Concept

Contradanza

Parece claro que la contradanza empezó a ser popular en Vasconia en las primeras décadas del siglo XIX (Guilcher 1984:22). Bien por la mayor proximidad del modelo francés, bien porque aquí las polémicas y la presión del poder eclesiástico y civil en su contra no tuvieron un carácter tan fuerte como en los territorios del sur, lo cierto es que el éxito de estos bailes fue bastante mayor en Iparralde. En los repertorios de músicos populares de la importancia del violinista y clarinetista Faustin Bentaberri (1865-1936) y de su sobrino y también violinista Jean Otheguy Lanyaburu, muerto en 1956, eran, en efecto, muy numerosas las contradanzas. Según José Antonio Quijera, en efecto (2004:164-165), los bailes dominicales de esas zonas hasta la II Guerra Mundial seguían un orden preestablecido, según el cual tras los jauziak, se interpretaban por ese orden una polca, un chotis, una mazurca y un vals. Tras ellas, al menos cuatro kontra-iantzak (así denominadas en el dialecto local) diferentes. Una vez realizadas éstas, volvía a empezar el ciclo con una nueva polca.

Según Miguel Ángel Sagaseta (1977:131) con datos referidos a Valcarlos, en la segunda mitad del siglo XX fue decayendo su uso hasta casi su extinción. Quizás fue este propio hecho el que hizo que varios jóvenes de la localidad se interesaran en la recuperación de un repertorio que unas décadas antes hubiera sido calificado de extranjero y extraño a las tradiciones vascas. El hecho es que, bajo la supervisión de una persona mayor del pueblo, Perico Echeverri, se realizó el aprendizaje de las kontra-iantzak, que desde entonces se interpretan todos los años en la fiesta de Bolantes después de los jauziak. Según este autor, sin embargo (ibid.), al menos en la época en que escribió su libro, persistía la costumbre de que los bolantes se colocaran para bailar las contradanzas una blusa negra por encima, para dejar de manifiesto que es "un baile semi-extranjero, y dejar bien claro que los Jauzis y las contradanzas son cosas muy distintas."

El éxito de estos bailes ha traspasado claramente las barreras locales, siendo hoy día una de las danzas más corrientes en el repertorio de los grupos de danza vascos. En ello ha pesado sin duda la tradicional coyuntura de estos grupos, que han dispuesto siempre de mucho mayor disposición de chicas que de chicos que quieren ser dantzaris y se han enfrentado sin embargo a un repertorio mucho menos nutrido e interesante de danzas femeninas o mixtas que masculinas.

A nivel musical, estas contradanzas se encargan también de nutrir el repertorio de martxak (ibid.: 23-24), lo que, según Quijera (2004:194), ocurrió con casi todas las marchas militares de época napoleónica. Guilcher, por otra parte (1984: 185-190), reconoce incluso por el nombre varias contradanzas, como Les Dragons o L'assaut, a cuyo son se bailan hoy en día bailes tan conocidos como Godalet-dantza o el jauzi Eskualdunak entre otros. En libro de Miguel Ángel Sagaseta (1977:135-137) pueden encontrarse las partituras de las contradanzas que se interpretan actualmente en Valcarlos (incluyendo la polka-pik, que usualmente se cuenta entre ellas), y en el de Quijera (2004:165-167) la descripción de algunas de las evoluciones más frecuentes en la contradanza.