos (Raza, Lengua, Gobierno y Leyes, Tipos y Costumbres y Particularismo histórico) es quizá el núcleo de su obra. Estos cinco elementos son interpretados como signos y símbolos de la diferencia. La significación que Arana da a lo nacional está en función de su objetivo: identidad nacional plena y las variables que elige para explicar su concepto de lo nacional reúnen la significatividad de la diferencia y éste es su máximo valor. No se eligen estos argumentos porque etnológica, histórica o políticamente sean los más objetivos, sino porque se piensa que son los más diferenciados respecto a los segregados desde el Estado.

La significación de la identidad nacional vasca está condicionada por la coyuntura histórica. El paso del tiempo irá quitando radicalismo a la formulación aranista y racionalizando su estrategia política, aunque la base comprensiva de la identidad nacional no varíe sustancialmente. Acentuando más uno u otro elemento, la definición de la identidad nacional, realizada por Sabino Arana, se mantiene a lo largo del tiempo. Aunque en la década de 1930, el nacimiento de ANV y su énfasis en la cuestión social introduce elementos nuevos en la dinámica sociedad vasca. Pero quizá sea el grupo Jagi-Jagi, con su radicalismo verbal y su activismo, quien más contundentemente recobrará el espíritu intransigente aranista. La defensa de la identidad nacional sigue anclada en los rasgos objetivos que diferencian a los vascos de los españoles, por consiguiente todo lo que no sea defensa de estos rasgos se considera desviacionista así como toda intromisión en los asuntos de España.

Es a partir de los años cincuenta -con la entrada en la historia de una nueva generación, que no ha conocido directamente la guerra civil, pero que son hijos de vencidos, socializados en el estigma del derrotado y que perciben los cambios socio-económicos que se están sucediendo-, cuando la defensa de la identidad nacional cobra un nuevo impulso y prepara el cambio que protagonizará, a partir de 1960, ETA. En los escritos del grupo EKIN hay unas claras reminiscencias del pensamiento aranista. En uno de sus cuadernos de formación-Moral de Resistencia Nacional podemos leer:

"Sólo el retorno a las fuentes naturales puede salvar a quienes al perder una y otra, se han convertido en una masa inerte y derrotista, lastre de nuestro pueblo (...). Nuestros valores físicos, sociales y culturales son los medios de que dispone nuestra personalidad nacional para realizarse y expresarse".

El euskera se transforma en factor básico de identidad nacional:

"Educación y expresión del alma nacional mediante el euskera, suma de nuestra cultura, crisol de nuestro pensamiento, oxígeno de nuestra mentalidad".

La identidad nacional encuentra en el euskera el eje que vertebra la diferencialidad vasca. En su nacimiento ETA sigue anclada en las premisas de Arana. Leemos en uno de sus primeros Zutik:

"Partimos de las enseñanzas de Sabino Arana".

La consideración de la identidad nacional bebe del nacionalismo tradicional, aunque releída desde un espíritu regeneracionista, más activo y con ganas de acción. La posterior reinterpretación de ETA quebrará los cimientos aranistas en dos de sus postulados básicos: Confesionalismo y Raza. Si la raza había sido elemento central en la definición de identidad nacional de Arana, en ETA desaparece y es sustituido por la etnia, más cercana a la concepción Lingüístico-cultural que a la biológico-genética. Por ello en su discurso sobre la identidad nacional, el euskera se transforma en eje vertebrador de la diferencialidad vasca. Esta posición obliga a incidir en la consideración de la lengua como factor primordial de la nación vasca.

Quizá sea Federico Krutwig, con su obra Vasconia, el autor que más denota la definición etnicista de la identidad nacional. Para Krutwig la identidad nacional vasca existe en tanto existe la etnia que la fundamenta. Una etnia para ser considerada como tal debe reunir un conjunto de requisitos (Lengua, Mentalidad y Cultura, Religión, Composición racial y Factores económicos, sociales y materiales). De estos elementos la lengua es el más importante. ETA seguirá la definición de Vasconia:

"El euskera es la quinta esencia de Euzkadi: mientras el euskera viva, vivirá Euzkadi".

La identidad nacional se afirma como entidad diferenciada, en base a elementos culturales y lingüísticos. La reproducción de la diferencialidad vasca exigirá mantener la división entre Nosotros (los que comparten la identidad nacional) y los Otros (aquellos que no se reconocen en esta identidad). La identidad nacional vasca se funda sobre una realidad excluyente donde el Nosotros y el Otros están firmemente trazados. A pesar de los cambios acontecidos, a partir de la década de 1970 la definición de la identidad nacional vasca sigue anclada en los atributos objetivos y en el conflicto excluyente con el Otro.