Concept

Contradanza

En cualquier caso, la importancia de la contradanza en Hegoalde no puede quedar reducida a las polémicas sobre las danzas y al libro de Iztueta. Está claro, por ejemplo, que buena parte de las melodías de la brokel-dantza guipuzcoana, y en particular los jokuak o jokoak donde se utiliza herramienta, lo constituyen contradanzas en 6/8 ó 2/4. Más clara es la creación de contradanzas -probablemente también con elementos coreográficos propios de la misma- en el ambiente burgués urbano del siglo XIX. Desprovistas con seguridad de cualquier elemento que pudiera parecer inmoral tanto al poder como a la propia burguesía para la que fueron creadas, son especialmente interesantes las creadas para las comparsas de Carnaval de San Sebastián, creadas por músicos de la talla de Pedro Albéniz, José Juan Santesteban, o Raimundo Sarriegui. Más detalles sobre el particular pueden verse en el extenso artículo de J. A. Quijera (2004).

En cualquier caso, y vista la plena inserción de la contradanza musical en los parámetros de la música erudita, con compases tan comunes como el 2/4 y el 6/8 y fraseo cuadrado, difícil es asegurar la procedencia de determinadas melodías. A las similitudes con la giga hay que sumar otra bastante menos conocida, la del rigodón, otra danza muy popular en los siglos XVII y XVIII y que, aunque se escribía mayoritariamente en compás binario alla breve, tenía también variantes en 6/8 (Little s.f.). Uno de los casos más probables de contradanza, con todo, en buena parte por encontrarse la misma melodía en buena parte de Europa occidental, y muy especialmente en Occitania, es la conocidísima melodía en 6/8 que en Vasconia se conoce sobre todo por dos canciones populares: el navideño Olentzero, buru handia... y el muchísimo más conocido himno sanferminero Uno de enero, dos de febrero...

Si la influencia musical del género ha sido considerable -aunque difícil de calibrar por los motivos que acabamos de exponer- el modelo coreográfico basado en el asir y desasir de las parejas y las distintas combinaciones entre ellas fue superado por nuevos bailes en las que la autonomía de la pareja era ya prácticamente total, como el vals, la habanera, la polca, la mazurca o el chotis, entre otros. Desde el primer cuarto del siglo XIX, en efecto, estos bailes fueron sustituyendo primero de los salones burgueses y aristocráticos, y más tarde de las plazas populares, a la contradanza. Por lo que respecta a Vasconia, podemos decir que en este momento este tipo de coreografías se limitan a Iparralde, y no sería exagerado decir que a la localidad de Valcarlos, una de las que ha conservado mejor lo que sin duda son joyas de la danza y música tradicional vascas. Con todo, su importancia histórica en el País es incuestionable.