Concept

Identidad Nacional

En los países occidentales existe otra forma de expresión de la identidad nacional contrapuesta a la segregada desde las agencias de socialización central. Es la manifestación nacionalista de las minorías nacionales periféricas, no disueltas por la fuerza del poder socializador del Estado. En ciertos países occidentales estas minorías han formulado una propuesta histórica en conflicto permanente con la identidad nacional estatal. El nacionalismo periférico se constituye, como expresión colectiva, en conflicto permanente con el Estado-Nación. Luego, nacionalismo periférico y Estado-Nación son dos realidades con vidas paralelas, de tal suerte, que el primero no se puede comprender sin comprender el segundo. La identidad que manifiesta el nacionalismo periférico se relaciona con la producción, por parte de la minoría nacional, de una lógica de la diferencialidad, es decir, de marcos de actuación autónomos, que basados en una lectura objetiva y subjetiva de su realidad, problematizan la realidad estado-nacional y construyen un espacio social minoritario, fundando sus acciones sociales en relaciones exclusivas-inclusivas, en base a la dicotomía Nosotros-Otros, donde Nosotros son todos aquellos que comparten el código social nacionalista, mientras los Otros son los sectores que se encuentran enfrente y mantienen con ellos relaciones de alteridad.

Entonces la identidad nacional minoritaria subsiste, en tanto el grupo nacionalista traza una frontera y establece los límites, desde los cuales la realidad minoritaria puede ser pensada distinta, diferente a la estatal. En consecuencia, la identidad nacional, para subsistir como expresión social, necesita construir un espacio social minoritario en el interior del Estado-Nación, ya que la lógica del Estado es uniformizadora. Como la minoría nacional ha creado un sentimiento de pertenencia y desea un espacio público para sus iniciativas y cuando éste existe es equivalente al territorio estado nacional, la forma de mantener su Volfgemeinschaft es problematizando la idea de comunidad estatal. Su mundo de referencia entra necesariamente en conflicto con el producido por el orden central.

Las diferentes expresiones de la identidad nacional minoritaria tienen una larga historia, en algunos casos se retrotraen a la primera mitad del siglo XIX. Todavía en estas fechas no se puede afirmar que existan expresiones estructuradas, si hay manifestaciones de tipo cultural y lingüístico que nos permiten hablar de un prenacionalismo que se presenta como antecedente necesario para las expresiones posteriores. En la fase de surgimiento de la expresión nacionalista, en el interior de los Estados-Nación, las manifestaciones obedecen más a criterios etnocéntricos que nacionalistas. La transformación del primero en el segundo es un cambio cualitativo más amplio y profundo que la mera conciencia de la propia existencia como grupo diferencial. La metamorfosis de uno a otro va unida a un proceso de destrucción de las formas tradicionales de vida. Hay pues una crisis amplia, provocada por la penetración de las instituciones y formas de producción de la sociedad industrial. Inicialmente las expresiones responden a parámetros etnocéntricos de repliegue y aislamiento respecto a las nuevas corrientes sociales, de defensa de los particularismos locales y de oposición a la sociedad industrial. En estos años las minorías se afirman en el renacimiento literario y lingüístico. Surgen organizaciones culturales cuyo objetivo es la protección de la lengua y las tradiciones propias de esa minoría. La lengua constituía el elemento aglutinador que daba cuerpo a esa realidad. Por ello, en su primera evolución, la recuperación de la lengua es considerada elemento decisivo para configurar la conciencia de pertenencia a ese pueblo. Pero en general la idea principal que persigue esta primera manifestación es etnocéntrica, de repliegue y defensa de los particularismos locales y tradicionales.

El interés de estas primeras expresiones es dignificar cada uno de los territorios periféricos y contar sus hazañas, riquezas, idiosincrasia, lengua y tradición. Todas las corrientes pretenden ensalzar los valores culturales y rescatar las raíces históricas de su país. La protesta tiene como soporte a los sectores relacionados con el antiguo régimen y la sociedad tradicional (campesinado, pequeña nobleza rural) y sectores de la naciente clase media urbana. Un segundo momento de la protesta periférica abarca desde principios del siglo XX hasta la segunda guerra mundial. Son los años de consolidación de la identidad nacional periférica, pero paradójicamente son también los años que preparan el reflujo de las expresiones nacionalistas, debido sobre todo al ascenso del fascismo en la década de 1930 y la guerra civil española, que acaban con las ilusiones autonomistas de estas minorías. El tercer período se desarrolla desde 1945 hasta 1960. Son años de reflujo en las expresiones nacionalistas, explicadas sobre todo por la coyuntura internacional. La fase de expansión de la identidad nacional periférica se inicia en 1960.

El resurgimiento parece deberse a causas profundas y complejas, donde las transformaciones socio-económicas, nuevos actores sociales, la conciencia de disolución de los particularismos culturales, incluso la crisis del mecanismo de integración y referencia por excelencia, el Estado, parecen incidir en los años sesenta para que las manifestaciones nacionalistas se hagan más intensas y reconstruyan un espacio social minoritario para comprenderse desde su marco de referencia, en abierta oposición al poder estatal. Los signos manifiestos del resurgimiento son políticos, culturales y sociales. A lo largo de la historia de su expresión los movimientos nacionalistas no sólo no surgen en cualquier parte, sino que además su resurgimiento se produce siempre en los mismos lugares. Desde el siglo XIX hasta la actualidad, la geografía de la protesta periférica en Europa no ha variado sustancialmente, aunque sí sus estrategias y las manifestaciones concretas del fenómeno. Para afirmar su identidad nacional, la minoría segrega un conjunto de mecanismos con objeto de producir y reproducir la diferencialidad. Frecuentemente la contestación de las minorías nacionales se apoya en una interpretación de la idea nacional formulada por la intelligentsia de la minoría. Los mecanismos más repetidos por las minorías son de una triple índole: Lingüístico-cultural, Económico-sociales y Políticos.

Es frecuente encontrar en la definición de la diferencialidad una relectura de la formación del Estado-Nación, que demuestre la artificialidad y la violencia con la que se ha creado la unidad estatal. El objetivo de esta relectura es quebrar la evidencia política de la unidad nacional. La reinterpretación de la historia nacional es también un momento necesario en la formulación de la identidad nacional minoritaria, ya que se trata de quebrar la evidencia histórica que mostraba toda la historia del territorio estatal como historia de la nación, negando los hechos de las minorías o tratándolas dentro de la unidad nacional. Redescubriendo la historia de la minoría se descubre sus héroes, peculiaridades antropológico-culturales y, en general, la existencia de una base étnica que justifique empíricamente la diferencia.

Desde las primeras formulaciones de Herder y el romanticismo hasta nuestros días, la lengua y la cultura son la clave de la diferencia nacional. Como afirma G. Héraud, "La lengua es el más importante componente objetivo de la étnica (...). La lengua vehicula una cultura, refleja una sensibilidad, se afirma como el santuario de los valores étnicos".

Los argumentos económicos son también especialmente citados. Estas razones son expresadas, sobre todo, por las minorías que habitan zonas marginadas del desarrollo económico. La situación de estas minorías es descrita como producto del colonialismo interior. La marginación tiene su explicación en el olvido ancestral del poder estatal y en su carácter centralizador que favorece la expansión capitalista. Las causas del colonialismo interior la podemos encontrar en dos agentes: el estado centralizado y el capitalismo.

Parece indudable que las razones económico-sociales están en la base de las expresiones nacionalistas, en unas minorías más sentidas que en otras, dependiendo del desarrollo histórico particular. La manifestación de esta problemática se hace más inmediata y urgente y por tanto mediatiza más el proceso de contestación en las zonas marginadas del desarrollo económico, mientras que pierde inmediatez y radicalidad en zonas progresivas, más desarrolladas económicamente.

La radicalidad del conflicto político entre la minoría y el Estado central, parece guardar relación con las situaciones permisivas o su negación. De hecho, la significación de la contestación política es más moderada en los países donde la minoría tiene un amplio reconocimiento y mecanismos propios de gestión y además disfruta de una situación económica progresiva. La actuación política depende también del grupo o clase social que protagonice la protesta y los intereses objetivos que defienda.

No obstante los diferentes mecanismos citados cobran significatividad cuando la contestación nacionalista se inscribe en una lógica de la diferencialidad. En este sentido, los rasgos lingüístico-culturales, económicos y políticos son parte de la estrategia de alteridad ya que, la identidad nacional de las minorías, para persistir y reproducirse, necesitan la creación de un espacio social propio que responda a la imagen que el nacionalista tiene de su comunidad.